Papa: "No todo lo que es técnicamente posible es por ello mismo éticamente aceptable"

Los grandes avances en la ciencia plantean preguntas "grandes y graves". "El progreso científico y tecnológico sirve al bien de toda la humanidad, y sus beneficios no pueden sólo beneficiar a unos pocos".

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Los grandes avances en la medicina y la genética, y esas increíbles máquinas autónomas y pensantes no sólo inducen "cierto" pensar que estamos "casi en los albores de una nueva era y el nacimiento de un nuevo ser humano, superior a lo que hemos conocido hasta ahora", sino que plantean "grandes y graves" interrogantes. Y queda "siempre válido" el principio de que "no todo los que es técnicamente posible o factible es por ello mismo éticamente aceptable".

El Papa Francisco lo reiteró esta mañana en que recibió a los participantes en la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo de la Cultura, que ha tenido como mira la cuestión antropológica con el objetivo de comprender las líneas futuras del desarrollo de la ciencia y la tecnología.

Retomando la pregunta sobre el ser humano, expresada en el Salmo 8: "¿Qué es el hombre para que lo recuerdes", Francisco recordó la respuesta antropológica "que ya se esbozó en el Génesis y corre a través de la Revelación, desarrollándose en torno a los elementos fundamentales de la relación y de la libertad".

"La relación se basa en una triple dimensión: hacia la materia, la tierra y los animales; hacia la trascendencia divina; hacia otros seres humanos. La libertad se expresa en autosuficiencia - naturalmente relativa - y en las elecciones morales". "Este sistema fundamental ha gobernado durante siglos la idea de gran parte de la humanidad y aún hoy mantiene su vigencia. Pero, al mismo tiempo hoy nos damos cuenta de que los grandes principios y conceptos fundamentales de la antropología rara vez se ponen en tela de juicio, incluso sobre la base de una mayor conciencia de la complejidad de la condición humana y requieren una mayor investigación".

Teniendo en cuenta la antropología como "un horizonte fluido, cambiante, en virtud de los cambios socio-económicos, de los movimientos de las poblaciones y de las relativas confrontaciones interculturales, pero también de la difusión de una nueva cultura global y, sobre todo, de los increíbles descubrimientos de la ciencia y de la técnica", Francisco ha señalado algunos puntos fundamentales para responder a los desafíos de nuestro tiempo, comenzando primero que todo "de la apreciación de la ciencia", que "encuentra su fundamento último en el proyecto de Dios que «nos eligió antes de la creación del mundo [...] predestinándonos a ser sus hijos adoptivos» (Efesios 1: 3-5) y nos confió el cuidado de la creación: «cultivar y preservar» la tierra (ver Gen 2.15). Solo porque el hombre es la imagen y semejanza de un Dios que creó el mundo por amor, el cuidado de toda la creación debe seguir la lógica de la gratuidad y el amor, del servicio, y no de la dominación y la intimidación".

Fundamentalmente es "necesario volver a los tesoros de la sabiduría conservados en las tradiciones religiosas, en la sabiduría popular, en la literatura y en el arte, que tocan en profundidad el misterio de la existencia humana, sin olvidar, es más, redescubriendo aquellos contenidos en la filosofía y la teología".

Sin embargo, para evitar la "trágica división" entre "la cultura humanística-literaria-teológica y la científica", y "fomentar un mayor diálogo entre la Iglesia, la comunidad de creyentes, y la comunidad científica", el Papa se refirió a la Laudato sí, recordando la "necesidad apremiante del humanismo". A esto le sumamos dos grandes principios que la Iglesia ofrece para la realización de este diálogo: la centralidad de la persona humana y el destino universal de los bienes. "El progreso científico y tecnológico sirve al bien de toda la humanidad, y sus beneficios no pueden solo beneficiar a unos pocos. De este modo, se evitará que el futuro añada nuevas desigualdades basadas en el conocimiento, y aumentar la brecha entre ricos y pobres".

Otro principio "siempre válido", concluyó Francesco, es que "no todo lo técnicamente factible o posible es, por lo tanto, éticamente aceptable".