Papa: 'Que el Señor traiga una paz justa' a Tierra Santa y a Ucrania

Después de la catequesis sobre la mística francesa Madeleine Delbrêl, Francisco volvió a referirse al drama de los "pueblos que sufren la guerra", el palestino, el israelí, así como el ucraniano. "La guerra es siempre una derrota", reiteró una vez más el pontífice. Dirigió también su pensamiento a las personas más vulnerables en la guerra, sobre todo los jóvenes: mueren muchos de ellos.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Antes de la bendición final, el Papa volvió a hacer un nuevo llamamiento a la paz frente a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro para la audiencia general de esta mañana - la primera del mes de noviembre -. “Pensamos y oramos por los pueblos que sufren la guerra. No olvidemos a la martirizada Ucrania y pensemos en los pueblos palestino e israelí. Que el Señor nos conduzca a una paz justa", dijo el Papa Francisco con voz débil, pronunciando lentamente sus palabras y transmitiendo su gran preocupación por lo que sucede en el mundo.

Como ya hizo el domingo en el Ángelus, el Pontífice recordó a los jóvenes y los niños que sufren precisamente a causa de la guerra. Lo mismo había hecho en el encuentro del lunes 6 con más de 7 mil niños de 84 países en la Sala Nervi, en el que también estuvo presente una representación de los países en conflicto. Pocos días atrás el secretario general de la ONU Antonio Guterres también se refirió a Gaza como un "cementerio de niños". “Hay mucho sufrimiento. Sufren los niños, sufren los enfermos y los ancianos, y mueren muchos jóvenes. La guerra siempre es una derrota, no lo olvidemos”, dijo el Papa Bergoglio.

En la primera parte de la audiencia el Papa continuó su catequesis sobre "La pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente". La figura que describió hoy fue la venerable sierva de Dios Madeleine Delbrêl (1904-1964), una "trabajadora social, escritora y mística" francesa, que "vivió durante más de treinta años en los suburbios pobres y obreros de París", explicó Francisco. El encuentro de Delbrêl, "testigo del Evangelio", con la fe se produjo alrededor de los veinte años, "tras una adolescencia vivida en el agnosticismo", gracias a la compañía y el ejemplo de algunos amigos creyentes.

A partir de ese momento trató de dar voz a esa "sed profunda que sentía dentro de sí misma", dijo el Santo Padre, y llegó a comprender que ese "vacío que gritaba en ella su angustia" era realmente Dios que la estaba buscando. Así comenzó a dedicar su existencia al Señor, "en el corazón de la Iglesia y en el corazón del mundo" - añadió - compartiendo fraternalmente" la vida de la "gente de la calle". Esa misión que la llevó a la "espiritualidad de la bicicleta", y el Papa Francisco leyó unas palabras que en este sentido Madeleine Delbrêl dirigió a Jesús: “Para estar contigo en tu camino debemos ir adelante, incluso cuando nuestra pereza nos suplica que nos quedemos. Tú nos has elegido para estar en un extraño equilibrio, un equilibrio que sólo se puede establecer y mantener en movimiento, sólo en el impulso. Un poco como una bicicleta, que no se mantiene en pie si no está girando”.

El Santo Padre explicó que la venerable francesa era una persona "con el corazón constantemente en salida", que se dejó "interpelar por el grito de los pobres". “Sentía que la fe no se puede reducir a un hecho hereditario, a algo que se da por sentado; de lo contrario ya no se puede captar su belleza y novedad”, continuó. Bergoglio explicó luego una de sus enseñanzas: "evangelizando somos evangelizados". Afirmó luego que todos los creyentes "en cada situación y circunstancia personal o social de nuestra vida", podemos reconocer, como lo hizo Delbrêl, la presencia del Señor, que "nos llama a habitar nuestro tiempo, a compartir la vida de los demás, a involucrarnos con las alegrías y los dolores del mundo". Pero, sobre todo, su ejemplo nos enseña que "también los ambientes secularizados son de ayuda para la conversión, porque los contactos con los no creyentes obligan al creyente a una continua revisión de su manera de creer y a redescubrir la fe en su esencialidad".