Papa: Como Tomás, contemplemos las llagas del Resucitado y en el Jubileo recibamos el amor de Dios
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Como del apóstol Tomás “estamos también todos nosotros: en este segundo Domingo de Pascua estamos invitados a contemplar en las llagas del Resucitado la Divina Misericordia, que supera todo límite humano y resplandece sobre la obscuridad del mal y del pecado”. Tomás “no se contenta, busca, quiere verificar personalmente: y Jesús lo espera con paciencia”. Lo dijo el Papa Francisco antes de recitar la Regina Coeli en la festividad de la Divina Misericordia.
El Papa, después de la larga misa por el centenario del genocidio de los armenios, comenta el Evangelio del día. “Ocho días después de la primera Pascua- o sea en un día como hoy- Jesús vuelve a presentarse en medio de los suyos y se dirige enseguida a Tomás, invitándolo a tocar las heridas de sus manos y de su costado. Va al encuentro de su incredulidad, porque a través de los signos de la pasión, pueda llegar a la plenitud de la fe pascual”.
Tomás, explica el pontífice, “es uno que no se contenta y busca, trata de verificar personalmente, realiza su experiencia personal”. “Después de las iniciales resistencias e inquietudes, al final llega también él a creer, si bien avanzando con fatiga. Jesús lo espera pacientemente y se ofrece a las dificultades y a las inseguridades del pultimo llegado. El Señor proclama “beatos” a aquellos que creen sin ver (cfr. V. 29)- y la primera de éstos es su Madre María-, pero va al encuentro también de la exigencia del discípulo incrédulo: “Pon aquí tu dedo y mira mis manos…”.
Al contacto salvífico con las llagas del Resucitado. “Tomás manifiesta las propias heridas, las propias laceraciones, la propia humillación; en el signo de los clavos encuentra la prueba decisiva de que era amado, esperado, entendido. Se encuentra frente a un Mesías lleno de dulzura, de misericordia, de ternura. Era aquel el Señor que buscaba en las profundidades secretas del propio ser, porque había sabido que era así. Encontrado el contacto personal con la amabilidad y la misericordiosa paciencia del Cristo, Tomás comprende el significado profundo de la Resurrección e íntimamente transformado, declara su fe plena y total en Él, exclamando “Señor mío y Dios mío! ¡Qué hermosa es esta expresión!
Como el apóstol “también todos nosotros: en este segundo Domingo de Pascua, estamos invitados a contemplar en las llagas del Resucitado a la Divina Misericordia, que supera cualquier límite humano y resplandece sobre la obscuridad del mal y del epcado. Un tiempo intenso y largo para recibir las inmensa riquezas del amor misericordioso de Dios, será el próximo Jubileo Extraordinario de la Misericordia, cuya Bula de convocación he promulgado ayer a la tarde en la Basílica de S. Pedro. “Misericordia Vultus”: “El rostro de la Misericordia es Jesucristo. Tengamos la mirada dirigida hacia Él, él que siempre perdona siempre nos busca, nos espera. Tan misericordioso que no se asusta de nuestros pecados. Y la Virgen Madre nos ayude a ser misericordiosos con los otros como Jesús lo es con nosotros”.
Después de la plegaria mariana y los saludos a las varias comunidades presentes, Francisco se dirigió a las comunidades orientales. “Dirijo un cordial augurio a los fieles de las Iglesias de Oriente que, según su propio calendario, celebran hoy la Santa Pascua. Me uno a la alegría de su anuncio del Cristo Resucitado: ¡Christós anésti!”.
“Hagamos un aplauso por esta gran fiesta (la multitud aplaude). Un saludo tam,bién para los peregrinos armenios, venidos a Roma para la misa que celebré con mis hermanos Patriarcas y obispos armenios”.
En las semanas pasadas, concluyó Francisco, “me llegaron de todas las partes del mundo tantos mensajes de augurios pascuales. Con gratitud les recambio a todos. Deseo agradecer de corazón a los niños, a los ancianos, familias, diócesis, a las comunidades parroquiales y religiosas, a los entes y diversas asociaciones, que han querido manifestarme afecto y cercanía. ¡Y continúen a rezar por mí!”.
17/12/2016 13:14
02/05/2017 13:54