Papa: Via Crucis, - "El mal no tendrá la última palabra, sino el amor, la misericordia y el perdón"
Roma (AsiaNews)- "El mal no tendrá la última palabra, sino el amor, la misericordia y el perdón"- Las palabras del Papa Francisco como conclusión de la Vía Crucis de esta noche, en la cornisa extraordinaria de las 40 mil personas reunidas alrededor del Coliseo, fueron casi una llave de lectura de los males y dolores de nuestro tiempo acumulados en las meditaciones de mons. Giancarlo María Bregantini hacia el camino de Jesús que sube al Calvario.
Porque la Cruz de Jesús, en las palabras del Papa, acogen en sí "todas las injusticias perpetradas por cada Caín", "toda la amargura de la traición de Judas y de Pedro, toda la vanidad prepotente, toda la arrogancia de los falsos amigos". "Era un cruz pesada como la noche de las personas abandonadas, pesada como la muerte de las personas queridas, pesada porque resuman toda la bruteza del mal". "Sin embargo es también la cruz gloriosa como el alba de una larga noche, porque representa todo el amor de Dios, que es más grande de nuestras iniquidades y de nuestras traiciones". En la cruz, agregó el Papa, "vemos la monstruosidad del hombre, cuando se deja guiar por el mal".
Y muchos de los males de nuestro tiempo fueron indicados por mons. Bregantini, actual arzobispo de Campobasso-Boiano, pero conocido por sus posiciones contra la "ndrángheta" (mafia) cuando, hasta 2007´, era obispo de Locri-Gerace, en Calabria. Así, en la primera estación, la condena de Jesús hizo revocar "las falsas acusaciones, los juicios superficiales entre la gente, las insinuaciones y los pre-conceptos que cierran el corazón y se hacen cultura racista, de exclusión de "descarte", con las cartas anónimas y las horribles calumnias". En la segunda, "la cruz cargada sobre las espaldas de Jesús es también el peso de todas las injusticias que han producido las la crisis económica, con sus grandes y graves consecuencias sociales: precariedad, desocupación, despidos, un dinero que gobierna en vez de servir, la especulación financiera, los suicidios de empresarios, la corrupción y la usura, con las empresas que dejan el propio país". En la séptima, en Jesús "reconocemos la amarga experiencia de los detenidos de cada cárcel, con todas sus inhumanas contradicciones". Rodeados o "circundados con fuerza para caer". En la octava "lloramos sobre aquellos hombres que descargan sobre las mujeres la violencia que tienen adentro". Lloramos con las mujeres esclavizadas por el miedo y la explotación". Y en la décima, en Jesús "inocente, desnudado y torturado, reconocemos la dignidad violada de todos los inocentes, especialmente de los más chicos".
Un acercamiento hecho, en cierto modo visible, también en la elección de los que llevaron la cruz: además del card. Vicario de Roma, Agostino Vallini, que la llevó en la primera y en la última estación, un obrero y un empresario, dos extranjeros, dos personas provenientes de una comunidad de recuperación, dos encarcelados, dos si fija demora, dos enfermos, dos niños, dos ancianos, dos mujeres, además de una familia, dos frailes de la Custodia de Tierra Santa y dos religiosas, una de las cuales comprometida en la cura de los enfermos de Sida.
Pero, frente a tantos males, "vemos también- dijo el Papa- la inmensidad del amor de Dios que no nos trata según nuestros pecados sino según su misericordia". "Frente a la cruz de Jesús vemos, hasta tocar con las manos, cuánto somos amados eternamente por Dios". "Frente a la cruz sentimos que somos sus hijos".
"¡Oh, nuestro Jesús, guíanos desde la cruz hacia la resurrección y enséñanos que el mal no tendrá la última palabra, sino el amor, la misericordia y el perdón!". ¡"Oh, Cristo, ayúdanos a exclamar nuevamente: ayer estaba crucificado con Cristo, hoy soy glorificado con Él!". "Al final, -concluyó- todos juntos recordemos a los enfermos, recordemos a todas las personas abandonadas bajo el peso de la cruz, para que encuentren bajo el peso de la cruz, la fuerza de la resurrección y del amor de Dios".(FP)
23/12/2015
29/07/2016 22:25