Papa: La Iglesia y el mundo tienen necesidad de los religiosos, "signo de Dios en los diversos ambientes de vida"
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- La Iglesia y el mundo tienen necesidad del testimonio del amor y de la misericordia de Dios dado por los religiosos y religiosas: "Signo de Dios en los diversos ambientes de vida", "levadura para el crecimiento de una sociedad más justa y fraterna, profecía del compartir con los pequeños y los pobres". El Papa Francisco habla de la fiesta de hoy la de la Presentación del Señor y Jornada de la vida consagrada a las 50 mil personas presentes en la Plaza de San Pedro para recitar el Ángelus, no obstante la jornada lluviosa. "vosotros estáis todos mojados allí en la plaza- los saludó el Papa- pero tienen coraje".
Al terminar la oración mariana, recordó que en Italia se celebra la jornada por la vida, diciendo que cada uno, en su propio rol y en su propio ámbito, se sienta llamado a amar y servir a la vida, a acogerla, respetarla y promoverla, especialmente cuando es frágil y necesitada de atenciones y curaciones, desde el vientre materno hasta su fin en esta tierra".
Para la jornada dedicada a las religiosas y religiosos, esta mañana el Papa celebró la misa en la basílica de San Pedro, presentes miles de hermanas, frailes, monjes y monjas. Refiriéndose al episodio evangélico de la Presentación de Jesús en el templo, en la homilía dijo que el encuentro entre jóvenes y ancianos, al interior de las comunidades religiosas, sea el encuentro "entre observancia y profecía", como lo fue aquel de los jóvenes María y José y los ancianos Simeón y Ana: los dos "nuevos esposos" con "la alegría de caminar en la ley del Señor" y los dos ancianos "llenos de alegría por la acción del Espíritu Santo".
"Este episodio evangélico- comentó en el Ángelus"- constituye también un ícono de la donación de la propia vida de parte de aquellos que, por un don de Dios, asumen las características típicas de Jesús virgen, pobre y obediente, el Consagrado del Padre. Este ofrecimiento de sí mismo s Dios tiene que ver con cada cristiano, porque todos estamos consagrados a Él a través del Bautismo. Todos estamos llamados a ofrecernos al Padre con Jesús y como Jesús, haciendo de nuestra vida un don generoso, en la familia, en el trabajo, en el servicio a la Iglesia en las obras de misericordia. Sin embargo, tal consagración es vivida en modo particular por los religiosos y religiosas, por los monjes, por los laicos consagrados, que con la profesión de los votos pertenecen a Dios en modo pleno y exclusivo. Esta pertenencia al Señor permite a cuántos la viven en modo auténtico ofrecer un testimonio especial al Evangelio del reino de Dios. Totalmente consagrados a Dios, están totalmente consignados a los hermanos, para llevar la luz de Cristo allá donde son más espesas las tinieblas y para difundir su esperanza en los corazones que han perdido la confianza".
Vivida así y entendida de este modo, la vida consagrada se nos presenta como ella realmente es: ¡Un don de Dios! Un don de Dios a la Iglesia, un don de Dios a su pueblo. Cada persona consagrada es un don para el Pueblo de Dios en camino. Hay tanta necesidad de estas presencias, que refuerzan y renuevan el compromiso para la difusión del Evangelio, de la educación cristiana, de la caridad hacia los más necesitados, de la oración contemplativa; el compromiso por la justicia y la paz en la familia humana. Pero, pensemos un poco qué sucedería si no estuviesen la hermanas en los hospitales, en las escuelas, en las misiones, piensen en un mundo sin hermanas. No se puede pensar, son grandes estas mujeres".
"La Iglesia y el mundo necesitan de estos testimonios de amor y de la misericordia de Dios. Por lo tanto es necesario valorizar con gratuidad las experiencias de vida consagrada y profundizar el conocimiento de los diversos carismas y espiritualidades. Es necesario rezar para que tantos jóvenes respondan "sí" al Señor que los llama a consagrarse totalmente a él, para un servicio desinteresado hacia los hermanos. Consagrar la vida para servir a Dios en los hermanos. Por estos motivos, como ya fue anunciado, el año 2015 será dedicado en modo especial a la vida consagrada".
Si durante el Ángelus el Papa Francisco centralizó su reflexión sobre la relación entre la vida consagrada y el mundo, durante la misa habló más de la vida al interior de las comunidades religiosas. "La fiesta de la Presentación de Jesús al Templo- dijo- se la llama también la fiesta del encuentro: el encuentro entre Jesús y su pueblo; cuando María y José llevan a su niño al templo de Jerusalén, acontece el primer encuentro entre Jesús y su pueblo, representado por dos ancianos: Simeón y Ana. Aquel encuentro fue un encuentro al interno de la historia del pueblo, un encuentro entre los jóvenes y los ancianos: los jóvenes eran María y José, con su niño apenas nacido, y los ancianos Simeón y Ana, dos personajes que frecuentaban siempre el templo".
"A la luz de esta escena evangélica, miramos a la vida consagrada como a un encuentro con Cristo: es Él que viene hacia nosotros, trayendo a María y a José, y somos nosotros los que vamos hacia Él, guiados por el Espíritu santo. Pero en el centro está Él. Él se mueve, Él nos atrae hacia el Templo, la Iglesia, donde podemos encontrarlo, reconocerlo, abrazarlo. ¡Jesús se nos acerca así en nuestra vocación! Nuestro encuentro con Cristo tomó su forma en la Iglesia a través de un carisma de un testimonio suyo o de una testigo suya. Esto siempre nos impresiona y nos hace dar gracias".
"Y también en la vida consagrada se vive el encuentro entre los jóvenes y los ancianos, entre observancia y profecía. ¡No las veamos como realidades contrapuestas! Dejemos mejor que el Espíritu Santo las anime a ambas y el signo de esto es la alegría: la alegría de observar, de caminar en una regla de vida; es la alegría de ser guiados por el espíritu, jamás rígidos, jamás cerrados, siempre abiertos a la voz de Dios que habla, que abre, que conduce, que nos guía hacia el horizonte. Hace bien a los ancianos comunicar la sabiduría a los jóvenes le hace bien recoger este patrimonio de experiencia y sabiduría y llevarlo adelante, no para custodiarlo, sino para llevarlo adelante con los desafíos que la vida nos da, llevarlo adelante para el bien de las respectivas familias religiosas y de toda la Iglesia".
02/02/2018 22:29