Papa: Adviento, tiempo para traer paz a nosotros mismos, a la familia, al mundo
“No hablar mal de los demás”. “Si todos nosotros hiciéramos sólo esto -no hablar mal de los demás- la paz iría avanzando. Que el Señor nos prepare el corazón para la Navidad del Príncipe de la paz. Pero, nos prepare haciendo nosotros de todo, de parte nuestra, para pacificar: pacificar mi corazón, mi alma, pacificar mi familia, la escuela, el barrio, el lugar de trabajo”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- El Adviento es el tiempo para construir la paz en el ama propia, en la familia y en el mundo. Y el primer paso es no hablar mal de los otros. Los dijo el Papa Francisco en la homilía de la misa celebrada esta mañana en la casa Santa Marta, partiendo de la Primer Lectura de la liturgia de hoy (Isaías 11,1-10) y del Evangelio (Lucas 10,21-24).
En las palabras de Isaías hay una promesa de cómo serán los tiempos cuando vendrá el Señor: “El Señor hará la paz” y “todo estará en paz”. Isaías, dijo Francisco, los describe con “imágenes un poco bucólicas” pero bellas: “el lobo vivirá junto al cordero”, “el leopardo se recostará junto al cabrito” “y un pequeño niño los guiará”. Esto significa que Jesús trae una paz capaz de transformar la vida y la historia y por esto es llamado “Príncipe de la paz”, porque viene a ofrecernos la paz.
El tiempo de Adviento es, por los tanto “un tiempo para prepararnos a esta venida del Príncipe de la paz. Es un tiempo para pacificarse”. Se trata, exhortó el Papa, de una pacificación ante todo “con nosotros mismos, pacificar el alma”. “Tantas veces nosotros no estamos en paz” sino “ansiosos”, “angustiados, sin esperanza”. Y la pregunta que nos dirige el Señor es: “¿Cómo está tu alma, hoy? ¿Está en paz?. Si no es así, el Papa nos invita a pedir al Príncipe de la paz que la pacifique para prepararse para el encuentro con Él. Nosotros “estamos acostumbrados a mirar el alma de los otros”, pero- el Papa invita- “ a mirar tu misma alma”.
Luego, también es necesario “pacificar la casa”, la familia. “Hay tanta tristeza en las familias, tantas luchas, tantas pequeñas guerras, tantas desuniones a veces”. Y también en este caso es necesario preguntarse si la propia familia está en paz o en guerra, si uno está contra el otro, si exista desunión, si hayan puentes o “muros que nos separan”.
El tercer ámbito que el Papa pide que hay que pacificar es el mundo donde “hay más guerra que paz”, “hay tanta guerra, tanta desunión, tanto odio, tanta explotación. No hay paz”. “¿Qué hago yo para ayudar a la paz en el mundo? ‘Pero el mundo está demasiado lejos, padre’. Pero, ¿qué hago yo para ayudar a la paz en mi barrio, en la escuela, en mi lugar de trabajo? ¿Yo siempre encuentro la excusa para entrar en guerra, para odiar, para hablar mal de los otros? ¡Esto es hacer la guerra! ¿Soy apacible? ¿Trato de crear puentes? ¿No condeno? También, preguntemos a los niños: ‘¿Qué haces en la escuela? Cuando hay un compañero, una compañera que no te gusta, que es un poco odioso o es débil, ¿tú le haces bulling o haces la paz? ¿Tratas de hacer las paces? ¿Perdono todo?. Artesanos de paz. Se necesita de este tiempo de Adviento, de preparación para la venida del Señor que es el Príncipe de la paz.
La paz siempre va adelante, jamás se detiene, “es fecunda”, “comienza desde el alma y luego vuelve al alma después de haber hecho este camino de pacificación”, evidenció aún el Papa. “Hacer la paz es un poco imitar a Dios, cuando quiso hacer la paz con nosotros y nos perdonó, nos envió a Su Hijo a hacer la paz, a ser el Príncipe de la paz. Alguno podrá decir. ‘Pero, padre, yo no estudié cómo se hacer la paz, no soy una persona culta, no sé, soy joven, no sé…’. Jesús en el Evangelio nos dice cuál debe ser la actitud: ‘Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los doctos y las revelaste a los pequeños’. Tú no has estudiado, no eres sabio… Hazte niño, hazte humilde, hazte servidor de los otros. Hazte pequeño y el Señor te dará la capacidad de entender cómo se hace la paz y te dará la fuerza para hacerla”.
La oración de este tiempo de Adviento debe, por lo tanto, ser la de la “pacificar”, vivir en paz en nuestra alma, en familia, en el barrio. “Y cada vez que nosotros vemos que existe la posibilidad de una pequeña guerra ya sea en casa ya en mi corazón o en la escuela, en el trabajo, detenerse, y buscar de hacer la paz. Jamás, jamás herir al otro-la paz iría más adelante. ‘Y padre, ¿cómo puedo comenzar para no herir al otro?’- “No hables mal del otro, no dispares el primer cañonazo’. Si todos nosotros hiciésemos sólo esto- no hablar mal de los otros- la paz avanzaría. Que el Señor nos prepare el corazón para la Navidad del Príncipe de la paz. Pero, nos prepare el corazón para la Navidad del Príncipe de la paz. Pero, que nos prepare haciendo nosotros de todo, de parte nuestra, para pacificar: pacificar mi corazón, mi alma, pacificar mi familia, la escuela, el barrio, el lugar de trabajo. Hombres y mujeres de paz”.
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