Papa: con María, recemos por el pueblo ucraniano y las víctimas de los terremotos en Turquía y Siria
En el Ángelus, el Pontífice recordó la solemnidad de la Anunciación en la que "renovamos nuestra consagración" al corazón de la Virgen. Su pensamiento se dirigió a las víctimas del tornado de Mississippi y a la petición de paz y reconciliación para Perú. En el episodio evangélico de Lázaro, la invitación a "quitar la piedra" y el don de la vida "incluso cuando parece no haber esperanza".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "Seguimos rezando por el pueblo martirizado de Ucrania y estamos cerca de las víctimas de los terremotos en Turquía y Siria. A ellos se destina la colecta especial de ofrendas que se realiza hoy en todas las parroquias de Italia". El Papa Francisco subrayó estas palabras en el Ángelus, dirigiéndose a los fieles que abarrotaban la plaza de San Pedro. El pontífice recordó la "solemnidad de la Anunciación" celebrada ayer, en la que "renovamos la consagración al corazón inmaculado de María", con la certeza de que sólo "la conversión de los corazones" puede abrir "el camino que conduce a la paz". Previo a ello, comentó las palabras que propone la liturgia de hoy, el Evangelio de Juan, en el episodio de la resurrección de Lázaro, "un querido amigo de Jesús". Francisco resaltó que nos encontramos en la "culminación" de sus "signos". El "mensaje" del quinto domingo de Cuaresma es "claro": Jesús da vida "incluso cuando parece que ya no hay esperanza".
Al concluir la oración mariana, el Papa Francisco dedicó un pensamiento a la población de Mississippi, en Estados Unidos, "golpeada por un tornado devastador". Después, durante los saludos a las numerosas comunidades de peregrinos presentes -de Italia y de todo el mundo- el pontífice se dirigió a los peruanos y pidió rezar "por la paz y la reconciliación" de un país que "está sufriendo tanto".
En el Ángelus, el Papa recordó que a veces uno puede "sentirse desesperanzado" o "encontrarse con personas que han renunciado a la esperanza" a causa de una pérdida, una enfermedad, una decepción, un agravio, un grave error o una traición. "Son momentos en los que la vida parece un sepulcro cerrado: todo está oscuro, sólo se ve dolor y desesperación a nuestro alrededor". Hoy, Jesús "nos dice que no es así", que "en estos momentos" Él se "acerca más que nunca, para volver a darnos la vida" y "llora con nosotros, como lloró por Lázaro". El Evangelio "lo subraya dos veces", recuerda el Papa. Además, Jesús "nos invita a no dejar de creer y esperar" y a no dejarnos "aplastar por sentimientos negativos". En una línea, nos exhorta a "quitar la piedra ".
Continuando con su reflexión, Francisco recordó la invitación de Cristo a quitar la "piedra" del dolor, de los errores y de los fracasos, sin "esconderlos". "No ceder al pesimismo que deprime, al miedo que aísla, al desánimo por el recuerdo de las malas experiencias, al temor que paraliza. Yo te quiero libre y vivo, ¡no te abandono y estoy contigo! No te dejes aprisionar por el dolor, no dejes morir la esperanza: ¡vuelve a vivir!".
Este pasaje, concluye el Papa, es "un himno a la vida, y lo leemos cuando se acerca la Pascua" y llega el momento de "quitar la piedra y salir al encuentro de Jesús". Una invitación que también va dirigida "a los confesores". El Papa les recuerda que "son pecadores" y están "en el confesionario para perdonar, no para torturar". De ahí la invitación final a rezar a la Virgen para testimoniar "la esperanza y la alegría de Jesús", para que "María, Madre de la esperanza, renueve en nosotros la alegría de no sentirnos solos y la llamada a llevar luz a la oscuridad que nos rodea".
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