Papa: La incoherencia de vida de un pastor es ‘una herida en la Iglesia”
Lo que otorga autoridad a un pastor es la cercanía: la cercanía a Dios en la oración, y la cercanía a la gente. “La autoridad: la autoridad es un don de Dios. Sólo viene de Él. Y Jesús la da a los suyos. Autoridad en el hablar, que viene de la cercanía con Dios y con la gente, las dos cosas van siempre juntas”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Lo que otorga autoridad a un pastor es la cercanía: estar cerca de Dios en la oración, y cerca de la gente. Y coherencia, no incoherencia en la vida, no “llevar adelante una doble vida”, que es “una herida en la Iglesia”. Es lo que ha dicho el Papa Francisco durante la misa celebrada esta mañana en la Casa Santa Marta, al comentar el pasaje del Evangelio de Marcos, que describe a Jesús diciendo que enseñaba “como quien tiene autoridad”.
Como subrayó Francisco, la de Jesús era una “enseñanza nueva”: la “novedad” es justamente el “don de la autoridad” recibido del Padre. Frente a las enseñanzas de los escribas, de los doctores de la ley, que sin embargo, “decían la verdad”, la gente “pensaba en otra cosa”, porque lo que decían “no llegaba al corazón”: enseñaban “desde una cátedra, y no se interesaban por la gente”. En cambio, “la enseñanza de Jesús provoca asombro, un movimiento en el corazón” porque lo que “otorga autoridad” es justamente la cercanía, y Jesús “tenía autoridad porque se acercaba a la gente”, entendiendo sus problemas, dolores y pecados.
“Como estaba cerca, él entendía; pero acogía, curaba y enseñaba con una cercanía. Lo que otorga autoridad a un pastor o aquello que reaviva la autoridad, que es dada por el Padre, es la cercanía: la cercanía a Dios, en la oración –un pastor que no reza, un pastor que no busca a Dios ha perdido parte de sí- y la cercanía a la gente. El pastor que está separado de la gente no llega a la gente con el mensaje. Cercanía, esta doble cercanía. Esta es la unción del pastor que se conmueve ante el don de Dios en la oración, y que se puede conmover ante los pecados, ante un problema, frente a las enfermedades de la gente: deja que se conmueva el pastor”.
Los escribas, agregó el Papa, habían perdido la “capacidad” de conmoverse precisamente porque “ya no estaban cerca de la gente, ni de Dios”. Y cuando se pierde esta cercanía, el pastor termina “en la incoherencia de vida”.
En esto, Jesús es claro: “Hagan lo que dicen”, “pero no lo que hacen”. La doble vida. Es feo ver pastores que llevan una doble vida: es una herida en la Iglesia. Los pastores enfermos, que han perdido autoridad y llevan adelante una doble vida: pero es doble… Y Jesús es muy duro con ellos. No sólo dice a la gente que los escuchen pero que no hagan lo que ellos hacen, sino que también, les dice: “Ustedes son semejante a sepulcros blanqueados”: bellísimos en la doctrina, por fuera. Pero por dentro, putrefactos.
A tal propósito, el Papa ha recordado las figuras de Ana, que reza delante del Señor para tener un hijo varón, y del sacerdote, el “viejo Elí”, que “era un débil, había perdido la cercanía, la de Dios y la de la gente”, y había juzgado a Ana considerándola borracha. En cambio, ella está rezando de corazón, apenas sí movía los labios. Fue ella quien le explicó a Elí que estaba “amargada” y que quien había hablado había sido el “exceso” de dolor y su propia “angustia”. Y mientras ella hablaba, Elí fue “capaz de acercarse a ese corazón” hasta llegar a decirle que vaya en paz: “el Dios de Israel te conceda lo que has pedido”. Se dio cuenta, observó el Papa, “de que se había equivocado”, cuando hizo salir de su corazón “la bendición y la profecía”, porque Ana luego dio a luz a Samuel.
“Yo diría a los pastores que han pasado la vida separados de Dios y del pueblo, de la gente: ‘Pero no pierdas la esperanza. Siempre hay una posibilidad. A éste le bastó con mirar, acercarse a una mujer, escucharla y reavivar la autoridad para bendecir y profetizar; esa profecía fue realizada y el hijo vino a la mujer’. La autoridad: la autoridad, don de Dios. Sólo viene de Él. Y Jesús la da a los suyos. Autoridad en el hablar, que viene de una cercanía con Dios y con la gente, las dos cosas van siempre juntas. Autoridad que es coherencia, no doble vida. Y la autoridad, si un pastor la pierde, que al menos no pierda la esperanza, como Elí: siempre hay tiempo para acercarse y reavivar la autoridad y la profecía”.