16/04/2025, 15.48
VATICANO
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Papa sobre el hijo pródigo: 'Dios siempre deja la puerta abierta'

Con la catequesis de hoy - que una vez más se ha difundido en forma escrita - Francisco comienza una nueva serie de reflexiones sobre las parábolas: "Nos provocan". Sobre el relato del padre y sus dos hijos: "Dondequiera que nos hayamos perdido, Dios viene a buscarnos". Un amor que acoge, como en el abrazo representado por Rembrandt. Esta mañana Francisco se reunió con el personal del Gemelli; mejora la salud del pontífice.

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Continúa el ciclo de catequesis jubilares preparadas para las audiencias generales de los miércoles. Como sucede desde hace varias semanas, hoy también se difundió solo el texto, debido a la convalecencia del Papa Francisco tras su ingreso en el Gemelli de Roma. Después de haber tratado algunos de los encuentros más significativos del Evangelio (como Nicodemo y Zaqueo), a partir de ahora las reflexiones se centran en las parábolas. “Tocan también nuestra vida. Nos provocan. Y nos piden tomar posición: ¿dónde estoy yo en este relato?”, dice el pontífice.

Bergoglio apareció los dos últimos domingo en la plaza de San Pedro, el pasado sin apoyo de oxígeno, y ayer la Sala de Prensa de la Santa Sede había comunicado que “El Papa Francisco continúa mejorando en su recuperación, registrando avances en su movilidad, respiración y voz”. “Para el oxígeno hay tiempos más largos en los que consigue prescindir de él. Respecto a los altos flujos, todavía hay un uso residual con fines terapéuticos, siempre en las horas nocturnas”. Esta mañana el pontífice se reunió cerca del Aula Pablo VI con 70 miembros del personal del Policlínico, de la Universidad Católica y de la Dirección de Sanidad e Higiene de la Ciudad del Vaticano,: la comunidad que lo atendió durante los 38 días que estuvo internado.

La primera catequesis sobre las parábolas está dedicada a la “más famosa, la que todos recordamos quizás desde que éramos pequeños: la parábola del padre y sus dos hijos (lectura de referencia: Lc 15,1-3.11-32, ndr)”, dice el papa Francisco. “En ella encontramos el corazón del Evangelio de Jesús, es decir, la misericordia de Dios”. Jesús - dice el evangelista - cuenta esta parábola a fariseos y escribas, que murmuraban a sus espaldas. Está “dirigida a aquellos que se han perdido, pero no lo saben y juzgan a los demás”. El pasaje cuenta la historia de un padre que tiene dos hijos. El más joven pide la herencia, se va y la derrocha. Reducido a la miseria, regresa y el padre lo recibe con alegría, mientras que el hermano mayor se indigna.

“El Evangelio quiere entregarnos un mensaje de esperanza, porque nos dice que sea cual sea el lugar en el que nos hayamos perdido, sea cual sea el modo en que nos hayamos perdido, ¡Dios viene siempre a buscarnos!”, añade. De las relaciones de este relato se desprende que “el amor es siempre un compromiso, siempre hay algo que debemos perder para ir al encuentro del otro”. El hijo menor tiene “hambre de afecto”. “Pero el amor es un don precioso, hay que tratarlo con cuidado. Él, en cambio, lo desperdicia, se malvende [...] al primer amo”, añade el pontífice. Y creer que se puede estar en una relación “solo como siervos”, pero es una “visión distorsionada del amor”, de la que podemos liberarnos.

“En nuestra relación con Dios vivimos precisamente esta experiencia”, dice Bergoglio, y a continuación habla del cuadro del pintor holandés Rembrandt (véase la foto), quien “representó de manera maravillosa el regreso del hijo pródigo”. “El joven tiene la cabeza rapada, como la de un penitente, pero también parece la cabeza de un niño, porque ese hijo está renaciendo. Y luego, las manos del padre: una masculina y otra femenina, para describir la fuerza y la ternura en el abrazo del perdón”, explica el papa Francisco en el texto.

El hijo mayor representa a aquellos para quienes se cuenta la parábola. “Paradójicamente, al final es precisamente el hijo mayor el que corre el riesgo de quedarse fuera de casa, porque no comparte la alegría de su padre”. Aunque "siempre se quedó en casa con el padre, sin embargo, estaba lejos de él, lejos con el corazón”. “El padre también sale a su encuentro. No lo regaña ni lo llama al deber. Solo quiere que sienta su amor. Lo invita a entrar y deja la puerta abierta”, concluye. “De hecho, este es el motivo de la esperanza: podemos tener esperanza porque sabemos que el Padre nos espera, nos ve desde lejos y siempre deja la puerta abierta”.

 

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