Papa: el diálogo, esencial para superar desconfianzas entre fe y miedos de las sociedad secularizada
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - El diálogo con las otras religiones va conducido "con una identidad clara y alegre", para superar las difidencias que existen entre los creyentes en creencias diversas y el miedo que la sociedad secularizada prueba en relación con el fenómeno religioso. "E futuro está en la convivencia respetuosa de las diversidades, no en la homologación en un pensamiento único teóricamente neutral. Se vuelve por lo tanto imprescindible el reconocimiento del derecho fundamental a la libertad religiosa, en todas sus dimensiones". La audiencia a los participantes en la plenaria del Pontificio Concejo interreligioso sobre el tema: "Miembros de diferentes tradiciones religiosas en la sociedad", dio la ocasión al Papa Francisco para afirmar, hoy, los fundamentos del diálogo entre las creencias y también con aquellos que no creen.
"La Iglesia católica- dijo el Papa- es consciente del valor que reviste la promoción de la amistad y del respeto entre hombres y mujeres de distintas tradiciones religiosas. Nos damos cuenta de la importancia siempre más, ya sea porque el mundo, en algún modo, se volvió "más chico", sea porque el fenómeno de las migraciones aumenta los contactos entre personas y comunidades de tradiciones, culturas y religiones diversas.
Francisco relevó luego, que "no faltan en el mundo contextos en los cuales la convivencia sea difícil: a menudo motivos políticos o económicos se sobreponen a las diferencias culturales y religiosas, haciendo leva también en incomprensiones y errores del pasado: todo esto arriesga el generar desconfianza y miedo. Hay un solo camino para vencer este miedo y es aquel del diálogo, del encuentro marcado por la amistad y el respeto".
"Dialogar no significa renunciar a la propia identidad cuando se va al encuentro del otro y menos caer en compromisos sobre la fe y sobre la moral cristiana. Por el contrario, "la verdadera apertura implica el mantenerse firmes en las propias convicciones más profundas, con una identidad clara y alegre ("Evangelium Gaudium", 251) y por esto abierta a comprender las razones del otro, capaz de relaciones humanas respetuosas, convencida que el encuentro con quien es diverso de nosotros puede ser la ocasión de crecimiento en la hermandad, de enriquecimiento y de testimonio. Es por esto que el diálogo interreligioso y evangelización no excluyen, sino que se alimentan recíprocamente. No impongamos nada, no usemos ninguna estrategia falsa para atraer fieles, más bien testimoniemos con alegría, con simplicidad lo que creemos y lo que somos. De hecho, un encuentro en el cual cada uno dejase de lado lo que cree, fingiendo renunciar a aquello que le es más querido, no sería ciertamente una relación auténtica. En tal caso, se podría hablar de una hermandad fingida. Como discípulos de Jesús tenemos que esforzarnos en vencer al miedo, listos siempre en dar el primer paso, sin dejarnos amilanar frente a la adversidad, a las dificultades e incomprensiones".
"El diálogo constructivo entre las personas de diversas tradiciones religiosas sirve también para superar otro miedo, que encontramos lamentablemente en aumento en las sociedades más fuertemente secularizadas: el miedo hacia las distintas tradiciones religiosas y hacia la dimensión religiosa en cuanto tal. La religión es vista como algo inútil o algo peligroso; a veces se pretende que los cristianos renuncien a sus propias convicciones religiosas y morales en el ejercicio de la profesión". "Está difundido el pensamiento según el cual la convivencia sería posible sólo escondiendo la propia pertenencia religiosa, encontrándonos en una especie de espacio neutro, privado de referencias a la trascendencia. Pero también aquí : ¿cómo sería crear verdaderas relaciones, construir una sociedad que sea auténtica casa común, imponiendo el dejar de lado lo que cada uno considera ser parte íntima del propio ser? No es posible pensar en una hermandad de "laboratorio". Cierto es que es necesario que todo acontezca en el respeto de las convicciones de los otros, aún de quien no cree, pero tenemos que tener el coraje y la paciencia de ir uno al en cuanto del otro por lo que somos. El futuro está en la convivencia respetuosa de las diversidades, no en la homologación hacia un pensamiento único teóricamente neutral. Se convierte por lo tanto, imprescindible el reconocimiento del derecho fundamental a la libertad religiosa, en todas sus dimensiones. Sobre esto el Magisterio de la Iglesia se expresó en los últimos decenios con gran empeño. Estamos convencidos que por este camino pasa la edificación de la paz en el mundo".
17/12/2016 13:14