Papa: como los magos, superemos las barreras de la costumbre y busquemos a Jesús
“El viaje de la vida y el camino de la fe necesitan el deseo, el impulso interior. Lo necesitamos como Iglesia”. "Es también una de las tareas del Sínodo: caminar juntos a la escucha, para que el Espíritu nos sugiera senderos nuevos, caminos para llevar el Evangelio al corazón del que es indiferente, del que está lejos, del que ha perdido la esperanza pero busca lo que los magos encontraron, «una inmensa alegría» (Mt 2,10)".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Recuperar el deseo de caminar hacia Dios, "mantener vivo el fuego que arde dentro de nosotros y que nos impulsa a buscar más allá de lo inmediato, más allá de lo visible", abandonando "las barreras de la rutina", una vida embotada por el consumo, una fe repetitiva y cansada y, como hicieron los magos, arriesgamos a buscar lo que Dios quiere de nosotros, “escuchar con atención las preguntas del corazón, de la conciencia; porque es así como suele hablar Dios, que se comunica con nosotros más con preguntas que con respuestas". Y adorarlo...
En el día de la Epifanía, la "manifestación de Jesús", el Papa Francisco nos invita a actuar como los Magos, "sabios que llegaron de lejos, que tenían fama y riqueza - dijo en el Ángelus - y sin embargo abandonaron una situación cómoda y se pusieron en marcha para seguir la estrella. Ellos, dijo en la misa celebrada en la Basílica de San Pedro, “nos desafían a recorrer nuevos caminos. Es la creatividad del Espíritu, que siempre hace cosas nuevas. Es también una de las tareas del Sínodo: caminar juntos a la escucha, para que el Espíritu nos sugiera nuevos caminos, caminos para llevar el Evangelio al corazón del que es indiferente, del que está lejos, del que ha perdido la esperanza pero busca lo que encontraron los magos, «una inmensa alegría» (Mt 2,10). Sin embargo, al final del viaje de los magos hay un momento crucial: cuando llegan a su destino “caen de rodillas y adoran al Niño” (cf. v. 11). Adoran. Recordemos esto: el camino de la fe sólo encuentra impulso y cumplimiento ante la presencia de Dios. El deseo se renueva sólo si recuperamos el gusto de la adoración. Porque el deseo de Dios sólo crece estando frente a Él. Porque sólo Jesús sana los deseos. ¿De qué? De la dictadura de las exigencias. El corazón, en efecto, se enferma cuando los deseos sólo coinciden con las exigencias. Dios, en cambio, eleva los deseos; los purifica, los sana, los cura del egoísmo y nos abre al amor por Él y por los hermanos. Por eso, no olvidemos la adoración, detengámonos ante la Eucaristía, dejémonos transformar por Jesús. Allí tendremos la certeza, como los magos, de que incluso en las noches más oscuras brilla una estrella. Es la estrella de Jesús, que viene a hacerse cargo de nuestra fragilidad humana. Pongámonos en camino para buscarlo.
Siguiendo con el ejemplo de los Magos, afirmó: “el viaje de la vida y el camino de la fe necesitan el deseo, el impulso interior. Lo necesitamos como Iglesia. Nos hace bien preguntarnos: ¿en qué punto estamos en el camino de la fe? ¿No hemos estado demasiado tiempo estancados, instalados en una religión convencional, exterior, formal, que ya no inflama el corazón ni cambia la vida? ¿Nuestras palabras y nuestros ritos despiertan en el corazón de la gente el deseo de ir al encuentro de Dios o son “lengua muerta”, que habla sólo de sí misma y a sí misma? Es triste cuando una comunidad de creyentes ya no desea nada y, cansada, se arrastra haciendo cosas en vez de dejarse sorprender por Jesús, por la alegría desbordante e incómoda del Evangelio. La crisis de la fe, en nuestra vida y en nuestras sociedades, también está relacionada con la desaparición del deseo de Dios. Está relacionada con la somnolencia del alma, con la costumbre de contentarnos con vivir al día, sin preguntarnos lo que Dios quiere de nosotros. Nos hemos replegado demasiado en nuestros mapas de la tierra y nos hemos olvidado de levantar la mirada hacia el Cielo; estamos satisfechos de muchas cosas, pero carecemos de la nostalgia de lo que nos falta. Nos hemos obsesionado con lo que necesitamos, con lo que comeremos o con qué nos vestiremos (cf. Mt 6,25), dejando que se desvanezca el anhelo de lo que va más allá. Y nos encontramos con la bulimia de comunidades que lo tienen todo y a menudo ya no sienten nada en el corazón. Porque la falta de deseo conduce a la tristeza y a la indiferencia. Pero mirémonos en primer lugar a nosotros mismos y preguntémonos: ¿cómo va el viaje de mi fe? La fe, para ponerse en marcha, tiene que ser provocada por el deseo, tiene que arriesgarse a vivir la aventura de una relación viva e intensa con Dios. Pero, ¿mi corazón todavía está animado por el deseo de Dios? ¿O dejo que la rutina y las desilusiones lo apaguen?
Y a las 20.000 personas que se encontrabanen la Plaza de San Pedro para el Ángelus, el Papa reiteró que "si nos ponemos siempre en el centro a nosotros mismos y a nuestras ideas y presumimos de tener algún mérito delante de Dios, nunca lo encontraremos totalmente, nunca llegaremos a adorarlo. Si no renunciamos a nuestras pretensiones, vanidades, exigencias y esfuerzos por sobresalir, terminaremos adorando a alguien o algo en la vida, ¡pero no será el Señor! Si, por el contrario, abandonamos nuestra pretensión de autosuficiencia, si nos hacemos pequeños por dentro, redescubriremos el asombro de adorar a Jesús. Porque la adoración pasa por la humildad de corazón: el que tiene la obsesión de ser siempre el primero no nota la presencia del Señor. Jesús pasa a su lado y él no se da cuenta, como les ocurrió a muchos en aquel tiempo. Pero no a los Magos. Mirándolos a ellos, hoy nos preguntamos: ¿cómo está mi humildad? ¿Estoy convencido de que el orgullo impide mi progreso espiritual? ¿Trabajo en mi docilidad, para estar disponible para Dios y para los demás, o estoy siempre centrado en mí y en mis exigencias? ¿Sé dejar de lado mi punto de vista para abrazar el de Dios y el de los demás? Y finalmente: ¿rezo y adoro solo cuando necesito algo, o lo hago constantemente porque creo que siempre necesito a Jesús? ”. Como los Magos, la invitación de Francisco es "mira la estrella y camina".
06/01/2015