19/06/2017, 21.34
VATICANO-ITALIA
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Papa: a los jóvenes se les debe dar una educación basada en el intelecto, los afectos y el obrar

Francisco abrió el Convenio eclesial de la diócesis de Roma con una reflexión sobre la educación de los jóvenes. En una sociedad desarraigada y dominada por el consumismo tratar de ofrecer la posibilidad de un crecimiento armónico a nivel no sólo personal, pero al mismo tiempo social y espiritual.

Roma (AsiaNews)- En una “sociedad desarraigada”, o sea hecha de personas, familias que poco a poco “van perdiendo sus ligámenes, aquel tejido vital tan importante para sentirnos parte los unos de los otros, partícipes con los otros de un proyecto común”, a los jóvenes debe ser ofrecida “una educación integrada”, basada en el intelecto, los afectos y el obrar. Esto ofrecerá a nuestros jóvenes la posibilidad de un crecimiento armónico a nivel no sólo personal, sino al mismo tiempo social y espiritual, capaz también de superar aquella carrera al consumismo que caracteriza nuestra sociedad. Es la reflexión ofrecida por el Papa Francisco en la apertura del Convenio eclesial de la diócesis de Roma, que este año tiene como tema. “¡No los dejemos solos! Acompañar a los padres en la educación de los hijos adolescentes”.

Antes del discurso de apertura en el salón del Palacio de los Canónigos de Letrán, el Papa quiso encontrarse con algunas familias de inmigrantes huéspedes de las parroquias y de los institutos religiosos de la diócesis de Roma.

En la basílica de S. Juan de Letrán la larga reflexión del Papa se abrió con la invitación a mirar la realidad no “en general”, “en abstracto”, sino pensando “en los problemas, en las situaciones, en los adolescentes…” Y en una sociedad “desarraigada”, “una de las primeras cosas en las cuales debemos pensar como padres, como familias, como pastores son los escenarios donde radicarnos, donde generar ligámenes, encontrar raíces, donde hacer crecer aquella red vital que nos permita sentirnos ‘casa’. En este cuadro Francisco volvió a recomendar que a los jóvenes se enseñen las raíces comunes. “Sé - agregó - que puede resultar repetitivo pero lo siento como algo que el Espíritu Santo presiona en mi corazón: para que nuestros jóvenes tengan visiones, sean ‘soñadores’, puedan enfrentar con audacia y coraje los tiempos futuros, es necesario que escuchen los sueños proféticos de sus padres”.

“Nuestros jóvenes -observó luego- tratan de ser y quieren sentirse - lógicamente - protagonistas. No aman para nada sentirse mandados o responder a ‘órdenes’ que vengan del mundo adulto (siguen las reglas del juego de sus ‘cómplices’). Buscan aquella autonomía cómplice que los hace sentir de “mandarse solos”. En esto encontramos una buena oportunidad, especialmente para las escuelas, las parroquias y los movimientos eclesiales”. Esto exige encontrar educadores “empujados por el amor y por la pasión de hacer crecer en ellos la vida del espíritu de Jesús, de hacer ver que ser cristianos exige valentía y es una cosa bella. Para educar a los adolescentes de hoy no podemos continuar utilizando un modelo de instrucción meramente escolástico, sólo de ideas. Es necesario seguir el ritmo de sus crecimientos. Es importante ayudarlos a adquirir su propia autoestima, a creer que realmente pueden lograr aquello que se proponen”.

En concreto, en una sociedad, marcada por un consumismo muy fuerte - “parece que estamos alentados en consumir consumo, en el sentido que los importante es consumir siempre”- el Papa definió “urgente” recuperar el principio de la austeridad, “principio espiritual tan importante y desvalorizado”. “Hemos entrado en una vorágine de consumo y somos inducidos a creer que valemos por lo que somos capaces de producir y de consumir, por cuanto somos capaces de poseer. Educar a la austeridad es una riqueza incomparable. Despierta el ingenio y la creatividad, genera la posibilidad para la imaginación y especialmente abre al trabajo en equipo, en solidaridad. Nos abre a los otros. Existe una especie de ‘glotonería espiritual’. Aquella actitud de los golosos que, en cambio de comer, devoran todo lo que les rodea (parecen engullirse comiendo). Creo que se haga bien educarnos mejor, como familia, en esta ‘glotonería’ y dar un espacio a la austeridad como camino para encontrarse, crear puentes, abrir espacios, crecer con los otros y para los otros. Esto lo puede hacer sólo quien sabe ser austero; de otro modo es un simple ‘goloso’.

La historia de una familia, concluyó, “está marcada por crisis de todo tipo, que son parte también de su dramática belleza”. “Es necesario ayudar a descubrir que una crisis superada no lleva a una relación menos intensa, sino a mejorar, a sedimentar y a madurar el vino de la unión”. “Me parece importante vivir la educación de los hijos a partir de esta nueva perspectiva, como una llamada de crecimiento, para aprender y saborear mejor la vida que Él nos regala”.

 

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