Papa: Preocupación y dolor por la situación en Nicaragua

Francisco dijo en el Ángelus que se pueden encontrar nuevas bases para una convivencia respetuosa y pacífica. “Con la imagen de la puerta estrecha, Jesús nos dice que para entrar en la salvación debemos pasar por Él, acogerlo a Él y a su Palabra”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - “Sigo de cerca, con preocupación y dolor, la situación en Nicaragua, que afecta a personas e instituciones”, afirmó el Papa Francisco al terminar el Ángelus del mediodía que ha dirigido hoy, como ya es habitual, desde la ventana del estudio en el Palacio Apostólico Vaticano. A los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro en el Vaticano les dijo: “Quiero expresar mi convicción y mi esperanza de que a través de un diálogo abierto y sincero todavía se pueden encontrar las bases para una convivencia respetuosa y pacífica. Pidamos al Señor, por intercesión de la Purísima, que inspire en el corazón de todos esta voluntad concreta”. El pontífice se refirió a la cada vez más dura represión contra la Iglesia católica en Nicaragua, que derivó en el allanamiento nocturno del pasado viernes, cuando la policía irrumpió en el obispado de Matagalpa llevándose por la fuerza a nueve personas, entre ellas el obispo Rolando Álvarez. El obispo se encuentra ahora bajo arresto domiciliario en su residencia de la capital nicaragüense, mientras que los otros ocho siguen detenidos en el cuartel. “Perseveramos en la cercanía con el querido pueblo ucraniano que está viviendo una inmensa crueldad”, agregó el Papa Francisco, recordando una vez más la guerra en Ucrania.

Antes del Ángelus, el pontífice comentó el pasaje del Evangelio de Lucas de la liturgia de este domingo, cuando el Señor exhorta a "entrar por la puerta estrecha". “La puerta estrecha es una imagen que podría asustarnos, como si la salvación estuviera destinada sólo a unos pocos elegidos o a los perfectos – dijo Francisco -. Pero eso contradice lo que Jesús enseñó en muchas ocasiones”. Efectivamente "la puerta es estrecha, ¡pero está abierta a todos!", prosiguió el Papa. Para comprender mejor la imagen de la puerta estrecha, Francisco explicó que en tiempos de Jesús, al anochecer se cerraban las puertas de la ciudad y solo quedaba abierta una, más pequeña y estrecha, por la que se podía pasar para volver a casa. Cuando Jesús dice: «Yo soy la puerta: el que entra a través a mí se salvará», quiere decir que para entrar en la vida de Dios, en la salvación, hay que pasar por Él, recibirlo a Él y a su Palabra", afirmó el Santo Padre.

Así como para entrar en la ciudad había que "medirse" con la única puerta estrecha que quedaba abierta, de la misma manera la vida del cristiano está "hecha a la medida de Cristo", fundada y modelada según Él, según el Evangelio. Por lo tanto es una puerta estrecha no porque esté destinada a unos pocos, sino porque "ser de Jesús significa seguirlo, ofrecer la vida en el amor, el servicio y la entrega de uno mismo como hizo Él, que pasó por la puerta estrecha de la cruz". La clave, entonces, es entrar en el proyecto de Dios, superando la presunción, el orgullo, la soberbia y la pereza para pasar por el riesgo del amor, incluso cuando implica la cruz.

El Santo Padre invitó luego a pensar en esos gestos cotidianos de amor que realizamos con dificultad: “En los padres que se dedican a sus hijos con sacrificios y renunciando al tiempo para sí mismos; en los que cuidan a los demás y no sólo a sus propios intereses; en los que se entregan en el servicio a los ancianos, los más pobres y los más frágiles; en los que siguen trabajando con empeño, soportando penalidades y quizás incomprensiones; en los que sufren a causa de la fe, pero siguen rezando y amando; en los que en vez de seguir sus impulsos responden al mal con el bien, encuentran la fuerza para perdonar y el coraje para empezar de nuevo”. En efecto, todos aquellos que han dedicado su vida a amar "serán reconocidos por el Padre mucho más que aquellos que creen que ya se han salvado y en realidad son «operadores de injusticia» (Lc 13, 27)".

“¿De qué lado queremos estar nosotros? - preguntó finalmente el Papa -. ¿Preferimos el camino fácil de pensar sólo en nosotros mismos o la puerta estrecha del Evangelio, que nos hace renunciar a nuestro egoísmo pero nos permite acoger la verdadera vida que viene de Dios? Que la Virgen, que siguió a Jesús hasta la cruz, nos ayude a comparar nuestra vida con la suya, para poder entrar en la vida plena y eterna”.