Papa: el Sínodo es para hacer crecer el ‘diálogo y colaboración’ entre los obispos y el Papa
La constitución apostólica “Episcopalis Communio” de Francisco, publicada hoy, parece estar inspirada por la voluntad de subrayar la mayor participación de los laicos en el trabajo del Sínodo de los obispos y el rol de dicho organismo en una perspectiva de evangelizar y de un avance en el camino del ecumenismo.
Ciudad del vaticano (AsiaNews)- Hacer de tal modo que los fieles tengan un rol fijo dentro del Sínodo de los obispos y que tal organismo favorezca en un modo mayor “al diálogo y a la colaboración” entre los obispos entre ellos y con el Papa, en una perspectiva de evangelización y de avance en el camino del ecumenismo. Son los objetivos que se propone la Constitución Apostólica: “Episcopalis Communio” del Papa Francisco sobre el Sínodo de los obispos, publicada hoy, que aparece inspirada por la voluntad de subrayar el rol de Sínodo mismo.
El documento recorre la cuestión de los 50 años de la existencia del Sínodo, instituida por Pablo Vi. Este, “constituye una de las más preciosas herencias del Concilio Vaticano II y se demostró eficaz “frente a las cuestiones que exigen una inmediata intervención y concorde de los Pastores de la Iglesia”. Y, representando a todo el Episcopado católico, manifiesta que todos los Obispos partícipes en jerárquica comunión de la solicitud de la Iglesia universal”. Además, en estos años, del Sínodo llegó “un notable impulso al sucesivo magisterio pontificio” y “creció el deseo que el Sínodo se vuelva siempre más en una peculiar manifestación y una eficaz actuación de la solicitud del Episcopado para todas las Iglesias. Ya Juan Pablo II afirmó que “quizás este instrumento podrá ser aún mejorado. Tal vez la colegial responsabilidad pastoral puede expresarse en el Sínodo aún más plenamente”.
“Por tales razones-escribe además Francisco- ya desde el inicio de mi ministerio petrino he prestado una especial atención al Sínodo de los Obispos, confiando que éste podrá encontrar “ulteriores desarrollos para favorecer aún más el diálogo y la colaboración entre los Obispos y entre ellos con el obispo de Roma”.
El documento subraya luego un aspecto particularmente querido por Francisco, el de la relación del obispo con su “pueblo”. “El obispo es contemporáneamente maestro y discípulo.
Él es maestro cuando, dotado de una especial asistencia del Espíritu Santo, anuncia a los fieles la Palabra de verdad en nombre de Cristo jefe y pastor. Pero, él es también discípulo cuando, sabiendo que el espíritu es dado a cada bautizado, se pone en escucha de la voz de cristo que habla a través del entero Pueblo de Dios”, en cuanto “la totalidad de los fieles, teniendo la unción que viene del Santo (Cfr. Jn 2,20 y 27), no puede equivocarse en el creer y manifiesta esta propiedad suya mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el Pueblo, cuando desde los Obispos hasta el último de los fieles laicos, muestra su universal consentimiento en cosas de la fe y de la moral”. El Obispo, por esto, está al mismo tiempo llamado a “caminar adelante, indicando el camino, indicando la vía; caminar en el medio, para reforzar (al Pueblo de Dios) en la unidad; caminar atrás, para que nadie quede atrasado, pero sobre todo para seguir el olfato que tiene el Pueblo de Dios para encontrar nuevos caminos”.
Por ende, se evidencia que en la Iglesia existe “una profunda comunión ya sea entre los pastores y los fieles”, como entre los Obispos y el “Romano Pontífice, siendo el Papa un “Obispo entre los Obispos”, llamado al mismo tiempo-como Sucesor del Apóstol Pedro- para guiar a la Iglesia de Roma que preside en el amor de todas las Iglesias”. Esto impide que cada sujeto pueda subsistir sin el otro”.
“En particular, el Colegio episcopal no subsiste jamás sin su Jefe; pero también el obispo de Roma, que posee “en la Iglesia una potestad plena, suprema y universal, que puede ejercitar libremente”, está siempre unido en la comunión con los otros Obispos y con toda la Iglesia”. “El Sucesor de Pedro debe sí proclamar a todos quién es “Cristo, el Hijo de Dios viviente”, pero al mismo tiempo debe prestar atención a aquello que el espíritu Santo suscita en los labios de cuantos, recibiendo la Palabra de Jesús que declara. “Tú eres Pedro…(Cfr. Mt 16, 16-18), participan completamente en el Colegio apostólico”.
“Por otro lado confío en que, justamente alentando a una “conversión del papado [...] que haga más fiel al significado que Jesucristo entendió darle y a las necesidades actuales de la Evangelización”, la actividad del Sínodo de los Obispos podrá a su modo contribuir al restablecimiento de la unidad entre los cristianos, según la voluntad del Señor (Cfr. Jn. 17,21). Obrando así ello ayudará a la Iglesia católica, según el auspicio formulado hace años por Juan Pablo II, a “encontrar una forma de ejercicio del primado que, aún no renunciando en ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una situación nueva”
En el plano de la actividad concreta del Sínodo, el documento subraya luego la “gran importancia” que tiene la constitución dentro de las individuales Iglesias y de aquellas nacionales, también en la preparación de las asambleas nacionales. “En esta primera fase los Obispos, siguiendo las indicaciones de la Secretaría General del Sínodo, someten las cuestiones que hay que tratar en la Asamblea sinodal a los Presbíteros y Diáconos y a los fieles laicos de sus Iglesias, ya sea individualmente como asociados, sin dejar de lado la preciosa aportación que puede venir de parte de los Consagrados y Consagradas.
En cuanto al desarrollo de la asamblea- a la cual participan, sin derecho a voto, también expertos y miembros de otras Iglesias- ”el hecho que “el Sínodo tenga normalmente una función solo consultora no disminuye la importancia. De hecho, en la Iglesia, la finalidad de cualquier órgano colegiado, consultivo o deliberativo que sea, es siempre la búsqueda de la verdad o del bien de la Iglesia. Luego, cuando se trata de la verificación de la misma fe, el ‘consensus Ecclesiae’ no se da por contar los votos, sino que es fruto de la acción del espíritu, alma de la única Iglesia de Cristo”.’
Los trabajos de la Asamblea, se concluye normalmente con la aprobación de un documento que se da al Papa. Hasta ahora el Papa decidía si hacerlo propio tal como se lo presentan o utilizar algunos contenidos para un documento suyo. Ahora, en cambio, el Art. 18 de la Constitución establece: “Recibida la aprobación de los miembros, el Documento final de la Asamblea es ofrecido al Romano Pontífice, que decide sobre su publicación. Si es aprobado expresamente por el Romano Pontífice, el Documento final participa del magisterio ordinario del Sucesor de Pedro”.
Por último, se recuerda que cada documento va adecuado a las diversas realidades: “Es necesario a este respecto tener bien presente que “las culturas son muy diversas entre ellas y cada principio general [...] necesita ser inculturado, si quiere ser observado y aplicado”. De este modo, se demuestra que el procesos sinodal tiene no sólo su punto de partida, sino también su punto de llegada al Pueblo de Dios, sobre el cual deben derramar los dones de gracia donados por el Espíritu Santo por medio del encuentro de la asamblea de los Pastores”. (FP)
02/04/2019 15:22