26/03/2017, 13.12
VATICANO
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Papa: abandonar las luces falsas de los prejuicios contra los demás y del interés personal

El bautismo nos inspira a seguir a Jesús, y a juzgar a los hombres y las cosas de acuerdo a una nueva escala de valores que viene de Dios, a andar en la luz, es decir, a "abandonar las luces falsas". El agradecimiento de Francisco a Milán y los milaneses por la cálida recepción que le han otorgado ayer. Es cierto que " «en Milán se recibe con el corazón en la mano".

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - El bautismo nos inspira a seguir a Jesús, y a juzgar a los hombres y las cosas de acuerdo a una nueva escala de valores que viene de Dios, a andar en la luz, es decir, a "abandonar las luces falsas": la luz fría y fatua del prejuicio contra los otros”, "y la "seductora y ambigua” del interés personal. El Papa comentó de esta manera hoy, antes de rezar el Ángelus, el pasaje del Evangelio de Juan (Jn 9,1-41) en el que Jesús da la vista a un hombre ciego de nacimiento.

A las 40 mil personas en la plaza de San Pedro, dijo que "en el corazón del Evangelio de este cuarto domingo de Cuaresma se encuentran Jesús y un hombre ciego de nacimiento (Cristo le restaura la vista y obra este milagro con una especie de ritual simbólico: en primer lugar mezclar la tierra con la saliva y frotarla sobre los ojos del ciego, a continuación, le ordena que vaya y se lave en el estanque de Siloé- El hombre va, se lava, y recupera la vista. Con este milagro Jesús se manifiesta como luz del mundo; y el ciego de nacimiento representa a cada uno de nosotros, que hemos sido creados para conocer a Dios, pero a causa del pecado somos como ciegos, necesitamos una nueva luz, la de la fe, que Jesús nos ha dado. De hecho aquel ciego del Evangelio adquiriendo la vista se abre al misterio de Cristo. Jesús le pregunta «¿Crees tú en el Hijo del hombre?». «Y quien es, Señor, para que crea en él?», respondió el ciego sanado (v. 36). «Lo estás viendo: el que te está hablando» (v. 37). «¡Creo, Señor!» y se prostró ante él."

"Este episodio - continuó - nos induce a reflexionar sobre nuestra fe, nuestra fe en Cristo, el Hijo de Dios, y al mismo tiempo se refiere también al Bautismo, que es el primer Sacramento de la fe: el Sacramento que nos hace “venir hacia la luz”, mediante el renacer del agua y del Espíritu Santo; así como sucede al ciego de nacimiento, al cual se abrieron los ojos después de haberse lavado en el agua de la piscina de Siloé. El ciego de nacimiento sanado nos representa cuando no nos damos cuenta que Jesús es la luz, es «la luz del mundo», cuando miramos hacia otra parte, cuando preferimos fiarnos de pequeñas luces, cuando tambaleamos en la oscuridad. El hecho de que aquel ciego no tenga un nombre nos ayuda a reflejarnos con nuestro rostro y nuestro nombre en su historia. También nosotros hemos sido “iluminados” por Cristo en el Bautismo, y por lo tanto estamos llamados a comportarnos como hijos de la luz. Y comportarnos como hijos de la luz exige un cambio radical de mentalidad, una capacidad de juzgar hombres y cosas según otra escala de valores, que viene de Dios. El sacramento del Bautismo, de hecho, requiere una elección clara y firme de vivir como hijos de luz, y caminar en la luz".

"¿Qué cosa significa tener la verdadera luz? ¿Qué cosa significa caminar en la luz? Significa ante todo abandonar las luces falsas: la luz fría y fatua del prejuicio contra los otros, porque el prejuicio distorsiona la realidad y nos carga de animadversión contra aquellos que juzgamos sin misericordia y condenamos sin apelación. Eh… esto es pan de todos los días ¿eh? Cuando se habla mal de los otros, se camina no en la luz: se camina en las sombras.  Otra luz falsa, porque es seductora y ambigua, es aquella del interés personal: si evaluamos a hombres y cosas en base al criterio de nuestra conveniencia, de nuestra satisfacción, de nuestro prestigio, no actuamos con la verdad en las relaciones y en las situaciones. Si andamos por este camino del buscar sólo el interés personal, caminamos en las sombras. La Virgen Santa, que fue la primera en acoger a Jesús, luz del mundo, nos obtenga la gracia de acoger de nuevo en esta Cuaresma la luz de la fe, redescubriendo el don inestimable del Bautismo, que todos hemos recibido. Y que esta nueva iluminación se transforme, nos transforme en las actitudes y en las acciones, para ser también nosotros, a partir de nuestra pobreza, de nuestras pequeñeces, portadores de un rayo de la luz de Cristo."

Después de la oración mariana, Francisco recordó que ayer en Almería, en España fueron beatificados José Álvarez Benavides y de la Torre, y ciento catorce compañeros mártires, muertos en 1936 durante la Guerra Civil española. "Estos sacerdotes, religiosos y laicos han sido testigos heroicos de Cristo y su Evangelio de la paz y la reconciliación fraterna. Su ejemplo y su intercesión apoyan el compromiso de la Iglesia en la construcción de la civilización del amor".

El Papa finalmente dio las gracias a Milán y los milaneses por la cálida acogida que le han otorgado ayer. Es cierto, concluyó, que "en Milán se recibe con el corazón en la mano".

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