Papa: con la sonrisa del Papa Luciani, la Iglesia transmite la bondad del Señor
Francisco presidió en la plaza de San Pedro la beatificación de Juan Pablo I, el Papa cuyo pontificado duró solo 33 días. El retrato oficial expuesto en la logia de la plaza de San Pedro es obra del artista chino Yan Zhang.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- El estilo de Dios no es el de los que buscan el poder, sino el de los que aman aunque eso “cueste la cruz del sacrificio, del silencio, de la incomprensión, de la soledad, de ser obstaculizado y perseguido”, dijo hoy el Papa Francisco durante la ceremonia de beatificación de Juan Pablo I, el pontífice que en 1978 dirigió la Iglesia durante sólo 33 días, dejando a todos el recuerdo de su sonrisa. La ceremonia tuvo lugar en la plaza de San Pedro, repleta de fieles que venían principalmente de Belluno, Vittorio Veneto y Venecia, los lugares donde vivió Albino Luciani entre 1912 y su elección al trono de Pedro.
Comentando el pasaje evangélico que propone la liturgia de hoy (Lc 14, 25-33), el Papa marcó la diferencia entre el estilo de Jesús y el de aquellos que "aprovechándose de los miedos de la sociedad y prometiendo que son 'el salvador' que resolverá todos los problemas, quiere aumentar su propia satisfacción y su propio poder, su propia figura, su propia capacidad de tener todo en un puño”. Jesús -observó Francisco- “parece preocuparse cuando la gente lo sigue con euforia y entusiasmo fácil. Pide a cada uno que discierna con cuidado las razones por las que le sigue”. Incluso “detrás de una perfecta apariencia religiosa se puede esconder la mera satisfacción de las propias necesidades, la búsqueda de prestigio personal, el deseo de tener un papel, de tener las cosas bajo control, el deseo de ocupar espacios y obtener privilegios, la aspiración de recibir reconocimiento y muchas otras cosas. Esto sucede hoy entre los cristianos. Pero ése no es el estilo de Jesús”. Seguirlo -por el contrario- significa "asumir las cargas propias y las cargas de los demás, hacer de la vida un don, no una posesión, vivirla imitando el amor generoso y misericordioso que Él nos tiene".
“El nuevo beato - dijo el pontífice, señalando a Juan Pablo I - vivió así: en la alegría del Evangelio, sin compromiso, amando hasta el extremo. Encarnó la pobreza del discípulo, que no es sólo deprenderse de los bienes materiales, sino sobre todo vencer la tentación de ponerse en el centro uno mismo y buscar la propia gloria”.
“Con una sonrisa - prosiguió Francisco - el Papa Luciani supo transmitir la bondad del Señor. Es hermosa una Iglesia con el rostro alegre, el rostro sereno, el rostro sonriente, una Iglesia que nunca cierra sus puertas, que no endurece los corazones, que no se queja y no guarda rencor, que no está enojada, que no se impacienta, que no tiene una actitud hosca, que no sufre la nostalgia del pasado y se vuelve reaccionaria”. “Oremos a nuestro padre y hermano -añadió- pidámosle que obtenga para nosotros 'la sonrisa del alma', esa que es transparente, que no engaña. Pidamos lo que él mismo pedía: 'Señor, tómame como soy, con mis defectos, con mis faltas, pero conviérteme en lo que tú quieres que sea'".
En el momento del Ángelus -por último- el Papa se refirió una vez más al drama de la guerra: “Nos dirigimos a María para que obtenga la paz en todo el mundo y especialmente en la atormentada Ucrania. Que nos ayude a seguir el ejemplo y la santidad de vida de Juan Pablo I"
La beatificación de Juan Pablo I fue también la ocasión de un importante puente entre Roma y Asia. El retrato oficial del nuevo beato, expuesto en la fachada de la basílica de San Pedro y descubierto, como es la costumbre, durante la ceremonia, es obra de un artista chino, el pintor Yan Zhang. Originario de Neijiang, en la provincia de Sichuan, donde nació en 1963, vivió en el Tíbet en la década de 1990, inspirándose en la espiritualidad budista. Artista de renombre internacional, en 2017 ya le había regalado dos de sus obras al Papa Francisco, Iron Staff Lama (1993) y Cham Dance (1995), que ahora se conservan en los Museos Vaticanos. En un video difundido por la Fundación del Vaticano Juan Pablo I sobre el retrato realizado para esta beatificación, Yan Zhang explica que utilizó técnicas pictóricas típicamente chinas. “El centro de todo el cuadro es la sonrisa, una sonrisa que surge de todo el cuerpo y transmite un cierto espíritu, una cierta fuerza”.
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