Papa: El Padre ‘que está en los cielos’ nos ama como o más que nuestro padre y nuestra madre
En la audiencia general, el Papa Francisco continúa la catequesis sobre el “Padre nuestro”. En las relaciones humanas “a veces las declaraciones de amor se cambian en sentimientos de rabia y de hostilidad”. “Si también nuestros amores terrenos se agrietasen y no nos quedase en mano nada más que polvo, hay siempre para todos nosotros, el amor único y fiel de Dios”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Se puede comprender “la paternidad de Dios” comparándola “a las figuras de los padres”, pero debemos también superarlos. “Si aunque nuestro padre y nuestra madre no nos hubiesen amado, hay un Dios en los cielos que nos ama como ninguno sobre esta tierra jamás lo podrá hacer”. Es este la línea principal de la audiencia general ofrecida hoy a los peregrinos reunidos en el aula Pablo VI, continuando la catequesis sobre el “Padre nuestro”.
“Cuando hablamos de Dios como ‘padre’- dijo el Papa-... pensamos en la imagen de nuestros padres, especialmente si nos han querido mucho”. Pero “al mismo tiempo debemos ir más allá”, porque el amor de Dios… es el amor total que nosotros en esta vida saboreamos sólo en modo imperfecto”.
“Ninguno de nosotros- explicó- tuvo padres perfectos, como nosotros a nuestra vez, no seremos jamás padres, o pastores, perfectos. Nuestras relaciones de amor las vivimos siempre bajo el signo de nuestros límites y también de nuestro egoísmo, por esto están a menudo contaminadas por deseos de posesión o de manipulación del otro. Por esto a veces las declaraciones de amor se cambian en sentimientos de rabia y de hostilidad”.
Como demostración de la “naturaleza ambivalente del amor humano”, el pontífice cita al dios griego del amor, “hijo de Poros y de Penia, o sea de la astucia y de la pobreza”, signo de un amor “capaz de florecer y de vivir prepotente en un hora del día e inmediatamente después marchitar y morir; aquello que aferra, se le escapa siempre”. Y cita también al profeta Oseas, que habla de la “congénita debilidad de nuestro amor: “Vuestro amor es como una nube de la mañana, como el rocío que al alba desaparece” (6,4). Es lo que es a menudo nuestro amor: una promesa que cuesta mantener, un intento que pronto marchita y se evapora, un poco como a la mañana sale el sol y se lleva el rocío de la noche”.
“Cuántas veces nosotros los hombres hemos amado de este modo tan débil e intermitente. Deseosos de querer, nos tuvimos que enfrentar luego con nuestros límites, con la pobreza de nuestras fuerzas: incapaces de mantener una promesa que en los días de gracia nos parecía fácil realizar… Somos mendigos que en el camino arriesgamos no encontrar jamás completamente aquel tesoro que buscan desde el primer día de su vida: el amor”.
“Pero, existe otro amor, el del Padre ‘que está en los cielos’. Nadie debe dudar de ser destinatario de este amor. Si aunque nuestro padre y nuestra madre no nos hubiesen amado, hay un Dios en los cielos que nos ama como ninguno en esta tierra jamás ha hecho ni podrá hacer”. Y después de haber citado al profeta Isaías (49, 15,16), agregó. “Si aunque todos nuestros amores terrenos se agrietasen y no nos quedase en mano más que polvo, hay siempre para todos nosotros, ardiente, el amor único y fiel de Dios. En el hambre de amor que todos sentimos, no buscamos algo que no existe: él es en cambio la invitación a conocer a Dios que es Padre”.
“La expresión ‘en los cielos’- concluyó-no quiere expresar una lejanía, sino una diversidad radical. Por lo tanto, ¡no teman! Ninguno de nosotros está solo. Si también por desgracia tu padre terreno se hubiese olvidado de ti y tú tuvieses rencor con él, no te es negada la experiencia fundamental de la fe cristiana: la de saber que eres hijo amadísimo de Dios y que no hay nada en la vida que pueda apagar su amor apasionado por ti”.
23/12/2015
22/05/2019 12:20