Papa: cuidado con aquello que puede hacerlos ‘deslizarse hacia un corazón perverso'
lleve a la pusilanimidad; un corazón obstinado que te lleve a la rebelión, que te lleve a la ideología; un corazón seducido, esclavo de la seducción, que te lleve a un cristianismo por compromiso”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – “Cuiden, hermanos, que entre ustedes no haya ninguno que tenga un corazón perverso y sin fe que se aleje del Dios viviente”. Es “la advertencia” que el autor de la Carta a los Hebreos (Hebreos 3,7-14) hace al dirigirse a la comunidad cristiana, en la cual, todos sus miembros, “sacerdotes, religiosas, obispos” corren peligro de “deslizarse hacia un corazón perverso”. Es lo que ha dicho el Papa Francisco en la homilía de la misa celebrada esta mañana en la Casa Santa Marta, al tomar como punto de partida la advertencia de la Carta a los Hebreos y subrayando en ella las palabras “dureza”, “obstinación” y “seducción”.
Un corazón duro, dijo Francisco, es un corazón “cerrado”, que no quiere crecer, que se pone a la defensiva y se cierra”. En la vida, esto puede suceder a causa de muchos factores que intervienen. Por ejemplo, un “fuerte dolor”, porque “los golpes endurecen la piel”. Les sucedió a los discípulos de Emaús y también a Tomás. Y quien permanece en esta “actitud fea” es “pusilánime” y un “corazón pusilánime es perverso”. “Podemos preguntarnos; ¿tengo el corazón duro, tengo el corazón cerrado? ¿Dejo crecer mi corazón? ¿Tengo miedo de que crezca? Y siempre se crece con las pruebas, con las dificultades, se crece como crecimos todos nosotros de niños: aprendimos a caminar cayendo, del gateo a caminar… ¡cuántas veces nos caímos! Sin embargo, se crece con las dificultades. Dureza. Es lo mismo, cerrazón. Pero quien permanece en esto... ‘¿Quiénes son padre?’. Son los pusilánimes. La pusilanimidad es una actitud fea en un cristiano, le falta el coraje de vivir. Se cierra y es pusilánime”.
La segunda palabra es “obstinación”. “Exhórtense mutuamente cada día, hasta hoy, para que nadie de entre ustedes se obstine”; está escrito en la Carta a los Hebreos y es “la acusación que Esteban hace contra aquellos que luego lo lapidarán”. La obstinación es la “testarudez espiritual”: un corazón obstinado, explicó Francisco, es “rebelde”, es “testarudo” está encerrado en su pensamiento, no está “abierto al Espíritu Santo”. Es el perfil de los “ideólogos” y también de los “orgullosos” y “soberbios”. “La ideología es una obstinación. La Palabra de Dios, la gracia del Espíritu Santo no es ideología: es vida que te hace crecer, siempre, seguir adelante e incluso abrir el corazón a la señales del Espíritu Santo, a los signos de los tiempos- Pero la obstinación también es orgullo, soberbia. La testarudez, esa testarudez que hace tanto mal, cerrados de corazón –primera palabra- es pusilánime; los testarudos, obstinados, como dice el texto, son los ideólogos. ¿Acaso yo tengo un corazón testarudo? Cada uno debe pensar en ello. ¿Soy capaz de escuchar a las otras personas? ¿Y si piensan las cosas de otro modo, ¿puedo decir: ‘Pero yo pienso así…?’ ¿Soy capaz de dialogar? Los obstinados no dialogan, no saben, porque se defienden siempre con las ideologías, con ideólogos. Y las ideologías ¡cuánto mal hace al pueblo de Dios, cuánto mal! Porque cierran la actividad del Espíritu Santo”.
La última palabra señalada por el Papa para entender cómo no deslizarse en el riesgo de tener un corazón perverso es “seducción”, la seducción del pecado, la que opera el diablo, el “gran seductor”, “un gran teólogo, pero sin fe, con odio”, el cual quiere “entrar y dominar” el corazón y sabe cómo hacerlo. Entonces, un “corazón perverso es el que se deja llevar por la seducción y la seducción lo conduce a la obstinación, a la cerrazón y a tantas otras cosas”. “Y con la seducción, o te conviertes o tratas de sellar compromisos: un poquito de acá y un poco de allá; y un poco de esto y otro poco de aquello’. Y tú comienzas a llevar una vida cristiana doble. Para usar la palabra del gran Elías al pueblo de Israel en aquél comento: ‘Ustedes cojean de las dos piernas’. Estar cojo de las dos piernas, sin tener ninguna firme. Es la vida de compromiso: ‘Sí, yo soy cristiano, sigo al Señor, sí, pero esto lo dejo entrar, esto…’. Y así son los tibios, aquellos que siempre van al compromiso. Cuando el Señor nos hace saber el camino, incluso con cambios, con la inspiración del Espíritu Santo, pero a mí me gusta esto, y busco el modo de marchar por los dos carriles, cojeando de las dos piernas”.
La invocación final del Papa estuvo dedicada al Espíritu Santo “para que nos ilumine, para que nadie tenga un corazón perverso: un corazón duro, que te lleve a la pusilanimidad, un corazón obstinado que te lleve a la rebelión, a la ideología; un corazón seducido. Esclavo de la seducción, que te lleve a un cristianismo por compromiso”
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