Papa: San Esteban, el mensaje de Jesús es incómodo y nos incomoda
En el Ángelus, el Papa Francisco explica el “muy fuerte” nexo entre la fiesta del primer mártir y la Navidad. El mensaje de Jesús “desafía al poder religioso mundano y provoca a las conciencias”. Las palabras de perdón que Esteban dirige a sus perseguidores son “expresiones humanamente impensables”, que se vuelven “posibles sólo porque el Hijo de Dios ha venido a la tierra y ha muerto y resucitado por nosotros”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – “El mensaje de Jesús es incómodo y nos incomoda, porque desafía al poder religioso y provoca a las conciencias”: el Papa Francisco ha comentado de esta manera el significado de la fiesta de hoy, San Esteban, primer mártir cristiano, que se celebra el día después de Navidad. Entre las dos fechas, dijo el Papa “hay un nexo... y muy fuerte”.
“San Esteban pone en crisis a los jefes de su puebo, porque «lleno de fe y del Espíritu Santo» (Hechos 6,5), creía firmemente y profesaba la nueva presencia de Dios entre los hombres; sabía que el verdadero templo de Dios ahora era Jesús, Verbo eterno que vino a morar en medio de nosotros, hecho en todo como nosotros, excepto en el pecado. Pero Esteban es acusado de predicar la destrucción del templo de Jerusalén. La acusación que dirigen contra él es haber afirmado que «Jesús, este Nazareno, destruirá este lugar y subvertirá las costumbres que Moisés no ha legado” (Hechos 6,14)”.
“En efecto, el mensaje de Jesús es incómodo y nos incomoda, porque desafía el poder religioso mundano y provoca a las conciencias. Luego de su venida, es necesario convertirse, cambiar de mentalidad, renunciar a pensar como antes, cambiar. Esteban permaneció anclado al mensaje de Jesús hasta la muerte. Sus últimas plegarias, que fueron: «Señor Jesús, recibe mi espíritu» y «Señor, no les tengas en cuenta este pecado» (Hechos 7, 59-60) son un eco fiel de aquellas pronunciadas por Jesús en la cruz: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lucas 23,46) y «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (v. 34). Aquellas palabras de Esteban fueron posibles sólo porque el Hijo de Dios ha venido a la tierra y ha muerto y resucitado por nosotros; antes de estos eventos éstas eran expresiones humanamente impensables”.
“Esteban le suplica a Jesús que reciba su espíritu. En efecto, Cristo resucitado es el Señor, y el único mediador entre Dios y los hombres, no sólo en la hora de nuestra muerte, sino también en cada instante de la vida: sin Él, no podemos hacer nada (cfr. Juan 15, 5). Por lo tanto, también nosotros, estando frente al Niño Jesús en el pesebre, podemos rezarle así: ‘Señor Jesús, te confiamos nuestros espíritu, recíbelo’ para que nuestra existencia sea una vida buena de verdad, según el Evangelio.
Jesús es nuestro mediador y nos reconcilia no solamente con el Padre, sino también entre nosotros. Él es la fuente del amor, que nos abre a la comunión con los hermanos, eliminando todo conflicto y resentimiento. Sabemos cuán feos son los resentimientos. Hacen mal y nos hacen mal. Y Jesús quita estos resentimientos”.
“Elevamos con confianza nuestra oración a María, Madre del Redentor y Reina de los mártires –concluyó- para que nos ayude a recibir a Jesús como Señor de nuestra vida y a volvernos valientes testigos suyos, dispuestos a pagar en persona el precio de la fidelidad al Evangelio”.
Luego de la oración mariana, Francisco renovó los buenos deseos navideños a los presentes: “Que estos días sean, para ustedes y para sus familiares, días en que gustar la belleza y estar juntos sintiendo que Jesús está en medio de nosotros”.
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