Papa: "el abandono es la 'enfermedad' más grave de las personas mayores", que también se ve al final de la vida
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "El abandono es la 'enfermedad' más grave
de los ancianos, y también la mayor injusticia que pueden sufrir", y
cuando su vida llega a su fin, debe ser la responsabilidad "asistirlos y
acompañarlos de la mejor manera", con la proximidad de los miembros de la
familia y con el cuidado que alivie el sufrimiento. El valor de los cuidados
paliativos en el marco de la atención de ancianos fue destacada hoy por el Papa
al recibir a los participantes en la XXI Asamblea General de la Academia Pontificia
para la Vida, quien
dijo que "todo conocimiento médico es realmente ciencia, en su más noble
significado, sólo si surge como una ayuda buena para el hombre, un bien que
nunca se logra 'en contra' de su vida y su dignidad".
Argumentando sobre el tema de la asamblea, que es «Asistencia al anciano y cuidados paliativos»,
el Papa Francisco señaló que "los cuidados paliativos son correctamente la
expresión humana de la actitud de cuidar unos de otros, especialmente a los que
sufren. Ellos dan testimonio de que la persona humana es siempre valiosa,
aunque marcado por la edad y la enfermedad. La persona que de hecho, en
cualquier circunstancia, es un bien en sí misma y para los demás y es amada por
Dios. Por lo tanto, cuando su vida se vuelve muy frágil y se está acercando al
final de nuestra existencia terrena, sentimos la responsabilidad de ayudarla y
acompañarla de la mejor manera".
El Papa señaló que en el mandamiento pidiendo a honrar a sus padres, "en
un sentido amplio, nos recuerda el honor que le debemos a todas las personas
mayores. En este mandamiento Dios combina una doble promesa: "Para que tus
días se alarguen"(Ex 20:12) y "que seas feliz" (Deuteronomio
05:16). La fidelidad al cuarto mandamiento asegura no sólo el don de la tierra,
sino también la oportunidad de disfrutar de ella. De hecho, la sabiduría nos
permite reconocer el valor de la persona mayor y nos lleva a honrarla, es la
misma sabiduría que nos permite apreciar los muchos regalos que recibimos todos
los días de la mano providencial del Padre y que seamos felices. El precepto
revela la relación pedagógica fundamental entre padres e hijos, entre los
ancianos y los más jóvenes, en referencia a la custodia y la transmisión de la
educación religiosa y la sabiduría a las generaciones futuras. Honrar esta
enseñanza y los que transmiten es la fuente de vida y bendición. Por el
contrario, la Biblia
reservar una severa advertencia a aquellos que descuidan o maltratan a los
padres (cf. Ex 21:17; Lv 20,9). Lo
mismo sucede hoy cuando los padres se hacen mayores y menos útiles, siendo
marginados hasta el abandono".
En la sociedad contemporánea, "donde la lógica de la utilidad tiene
prioridad sobre el de la solidaridad y la generosidad, incluso dentro de las
familias", la palabra de Dios dice que "'honor' hoy podría ser
traducido como el deber de tener extremo respeto y cuidado de aquellos que, por
su condición física o social, podría ser dejado morir o 'hecho morir'. Toda la
medicina tiene un papel especial en la sociedad como testigo del honor que se
debe a la persona mayor y cada ser humano. Evidencia y eficiencia no pueden ser
los únicos criterios que deben regir la actuación de los médicos, ni son las reglas
de los sistemas de salud y el beneficio económico. Un Estado no puede llegar a
ganar con la medicina. Por el contrario, no hay deber es más importante para
una sociedad que proteger a la persona humana".
"Las personas mayores - dijo Francisco - necesitan en el primer lugar de
la atención de los miembros de la familia, cuyo afecto no puede ser reemplazado
por incluso las estructuras más eficientes u operadores sanitarios más
competentes y compasivos. Cuando son dependientes o con enfermedad avanzada o terminal,
las personas mayores deben disfrutar de una asistencia verdaderamente humana y
recibir una respuesta adecuada a sus necesidades gracias a los cuidados
paliativos ofrecidos a integración y apoyo de la atención recibida por miembros
de la familia. Los cuidados paliativos tienen por objeto aliviar el sufrimiento
en la etapa final de la enfermedad y asegurar al mismo tiempo al paciente un adecuado acompañamiento humano
(cf. Lett. enc. Evangelium vitae, 65). Es un apoyo importante,
especialmente para los ancianos, que, por su edad, reciben menos atención de la
medicina curativa y a menudo son abandonados. El ser abandonados es la
enfermedad más grave de los ancianos y también la injusticia más grande que
pueden sufrir, aquellos que nos han ayudado a crecer no deben ser abandonados
cuando necesitan nuestra ayuda, nuestro amor y nuestra ternura. Por tanto,
celebro vuestro empeño científico y cultural de asegurar que los cuidados
paliativos puedan llegar a todos los que lo necesitan. Animo a los profesionales
y estudiantes a especializarse en este tipo de asistencia que no tiene menos
valor por el hecho de que 'no salva vidas'. Los cuidados paliativos cuenta con
algo igualmente importante: valorizar la persona. Insto a todos aquellos que,
por diversas razones, están involucrados en el campo de los cuidados
paliativos, en la práctica este compromiso preservando intacto el espíritu de
servicio y recordando que todos los conocimientos médicos es realmente ciencia,
en su más noble significado, si sólo se plantea como una ayuda buena al hombre,
un bien que nunca se logra 'en contra' de su vida y su dignidad. Es la
capacidad de servicio a la vida y a la dignidad de la persona enferma, también
cuando es anciana, que mide el verdadero progreso de la medicina y de la sociedad
entera. Repito el llamamiento de san Juan Pablo II: ¡respeta, defiende, ama y
sirve a la vida, a toda vida humana! ¡Sólo siguiendo este camino encontrarás
justicia, desarrollo, libertad verdadera, paz y felicidad!".
26/11/2021 13:20
09/02/2021 14:24