Papa: aniversario Luna, nuevas metas más dignidad, más justicia, más ecología
La sabiduría del corazón está justamente en el saber conjugar la contemplación con la acción. “Si queremos saborear la vida con alegría, debemos asociar estas dos actitudes: por una parte, el ‘estar a los pies de Jesús, para escucharlo mientras nos revela el secreto de cada cosa; por el otro estar atentos y preparados para la hospitalidad”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Hace 50 años, llegando a la luna el hombre realizó “un sueño extraordinario”. “Pueda el recuerdo de aquel gran paso para la humanidad encender el deseo de progresar juntos hacia metas aún mayores: más dignidad a los débiles, más justicia entre los pueblos, más futuro para nuestra casa común”. Es el deseo expresado hoy por el Papa Francisco que, en el Ángelus, recordó así aquel evento.
Precedentemente, a las 30 mil personas presentes en la plaza de S. Pedro para recitar la oración mariana, Francisco, comentando el pasaje del Evangelio que narra la vista de Jesús a la casa de María y Marta, las hermanas de Lázaro (Lc 10,38-42), dijo que el episodio “nos recuerda que la sabiduría del corazón está justamente en el saber conjugar dos elementos: la contemplación y la acción”.
De hecho, María que se sienta a los pies de Jesús para escucharlo “deja lo que estaba haciedo para estar cerca de Jesús: no quiere perder ninguna de sus palabras. Todo es dejado de lado porque, cuando Él viene a visitarnos en nuestra vida, su presencia y su palabra vienen antes de cualquier otra cosa. El Señor nos sorprende siempre: cuando nos ponemos a escucharlo realmente, las nubes desaparecen, las dudas le dan lugar a la verdad, los miedos a la serenidad y las diversas situaciones de la vida encuentran su justa colocación. El Señor siempre cuando llega sistema las cosas: también a nosotros”.
“En esta escena de María de Betania a los pies de Jesús, san Lucas muestra la actitud orante del creyente, que sabe estar en la presencia del Maestro para escucharlo y ponerse en sintonía con Él. Se trata de hacer una parada durante la jornada, de recogerse en silencio para dar espacio al Señor que ‘pasa’ y encontrar el coraje de permanecer un poco ‘aparte’ con Él, para volver después, con más serenidad y eficacia, a las cosas de todos los días. Alabando el modo de comportarse de María que “eligió la parte mejor” (v. 42), Jesús parece repetir a cada uno de nosotros: “No se dejen arrollar por las cosas que hay que hacer, sino escucha antes de todo la voz del Señor, para hacer bien las tareas que la vida te asigna”.
“Está después la otra hermana, Marta. San Lucas dice que fue ella quien hospedó a Jesús (Cfr. v. 38). Quizás era la más grande de las 2 hermanas, no lo sabemos, pero ciertamente esta mujer tenía el mismo carisma de la hospitalidad. De hecho, mientras maría está escuchando a Jesús, ella estaba ocupada en otros servicios. Por esto Jesús le dice: “Marta, Marta, tú te preocupas y te agitas por muchas cosas” (v. 41), Con estas palabras Él no quiere ciertamente condenar la actitud del servicio, sino más bien la preocupación con la cual a veces se lo vive. también nosotros compartimos las preocupaciones de Santa Marta es, con su ejemplo, nos proponemos de hacer sí, que en nuestras familias y en nuestras comunidades, se viva el sentido de la acogida, de la fraternidad, para que cada uno pueda sentirse ‘como en su propia casa’, especialmente los pequeños y los pobres cuando llaman a la puerta”.
“Entonces, el Evangelio de hoy nos recuerda que la sabiduría del corazón está justamente en el saber conjugar estos dos elementos: la contemplación y la acción. Marta y María nos indican el camino. Si queremos saborear la vida con alegría, debemos asociar estas dos actitudes: por una parte ‘estar a los pies’ de Jesús, para escucharlo mientras nos revela el secreto de cada cosa; por otra parte, estar atento y prontos en la hospitalidad, cuando Él pasa y llama a nuestra puerta, con el rostro del amigo que necesita de un momento de descanso y de fraternidad. Es necesaria esta hospitalidad. María Santísima, Madre de la Iglesia, nos done la gracia de amar y servir a Dios y a los hermanos con las manos de María y el corazón de Marta, para que permaneciendo siempre en la escucha de Cristo podamos ser artesanos de paz y de esperanza”.
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