Papa: En Cracovia profecía para los jóvenes, Europa, el mundo y su “guerra a pedazos”
Reiniciando las audiencias de los miércoles, el Papa Francisco piensa en su reciente viaje a Polonia. La fraternidad de los jóvenes es “signo de esperanza”. “Banderas de naciones en conflicto flamean una al lado de la otra”. Polonia dice a Europa que “no puede haber futuro para el continente sin sus valores fundantes”, entre las cuales está la misericordia, testimoniada por Juan Pablo II y santa Faustina Kowalska. El abismo del mal en Auschwitz y el mal de hoy “se asemejan”. El augurio al pueblo brasilero para las Olimpíadas de Rio de Janeiro. Mañana el pontífice irá a la Porciúncula. (Asís).
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- La Jornada mundial de la juventud celebrada en Cracovia y centrada en la Misericordia, es “un signo profético para Polonia, para Europa y para el mundo”, que está resbalando hacia una “guerra a pedazos”. Lo subrayó hoy el Papa Francisco al reiniciar la catequesis de los miércoles, después de la pausa estival. El pontífice volvió hace tres días de la ciudad polaca, donde ha celebrado la XXXI JMJ, junto a dos millones de jóvenes de todo el mundo. Dijo el Papa, que los jóvenes son “ herederos y continuadores de la peregrinación iniciada por San Juan Pablo II, han dado la respuesta a los desafíos de hoy, han dado un signo de esperanza, y este signo se llama fraternidad”.
“Una imagen emblemática de las Jornadas Mundiales de la Juventud es la vastedad multicolor de banderas llevadas por los jóvenes: de hecho, en la JMJ, las banderas de las naciones se hacían más bellas, por así decir, “se purificaban”, y también las banderas de naciones en conflicto entre ellas ondeaban juntas. ¡Y esto es bello! ¡También aquí están las banderas! ¡Háganlas ver! Así, en este gran encuentro jubilar, los jóvenes del mundo han recibido el mensaje de la Misericordia, para llevarlo a todas partes en las obras espirituales y corporales".
"En este Viaje he visitado también el Santuario de Częstochowa. Ante el ícono de la Virgen, he recibido el don de la mirada de la Madre, que es de modo particular Madre del pueblo polaco, de aquella noble nación que ha sufrido tanto y, con la fuerza de la fe y su mano materna, se ha siempre levantado. He saludado a algunos polacos aquí, ¡eh! ¡Son buenos, ustedes son buenos! Ahí, bajo esta mirada, se entiende el sentido espiritual del camino de este pueblo, cuya historia está ligada de modo indisoluble a la Cruz de Cristo. Ahí se toca con la mano la fe del santo pueblo fiel de Dios, que custodia la esperanza a través de las pruebas; y conserva también aquella sabiduría que es equilibrio entre tradición e innovación, entre memoria y futuro. Y Polonia hoy recuerda a toda Europa que no puede haber futuro para el continente sin sus valores fundantes, los cuales a su vez tienen al centro la visión cristiana del hombre. Entre estos valores esta la misericordia, de la cual han sido especiales apóstoles, dos grandes hijos de esta tierra polaca: santa Faustina Kowalska y san Juan Pablo II".
"¡Agradezco a todos los jóvenes que han ido a Cracovia! ¡Y agradezco a aquellos que se han unido a nosotros de diferentes partes de la tierra! Porque en muchos países se han hecho pequeñas Jornadas de la Juventud en relación con aquella en Cracovia. El don que han recibido se haga respuesta cotidiana a la llamada del Señor. Un recuerdo lleno de afecto es para Susana, la joven romana de esta diócesis, que ha fallecido después de haber participado en la JMJ, en Viena. El Señor, que ciertamente la ha recibido en el Cielo, conforte a sus familiares y amigos".
"Y, finalmente, también este Viaje tenía el horizonte del mundo, un mundo llamado a responder al desafío de una guerra “a pedazos” que la está amenazando. Y aquí el gran silencio de la visita a Auschwitz-Birkenau ha sido más elocuente de cualquier palabra. En aquel silencio he escuchado, he sentido la presencia de todas las almas que han pasado por ahí; he sentido la compasión, la misericordia de Dios, que algunas almas santas también han sabido llevar a este abismo. En aquel gran silencio he orado por todas la víctimas de la violencia y de la guerra. Y ahí, en aquel lugar, he comprendido más, más que nunca el valor de la memoria, no sólo como recuerdo de eventos pasados, sino como exhortación y responsabilidad para el hoy y el mañana, para que la semilla del odio y de la violencia no crezca en los surcos de la historia. Y en esta memoria de las guerras y de tantas heridas, de tanto dolor vivido, también existen hombres y mujeres, hoy, que sufren las guerras: tantos hermanos y hermanas nuestros. Mirando aquella crueldad, en aquel campo de concentración, he pensado enseguida a la crueldad de hoy, que se asemeja: no así concentrada como en aquel lugar, sino por todas partes en el mundo; este mundo que está enfermo de crueldad, de dolor, de guerra, de odio, de tristeza. Y por esto siempre les pido una oración: ¡que el Señor nos de la paz!"
Francisco también recordó a la joven Susanna Rufi, de la diócesis de Roma, muerta en modo fulminante en su retorno de la JMJ, como también a la periodista de la RAI, Anna maría Jacobini, que perdió la vida mientras estaba de servicio en Polonia.
Durante los saludos en las diversas lenguas, el Papa se detuvo en aquellos de lengua portuguesa para ofrecer un saludo especial al pueblo brasilero y a la ciudad de Río de Janeiro, que están por iniciar las Olimpíadas. “En un mundo que tiene sed de paz, tolerancia y reconciliación, deseo que el espíritu de los Juegos Olímpicos pueda inspirar a todos, participantes y espectadores, en combatir «la buena batalla» y terminar juntos la carrera (cfr 2 TM, 4, 7-8), deseando conseguir como premio, no una medalla, sino algo mucho más precioso: la realización de una civilización en la que reine la solidaridad, fundada en el reconocimiento de que todos somos miembros de una única familia humana, independientemente de las diferencias de cultura, color de piel o religión. Y para los brasileños, que con su alegría y característica hospitalidad organizan la Fiesta del Deporte, les deseo que ésta sea una oportunidad para superar los momentos difíciles y comprometerse en el «trabajo de equipo», para la construcción de un país más justo y más seguro, apostando por un futuro lleno de esperanza y de alegría ¡Que Dios los bendiga a todos!"..
Al final de la audiencia, Francisco recordó que mañana irá a la basílica papal de Santa María de los Ángeles, en la Porciúncula, en el octavo centenario del “Perdón de Asís”, que fue ayer. “Será, - dijo - una peregrinación muy simple, pero muy significativo en este Año Santo de la Misericordia. Pido a todos que me acompañen con la oración, invocando la luz y la fuerza del Espíritu Santo y la celeste intercesión de San Francisco”.
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