Papa: cuando en la Iglesia falta la profecía el vacío es ocupado por el legalismo y por lo tanto del clericalismo

En el Evangelio los "sacerdotes fueron donde Jesús para pedir la carta de la legalidad: "¿Con qué autoridad haces estas cosas? 'Somos los amos del Templo'." "Ellos no entendieron las profecías. ¡Habían olvidado la promesa! No saben leer los signos de los tiempos, no tenían ni ojos penetrantes, ni oían la Palabra de Dios: sólo tenían la autoridad".

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Cuando la Iglesia, Pueblo de Dios carece de la profecía, carece de la Palabra de Dios, el vacío es ocupado por un legalismo y entonces por el clericalismo. Debido a que el profeta tiene en él la memoria de la promesa, mira el presente y señala el camino del futuro.

De los profetas en la Iglesia, ha hablado el Papa Francisco, según ha informado Radio Vaticano, durante la misa celebrada en Casa Santa Marta, haciendo hincapié en que el profeta "tiene dentro de sí estos tres momentos": "El pasado: el profeta es consciente de la promesa y tiene en su corazón la promesa de Dios, viva, la recuerda, la repite. Mira el presente, mira a su pueblo y sentir el poder del Espíritu para decir una palabra que lo ayude a ponerse de pie para continuar el viaje hacia el futuro. El profeta es un hombre tres tiempos: la promesa del pasado, contemplación del presente; coraje para mostrar el camino hacia el futuro Y el Señor siempre ha protegido a su pueblo, con los profetas, en los momentos difíciles, en los momentos en los que se desanimaba el Pueblo o era destruido, cuando el Templo no estaba, cuando Jerusalén estaba bajo el poder del enemigo, cuando la gente se preguntaba a sí mismo: ´Pero Señor nos prometiste esto´. Entonces, ¿qué pasa ahora?".

Y lo que "ha sucedido en el corazón de la Virgen cuando ella estaba al pie de la Cruz". En estos momentos, "es necesario la intervención del profeta y no siempre se recibe el profeta, es rechazado tantas veces. El mismo Jesús dice a los fariseos que sus padres habían matado a los profetas, porque decían cosas que no eran agradables: ¡decían la verdad, recordaban la promesa! Y cuando el pueblo de Dios carece de la profecía algo falta: ¡falta la vida del Señor!". "Cuando no hay ninguna profecía la fuerza recae en la ley", se hace cargo el legalismo. Así, en los Evangelios los "sacerdotes fueron donde Jesús para pedir la carta de la legalidad: ¨¿Con qué autoridad haces estas cosas' Somos los amos del Templo'". "Ellos no entendieron las profecías. ¡Había olvidado la promesa! No sabían leer los signos de los tiempos, no tenían ni ojos penetrantes, ni oían la Palabra de Dios: sólo tenían la autoridad".

"Cuando el pueblo de Dios no tiene la profecía, el vacío que deja es ocupada por el clericalismo: y propio del clericalismo es preguntarle a Jesús: ´¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Con cuál legalidad?´. Y la memoria de la promesa y esperanza para seguir adelante sólo se reduce a la actualidad: no hay pasado, ni futuro esperanzador. El presente es legal: si es legal vamos adelante".

Pero cuando el legalismo reina, la Palabra de Dios no está allí y el pueblo de Dios que cree, llora en su corazón, porque el Señor no está: le falta la profecía. Llora "como lloró Ana, la madre de Samuel, pidiendo a la fertilidad de la población, la fecundidad que viene del poder de Dios, cuando Él nos despierta el recuerdo de su promesa y nos empuja hacia el futuro con esperanza. ¡Esto es el profeta! Este es el hombre con el ojo penetrante y que oye las palabras de Dios".

"Nuestra oración en estos días en que nos preparamos para el nacimiento del Señor, es: "Señor, ¡qué no falten los profetas en tu pueblo!" Todos los que somos bautizados somos profetas: ´Señor, ¡no olvidamos tu promesa! ¡Qué nunca nos cansamos de ir adelante! ¡Qué no nos encerremos en la ley que cierra puertas! Señor, salva a tu pueblo del espíritu del clericalismo y ayúdalo con el espíritu de la profecía".