Papa: el amor de las madres, camino hacia la paz
Palabras de Francisco en el primer día del año, en que la Iglesia celebra la Jornada Mundial de la Paz, fiesta de María, Madre de Dios: "El que hiere a una sola mujer, profana a Dios, nacido de una mujer". "El amor derriba barreras y ayuda a vivir relaciones fraternas, a construir sociedades más justas y humanas, más pacíficas".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - “al comienzo del nuevo año miremos a María y, con corazón agradecido, pensemos y miremos también a las madres, para aprender ese amor que se cultiva sobre todo en el silencio, que sabe dar espacio a los demás, respetando su dignidad, dejándolos libres para expresarse, rechazando toda forma de posesión, opresión y violencia", dijo hoy el Papa Francisco a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro para el Ángelus en este día en que la Iglesia celebra la Jornada Mundial de la Paz, en la fiesta litúrgica de María, Madre de Dios.
En este tiempo tan marcado por el ruido del odio y de las armas el pontífice señaló en la Virgen la capacidad de amar en silencio. “No es una simple ausencia de palabras, sino un silencio lleno de asombro y de adoración por las maravillas que Dios está realizando”, observó. Pero el silencio de la Madre es también muchas veces “el silencio de nuestras madres" que, "con sus cuidados ocultos, con sus desvelos, son a menudo magníficas catedrales del silencio. Nos traen al mundo y luego continúan acompañándonos, muchas veces sin que nos demos cuenta, para que podamos crecer".
"La libertad y la convivencia pacífica - afirmó, citando su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de este año - se ven amenazadas cuando los seres humanos ceden a la tentación del egoísmo, del interés personal, del afán de lucro y de la sed de poder”. El amor, en cambio, está hecho de respeto, está hecho de amabilidad: de este modo derriba barreras y ayuda a vivir relaciones fraternas, a construir sociedades más justas, más humanas, más pacíficas. Oremos a la Madre de Dios y a nuestra Madre - concluyó - para que en el nuevo año crezcamos en este amor manso, silencioso y discreto que genera vida, y abramos caminos de paz y reconciliación en el mundo".
"Es hermoso - había observado Francisco en la homilía de la misa que presidió esta mañana en la basílica de San Pedro - que el año comience proclamando con alegría a la Santa Madre de Dios. Las palabras Madre de Dios expresan, en efecto, la alegre certeza de que el Señor, tierno Niño en brazos de su mamá, se ha unido para siempre a nuestra humanidad, hasta el punto de que esta ya no es sólo nuestra, sino también suya. Madre de Dios: es un dogma de fe, pero es también un “dogma de esperanza”; Dios en el hombre y el hombre en Dios, para siempre".
“La Iglesia necesita de María – prosiguió el pontífice – para redescubrir su propio rostro femenino, para asemejarse más a ella que, como mujer, Virgen y Madre, representa su modelo y su figura perfecta (cf. Lumen gentium, 63); para dar espacio a las mujeres y para ser generativa a través de una pastoral hecha de cuidado y solicitud, de paciencia y valentía materna. También el mundo necesita mirar a las madres y a las mujeres para encontrar la paz, para escapar de las espirales de violencia y odio, y volver a tener miradas humanas y corazones que ven. Y toda sociedad necesita acoger el don de la mujer, de cada mujer: respetarla, cuidarla, valorarla, sabiendo que quien lastima a una mujer profana a Dios, nacido de mujer".
“Hermanos, hermanas, todos nosotros tenemos carencias, soledades, vacíos que necesitan ser colmados – añadió el Papa -. Cada uno de nosotros conoce los suyos. ¿Quién puede colmarlos sino María, Madre de la plenitud? Cuando estamos tentados de encerrarnos en nosotros mismos, acudimos a ella; cuando no logramos desenredarnos de los nudos de la vida, buscamos refugio en ella. Nuestro tiempo, vacío de paz, necesita de una Madre que vuelva a reunir a la familia humana. Miremos a María para ser constructores de unidad, y hagámoslo con su creatividad de Madre, que cuida de sus hijos, los congrega y los consuela, escucha sus penas y enjuga sus lágrimas”.
“Confiemos el nuevo año a la Madre de Dios - concluyó Francisco -. Consagrémosle nuestra vida. Ella, con ternura, sabrá revelar su plenitud; porque nos conducirá a Jesús, y Jesús es la plenitud del tiempo, de todo tiempo, de nuestro tiempo, del tiempo de cada uno de nosotros".
Al terminar el Ángelus pidió por Nicaragua "donde obispos y sacerdotes han sido privados de su libertad" en el duro enfrentamiento que el gobierno local mantiene desde hace meses contra la Iglesia católica. "Espero que se busque siempre el camino del diálogo para superar las dificultades". También recordó en este día a la martirizada Ucrania, a las poblaciones de Israel y Palestina y a todos los países afligidos por la guerra. "Que sea un año en el que todos los días trabajemos para construir la paz", concluyó.
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