Papa: desde el Mediterráneo, Europa recupera la esperanza
En la audiencia general, el Papa Francisco hizo balance de su viaje apostólico a Marsella. "El mar es una cuna de civilización para la vida, no es tolerable que se convierta en una tumba. ¿Cómo pueden los jóvenes sin esperanza, encerrados en su vida privada, preocupados por gestionar su precariedad, abrirse al encuentro y al compartir?".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "Europa necesita redescubrir la pasión y el entusiasmo". Lo dijo hoy el Papa Francisco en la audiencia general con los fieles en la Plaza de San Pedro, retomando el viaje apostólico que le llevó en días pasados a Marsella para la conclusión de los Rencontres Méditerranéennes, en los que participaron obispos, alcaldes y jóvenes del área mediterránea. "El Mediterráneo es una cuna de civilización -recordó Francisco-, y una cuna es para la vida. No es tolerable que se convierta en una tumba, ni en un lugar de conflicto. El Mediterráneo es lo que más se opone al choque de civilizaciones, a la guerra, al tráfico de seres humanos. Es exactamente lo contrario: el Mediterráneo conecta África, Asia y Europa; el norte y el sur, el este y el oeste; pueblos y culturas, gentes y lenguas, filosofías y religiones".
"¿Qué salió del acontecimiento de Marsella? - se preguntó Francisco- Una mirada sobre el Mediterráneo que yo definiría simplemente humana, no ideológica, no estratégica, ni políticamente correcta ni instrumental. Humana, es decir, capaz de referirlo todo al valor primario de la persona humana y a su dignidad inviolable". Al mismo tiempo, "surgió una mirada de esperanza. Cuando escuchas a testigos que han pasado por situaciones inhumanas o que las han compartido, y de ellos recibes una 'profesión de esperanza', entonces te encuentras ante la obra de Dios. Y te das cuenta de que esta obra pasa siempre a través de la fraternidad: a través de los ojos, las manos, los pies, los corazones de hombres y mujeres que, en sus respectivos roles de responsabilidad eclesial y civil, buscan construir relaciones fraternas y de amistad social".
Es precisamente esta esperanza la herencia más preciosa que -advirtió el Pontífice- "no debe evaporarse", sino "concretarse en acciones a largo, medio y corto plazo". Significa trabajar para que las personas, con plena dignidad, puedan elegir emigrar o no emigrar -ejemplificó-. Comprometámonos todos para que cada uno pueda vivir en paz, seguridad y prosperidad en su país de origen. Pero hay otro aspecto complementario: debemos devolver la esperanza a nuestras sociedades europeas, especialmente a las nuevas generaciones. En efecto, ¿cómo acoger a los demás si nosotros mismos no tenemos un horizonte abierto al futuro? ¿Cómo pueden los jóvenes sin esperanza, encerrados en su vida privada, preocupados por gestionar su precariedad, abrirse al encuentro y al compartir? Nuestras sociedades, enfermas de individualismo, consumismo y evasión vacía", concluyó, "necesitan abrirse, oxigenar sus almas y sus espíritus, y entonces podrán leer la crisis como una oportunidad y afrontarla positivamente".
05/04/2024 15:13