Papa: Dios no pone límites, quiere lo mejor para nosotros pero no reclama intereses
Del 18 al 25 de enero se celebra la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, cuyo lema este año es: "En Oriente vimos aparecer su estrella y hemos venido aquí a honrarle". En Caná, "el primer signo que Jesús realiza no es una curación extraordinaria o un prodigio en el templo de Jerusalén, sino un gesto que responde a una necesidad sencilla y concreta de la gente común y corriente. Fue un gesto doméstico, digamos que realizó un milagro “en puntas de pie".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Dios es "desinteresado", "quiere lo mejor para nosotros, quiere que seamos felices". Cuando interviene, no pone límites y actúa "en puntas de pie". Así lo sugiere el episodio evangélico de las bodas de Caná, evocado hoy por el Papa Francisco durante el Ángelus para invitar "a hurgar en los recuerdos, en busca de los signos que el Señor ha realizado en nuestra vida, para mostrarnos que nos ama; pensemos en ese momento difícil en el que Dios me hizo experimentar su amor...".
Dirigiéndose a las 20.000 personas presentes en la Plaza de San Pedro para el rezo de la oración mariana, Francisco recordó también que del 18 al 25 de enero se celebra la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que este año tiene como tema: "En Oriente vimos aparecer su estrella y hemos venido aquí a honrarle" (cf. Mt 2,2). El Papa dijo que el tema fue elegido por el Consejo de las Iglesias de Oriente Medio para “reflejar la experiencia de los Magos". "Estamos en camino -añadió-, peregrinos, hacia la plena unidad y nos acercamos a nuestra meta cuanto más mantenemos la mirada fija en Jesús, nuestro único Señor. Durante la Semana de Oración, también ofrezcamos nuestras fatigas y sufrimientos por la unidad de los cristianos".
Previo a ello, cuando habló del pasaje de las bodas de Caná, tal como lo relata Juan, Francisco subrayó las palabras finales: "Este fue el comienzo de los signos realizados por Jesús; manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él". (Jn 2:11). Observamos -dijo- que el evangelista Juan no habla de un milagro, es decir, de un hecho poderoso y extraordinario que genera asombro. Escribe que en Caná se produce un signo que despierta la fe de los discípulos. Podemos entonces preguntarnos: ¿qué es un ‘signo’, según el Evangelio? Es un indicio que revela el amor de Dios, es decir, no llama la atención sobre la fuerza del gesto, sino sobre el amor que lo ha provocado. Nos enseña algo del amor de Dios, que siempre está cerca, y es tierno y compasivo. La primera señal se produce mientras dos recién casados están en aprietos en el día más importante de sus vidas. En medio de la fiesta falta un elemento esencial: el vino. Y la alegría corre el riesgo de apagarse entre las críticas y el descontento de los invitados. ¡Imaginemos cómo puede seguir una fiesta de bodas sólo con agua! Es terrible, y los novios quedarán mal” con los demás.
"La Virgen es la que se da cuenta del problema y lo señala discretamente a Jesús. Y Él interviene sin clamor, casi sin que nadie lo note. Todo se desarrolla en reserva, "entre bastidores": Jesús dice a los sirvientes que llenen las tinajas con agua, y ésta se convierte en vino. Así es como actúa Dios, con cercanía y discreción. Los discípulos de Jesús se dan cuenta: ven que, gracias a él, el banquete de bodas se ha vuelto aún más hermoso. Y también ven la forma de actuar de Jesús: que él sirve a escondidas, tanto que los halagos por el buen vino se dirigen entonces al novio. Así comienza a desarrollarse en ellos la semilla de la fe, es decir, creen que en Jesús está presente Dios, el amor de Dios. Es hermoso pensar que el primer signo que realiza Jesús no es una curación extraordinaria o un milagro en el templo de Jerusalén, sino un gesto que responde a una necesidad sencilla y concreta de la gente común y corriente. Un gesto doméstico; realiza un milagro, por así decir, en puntas de pie".
"Así es como Dios ama actuar. Y si nosotros se lo pedimos -como María en Caná- Él está dispuesto a ayudarnos, a levantarnos. Y de esta manera, si estamos atentos a estos ‘signos’, nos conquista su amor y nos convertimos en sus discípulos. Pero hay otro rasgo distintivo del signo de Caná. Normalmente el vino que se daba al final del banquete era peor, estaba aguado. Lo mismo ocurre hoy en día. Jesús, en cambio, se encarga de que la fiesta termine con el mejor vino.
Simbólicamente, esto nos dice que Dios quiere lo mejor para nosotros, quiere que seamos felices. No pone límites y no nos pide intereses. En el signo de Jesús, no hay lugar para segundas intenciones, no pretende nada de la pareja que acaba de casarse. No, la alegría que Jesús deja en nuestros corazones es plena y desinteresada. ¡Nunca se diluye! Les sugiero un ejercicio que puede hacernos mucho bien. Intentemos hoy hurgar en nuestra memoria en busca de los signos que el Señor ha realizado en nuestra vida, para mostrarnos que nos ama; pensemos en ese momento difícil en el que Dios me hizo experimentar su amor... Y preguntémonos: ¿con qué signos discretos y atentos me hizo sentir su ternura? ¿Cuándo he sentido que el Señor estaba cerca de mí, cuándo he sentido su ternura, su compasión? Recordemos. ¿Cómo descubrí su cercanía y me quedé con una gran alegría en mi corazón? Revivamos los momentos en que experimentamos su presencia y la intercesión de María. Que ella, la Madre, que, como en Caná, está siempre atenta, nos ayude a atesorar los signos de Dios en nuestras vidas".
Por último, Francisco expresó su cercanía a las personas afectadas por las fuertes lluvias que cayeron en Brasil durante las últimas semanas. "Expreso mi cercanía a las personas afectadas por las fuertes lluvias e inundaciones de las últimas semanas en diferentes regiones de Brasil”, dijo. “Rezo en particular por las víctimas y sus familias, y por los que han perdido sus hogares. Que Dios apoye los esfuerzos de quienes están llevando ayuda”.
17/12/2016 13:14
02/05/2017 13:54