Papa: “esperanza” por la tregua en Siria
En el Angelus, Francisco pide negociaciones que permitan distribuir equitativamente el peso que están afrontando los países que están “en primera línea” en el socorro a los migrantes. “Dios no permite las tragedias para castigar las culpas”, no “castiga” por alguna culpa grave, y las víctimas de la tragedia no son peores que los demás.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – “Esperanza” por la tregua en acto en Siria y el pedido de negociaciones que permitan distribuir equitativamente el peso que están afrontando los países que están “a la vanguardia” en el socorro a los migrantes, fueron expresados por el Papa, que en el Angelus recordó asimismo que “Dios no permite las tragedias para castigar las culpas”, no “castiga” por alguna culpa grave, y las víctimas de las tragedias no son peores que los demás.
“Cada día, lamentablemente – fueron sus palabras, dirigidas a las 30.000 personas presentes en plaza San Pedro - las crónicas reportan malas noticias: homicidios, incidentes, catástrofes… en el pasaje evangélico de hoy, Jesús se refiere a dos hechos trágicos que en aquel tiempo habían suscitado mucha sensación: una represión cruel realizada por los soldados romanos dentro del templo; y el derrumbe de la torre de Siloé, en Jerusalén, que había causado dieciocho victimas (Cfr. Lc 13,1-5). Jesús conoce la mentalidad supersticiosa de sus oyentes y sabe que ellos interpretan este tipo de acontecimientos de modo equivocado. De hecho, piensan que, si aquellos hombres han muerto así, cruelmente, es signo que Dios los ha castigado por alguna culpa grave que habían cometido; por decir: “se lo merecían”. Y en cambio, el hecho de ser salvados de la desgracia equivalía a sentirse “bien”. Ellos se lo merecían; yo estoy bien. Jesús rechaza claramente esta visión, porque Dios no permite las tragedias para castigar las culpas, y afirma que aquellas pobres víctimas no eran peores de los otros. Más bien, Él invita a sacar de estos hechos dolorosos una enseñanza que se refiere a todos, porque todos somos pecadores; de hecho, dice a aquellos que le habían interpelado: «Si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera» (v. 3)”.
“También hoy, frente a ciertas desgracias y a eventos dolorosos, podemos tener la tentación de “descargar” la responsabilidad en las victimas o incluso en Dios mismo. Pero el Evangelio nos invita a reflexionar: ¿Qué idea de Dios nos hemos hecho? ¿Estamos realmente convencidos que Dios es así, o esto no es otra cosa que nuestra proyección, un dios hecho “a nuestra imagen y semejanza”? Jesús, al contrario, nos invita a cambiar el corazón, a hacer una radical inversión en el camino de nuestra vida, abandonando los compromisos con el mal – y esto lo hacemos todos, ¿eh?, los compromisos con el mal – las hipocresías , pero yo creo que casi todos tenemos un poco de hipocresía – para retomar decididamente el camino del Evangelio. Pero esta ahí nuevamente, la tentación de justificarse: ¿De qué cosa debemos convertirnos? ¿No somos al fin y al cabo buenas personas – cuantas veces hemos pensado esto: pero, al fin y al cabo yo soy bueno, soy buena: y no es así, ¡eh! –, no somos creyentes, y hasta incluso bastante practicantes?’”.
“Lamentablemente, cada uno de nosotros se asemeja mucho a un árbol que, por años, ha dado múltiples pruebas de su esterilidad. Pero, para nuestra fortuna, Jesús se parece a ese agricultor que, con una paciencia sin límites, obtiene una aún otra prórroga más para la higuera infecunda: «Déjala por este año – dice el dueño – […] Veremos si así da frutos en adelante» (v. 9). Un ‘año’ de gracia: el tiempo del ministerio de Cristo, el tiempo de la Iglesia antes de su regreso glorioso, el tiempo de nuestra vida, marcado por un cierto número de Cuaresmas, que se nos ofrecen como ocasiones de arrepentimiento y de salvación. Un tiempo de un “año jubilar de la misericordia”. La invencible paciencia de Jesús, ¿Han pensado ustedes en la paciencia de Dios? Han pensado también en su irreducible preocupación por los pecadores, ¡cómo debería provocarnos a la impaciencia en relación a nosotros mismos! ¡No es jamás demasiado tarde para convertirse, jamás! (…) Jamás es tarde para convertirnos, pero ¡es urgente, es ahora! Comencemos hoy”.
“La Virgen María nos sostenga, para que podamos abrir el corazón a la gracia de Dios, a su misericordia; y nos ayude a no juzgar jamás a los demás, sino a dejarnos interpelar por las desgracias cotidianas para hacer un serio examen de conciencia y arrepentirnos”.
De la tregua en Siria y del socorro a los migrantes, Francisco habló luego del rezo de la oración mariana, cuando dijo que “mi oración, y desde luego la de ustedes, tiene siempre presente el drama de los prófugos que huyen de las guerras y de otras situaciones inhumanas. En particular, Grecia y otros países que están primera línea les están dando una ayuda generosa, que requiere la cooperación de todas las naciones. Una respuesta coral puede ser eficaz y distribuir equitativamente los pesos. Por ello es necesario apuntar con decisión y sin reservas a las negociaciones. Al mismo tiempo, he recibido con esperanza la noticia acerca del cese de las hostilidades en Siria, y los invito a todos a rezar para que este resquicio pueda dar alivio a la población sufriente y abra el camino al diálogo y a la paz tan deseada". ”.
“También deseo –concluyó- asegurar mi cercanía al pueblo de las Islas Fiyi, duramente azotado por un ciclón devastador. Rezo por las víctimas y por quienes están comprometidos en las operaciones de socorro”.
23/12/2015
02/05/2017 13:54