Papa: Quien para seguir a Jesús “deja todo”, “recibirá todo”

“Jesús se da todo de sí mismo, porque la plenitud, la plenitud de Dios es una plenitud aniquilada en la Cruz”. “Este es el don de Dios: la plenitud aniquilada. Y este es el estilo del cristiano: buscar la plenitud, recibir la plenitud, recibir la plenitud aniquilada y seguir este camino”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Elegir a Dios y no a las riquezas, seguirlo en la certeza que quien deja todo, recibirá todo. Lo dijo hoy el Papa Francisco durante la misa celebrada esta mañana en la casa santa Marta, comentando el Evangelio de hoy (Mc 10,28-319) en el cual Jesús habla de la “respuesta” que tiene quien decide seguirlo.

En estos días que preceden la Cuaresma hizo notar Francisco, la Iglesia “nos hace reflexionar sobre la relación entre Dios y las riquezas”, evidenciado en el encuentro entre el joven rico, que lo quería seguir, pero como era tan rico eligió a las riquezas”. El comentario de Jesús observó el Papa, asusta un poco a los discípulos: “Cómo es difícil que un rico entre en el Reino de los cielos. Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja”.

Hoy, observó el Papa, el Evangelio de Marcos nos muestra a Pedro mientras pide al Señor qué será de aquellos que han dejado todo. Parece casi que “Pedro les pasase la cuenta al Señor”. “No sabía qué decir. “Sí, éste se fue, pero y ¡nosotros? La respuesta de Jesús es clara: ‘Yo os digo: no hay ninguno que haya dejado todo sin que reciba todo’. ‘He aquí, nosotros hemos dejado todo’. ‘recibiréis todo’, con aquella medida desbordante con la cual Dios da sus dones. ‘Recibiréis todo’. No hay ninguno que haya dejado casa, hermanos o hermanas o madres o padres o hijos o campos por causa mía y por causa del Evangelio, que no reciba ya ahora en este tiempo cien veces tanto en casas, hermanos, hermanas, madres, campos y la vida eterna en el tiempo que vendrá’. Todo. El Señor no sabe dar menos que todo. Cuando Él dona algo, se dona así mismo, que es todo”.

Sin embargo, agregó el Papa, “hay una palabra”, en este pasaje del Evangelio. “que nos hace reflexionar: recibe ya en este tiempo cien veces en casa, hermanos junto a persecuciones. Esto, dijo, es “entrar” en otro modo de pensar, en otro modo de obrar. Jesús da de sí, todo, porque la plenitud, la plenitud de dios es una plenitud aniquilada en la cruz”. “Este es el don de Dios: la plenitud aniquilada. Y este es el estilo del cristiano: buscar la plenitud, recibir la plenitud aniquilada y seguir por ese camino. No es fácil, no es fácil esto. Y, ¿cuál es el signo, cuál es la señal que yo voy adelante en este dar todo y recibir todo? Lo hemos escuchado en la Primera Lectura: ‘Glorifica al Señor con el ojo atento. En cada ofrenda muestra alegre tu rostro, con alegría, consagra tu diezmo. Da al Altísimo según el don de Él recibido y con el ojo contento según tu voluntad’. Ojo contento, alegre en el rostro, alegría, contento… El signo que nosotros vamos caminando en esta senda del todo y nada, de la plenitud aniquilada, es la alegría”.

El joven rico, en cambio, “se le obscureció el rostro y se fue entristecido”. “No fue capaz de recibir, de recibir esta plenitud aniquilada: los Santos, Pedro mismo, la han recibido. Y en medio de las pruebas, de las dificultades tenía alegre el rostro, el ojo contento y la alegría del corazón”. Este es el “signo”. Como lo demostró el santo chileno Alberto Hurtado. “Trabajaba siempre, dificultad tras dificultad. Trabajaba para los pobres… Fue realmente un hombre que creó caminos en ese país… La caridad para la asistencia a los pobres… Pero fue perseguido, tantos sufrimientos. Pero él cundo estaba justamente allí, aniquilado en la cruz, su frase era: “Contento Señor, Contento”. “Feliz Señor, Feliz” Que él no enseñe a ir por ese camino, nos dé la gracia de ir por ese camino, un poco difícil del todo y nada, de la plenitud aniquilada de Jesucristo y decir siempre, sobre todo en las dificultades. “Contento, Señor, contento”.