Papa: Cristianos de Roma, anunciadores alegres
En la fiesta de la dedicación de la basílica de S. Juan de Letrán, el Papa Francisco ofrece “tres versículos” como regalo a los cristianos de la ciudad, a los presbíteros y a los miembros de los equipos pastorales. La invitación es a un “movimiento”: “Encontrar a los otros, entrar en diálogo con ellos, escucharlos con humildad, gratuidad y pobreza de corazón”. “No hay corazón humano en el cual Cristo no quiera y no pueda renacer”. El cuidado de la salud en la plaza de S. Pedro al servicio de los indigentes, en preparación de la Jornada mundial de los pobres.
Roma (AsiaNews) – Los cristianos de Roma se deben convertir en “anunciadores alegres, determinados para compartir con los otros los tesoros de la Palabra de Dios y a dedicarse a trabajar para el bien común”. Es el augurio del Papa Francisco en el día en el cual se celebra la dedicación de la basílica de S. Juan de Letrán, que es la catedral de la cual él es obispo.
El pontífice, junto al cardenal vicario, los obispos auxiliares y muchos sacerdotes, presidió la eucaristía en la basílica, la más antigua iglesia de Roma. Para esta ocasión, fueron inaugurada 1 cruz dorada, suspendida sobre el altar mayor y el ambón en estilo comasco , usando materiales de la antigua basílica constantiniana. El Papa vestía una casulla bordada por algunas religiosas de Roma, que retoma el motivo de la “cruz enjoyada” representada en el ábside de la basílica.
En su homilía, Francisco quiso donar “tres versículos” del Salmo responsorial a las diversas componentes de la comunidad cristiana de Roma, eligiéndolas de las lecturas de la fiesta.
“A toda la comunidad diocesana de Roma” regaló “el versículo del Salmo responsorial: “Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios” (46,5). Los cristianos que viven en esta ciudad son como el río que surge del templo: llevan una Palabra de vida y de esperanza capaz de fecundar los desiertos de los corazones, como el torrente descrito en la visión de Ezequiel (cfr cap. 47)”.
Después él describió “el movimiento” que caracteriza a los fieles de la ciudad: “Encontrar a los otros, entrar en diálogo con ellos, entrar en diálogo con ellos, escucharlos con humildad, gratuidad y pobreza de corazón... Los invito a vivir todo esto no como un gran esfuerzo, sino con una ligereza espiritual: en lugar de dejarse atrapar por ansiedades de prestación, es más importante ampliar la percepción para captar la presencia y la acción de Dios en la ciudad. Es una contemplación que nace del amor ”
El segundo versículo está dedicado a los presbíteros, y lo tomó de la “segunda Lectura, de la 1 Carta a los Corintios:"Nadie puede poner un fundamento diverso del que ya existe, que es Jesucristo"(3 11). Ésta es su tarea, el corazón de su ministerio: ayudar a la comunidad a estar siempre a los pies del Señor para escuchar su Palabra; mantenerla alejada de toda mundanidad, de los malos compromisos; custodiar el fundamento y la raíz santa del edificio espiritual; defenderla de los lobos rapaces, de quien querría hacer que se desvíe del camino del Evangelio”.
El tercer versículo está dedicado a los “miembros de los equipos pastorales, que están aquí para recibir un particular mandato de parte del Obispo. No podía no elegirlo sino del Evangelio (Jn 2,13-22), donde Jesús se comporta en manera divinamente provocatoria”. Explicando la página evangélica, Francisco hace notar la respuesta de Jesús a los Judíos: “Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré (v, 19)”.
“Os es confiado-subrayó- la tarea de ayudar a sus comunidades y a los agentes de la pastoral para llegar a todos los habitantes de la ciudad, individuando caminos nuevos para encontrar a los que están lejos de la fe y de la Iglesia. A la vez que destacó que para realizar este servicio deben llevar consigo la certeza de que “no hay corazón humano en el que Cristo no quiera y no pueda renacer. En nuestras existencias de pecadores a menudo nos sucede que nos alejamos del Señor y apagamos el Espíritu. Destruimos el templo de Dios que es cada uno de nosotros. Y sin embargo ésta jamás es una situación definitiva: ¡al Señor le bastan tres días para reconstruir su templo dentro de nosotros! ”
Antes de la celebración, Francisco se detuvo brevemente en el atrio de la basílica, delante de la lápida conmemorativa en honor de las víctimas de la pobreza, dando así inicio a la tercera Jornada mundial de los pobres que culminarán con la celebración de la misa el domingo 17 de noviembre en la basílica de S. Pedro. Desde hoy, en la plaza S. Pedro fue abierto un puesto sanitario. Por una semana brindará visitas especialistas, curaciones, análisi clínicos y exámenes gratuitos para todas las personas indigentes.