09/08/2015, 00.00
VATICANO
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Papa: Hiroshima y Nagasaki, la permanente alerta para la humanidad. Basta de Guerras!

Después de la oración del Ángelus, Francisco recuerda el 70 aniversario de los bombardeos nucleares sobre Japón: "De todas las tierras se levante una sola voz: no a la guerra y a la violencia y sí al diálogo y la paz". Antes de la oración mariana, una reflexión sobre la dinámica de la fe, que es una relación entre el hombre y Cristo.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki "se han convertido en el símbolo del enorme poder destructivo del hombre cuando se hace un mal uso de los avances de la ciencia y la tecnología, y son un recordatorio constante para la humanidad", que debe comprometerse con la paz". Lo dijo el Papa Francisco después del Ángelus de hoy.

Antes de la oración mariana, a partir del sexto capítulo del Evangelio de Juan, el Papa reflexionó sobre el significado de la dinámica de la fe: Como había hecho antes con la samaritana, “Jesús parte de la experiencia del hambre y del signo del pan, para revelar a la gente a Sí mismo e invitarlos a creer en Él”.

“La gente lo busca, la gente lo escucha, porque se ha quedado entusiasmada con el milagro: ¡querían hacerlo rey! Pero cuando Jesús afirma que el verdadero pan, donado por Dios, es Él mismo, muchos se escandalizan, no comprenden, y comienzan a murmurar entre ellos: «¿Acaso este – decían - no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: «Yo he bajado del cielo»? (Jn 6,42). Y comienzan a murmurar. Entonces Jesús responde: «Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió», y añade «Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna» (vv 44.47)”.

La palabra del Señor, dijo, "Nos sorprende, y nos hace reflexionar esta palabra del Señor: “Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el padre”, “el que cree en mí, tiene Vida eterna”. Nos hace reflexionar. Esta palabra se introduce en la dinámica de la fe, que es una relación: la relación entre la persona humana, todos nosotros, y la Persona de Jesús, donde un papel decisivo juega el Padre, y naturalmente, también el Espíritu Santo, que está implícito aquí".

Así que "No basta encontrar a Jesús para creer en Él, no basta leer la Biblia, el Evangelio: esto es importante ¿eh? Pero no basta. No basta ni siquiera asistir a un milagro, como aquel de la multiplicación de los panes. Muchas personas estuvieron en estrecho contacto con Jesús y no le creyeron, es más, también lo despreciaron y condenaron. Y yo me pregunto: ¿por qué, esto? ¿No fueron atraídos por el padre? No: esto sucedió porque su corazón estaba cerrado a la acción del Espíritu de Dios. Y si tú tienes el corazón cerrado la fe no entra. Dios Padre siempre nos atrae hacia Jesús: somos nosotros quienes abrimos nuestro corazón o lo cerramos".

“En cambio la fe, que es como una semilla en lo profundo del corazón, florece cuando nos dejamos “atraer” por el Padre hacia Jesús, y “vamos a Él” con ánimo abierto, con corazón abierto, sin prejuicios; entonces reconocemos en su rostro el Rostro de Dios y en sus palabras la Palabra de Dios, porque el Espíritu Santo nos ha hecho entrar en la relación de amor y de vida que hay entre Jesús y Dios Padre. Y allí nosotros recibimos el don, el regalo de la fe”.

En Jesús, en su carne - es decir, en su concreta humanidad - "está presente todo el amor de Dios, que es el Espíritu Santo. Quien se deja atraer por este amor va hacia Jesús, y va con fe, y recibe de Él la vida, la vida eterna. Aquella que ha vivido esta experiencia en modo ejemplar es la Virgen de Nazaret, María: la primera persona humana que ha creído en Dios recibiendo la carne de Jesús. Aprendamos de Ella, nuestra Madre, la alegría y la gratitud por el don de la fe. Un don que no es “privado”, un don que no es “propiedad privada”, sino que es un don para compartir: es un don «para la vida del mundo»".

Después de la oración del Ángelus, Francisco lanzo su llamando recordando los acontecimientos de Japón: " Hace setenta años, el 6 y 9 de agosto de 1945, sucedieron los atroces bombardeos atómicos en Hiroshima y Nagasaki. A distancia de tanto tiempo, este trágico evento sucita todavía horror y rechazo. Este se ha convertido en el símbolo del ilimitado poder destructivo del hombre cuando hace uso equivocado del progreso de la ciencia y de la técnica, y constituye una advertencia continua para la humanidad, para que rechace para siempre la guerra y las armas nucleares y toda arma de destrucción de masas. Esta triste memoria nos llama sobre todo a orar y a comprometernos por la paz, para difundir en el mundo una ética de fraternidad y un clima de serena convivencia entre los pueblos. De toda la tierra se eleve una única voz: ¡no a la guerra, no a la violencia, si al diálogo, si a la paz! ¡Con la guerra siempre se pierde! ¡El único modo de vencer una guerra es no hacerla!".

Por último, un pensamiento para El Salvador: "Sigo con viva preocupación las noticias que llegan desde El Salvador, donde en los últimos días se ha agravado la situación de la población a causa de la miseria, de la crisis económica, de agudos contrastes sociales y de la creciente violencia. Animo al querido pueblo salvadoreño a permanecer unido en la esperanza, y exhorto a todos a rezar para que en la tierra del beato Oscar Romero renazca la justicia y la paz".

 

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