03/04/2022, 17.40
VATICANO - MALTA
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Papa en Malta: para Dios nadie es irrecuperable

Misa en la explanada de los Graneros de Floriana, frente a autoridades y 20 mil fieles. Contra las guerras, como la "sacrilega" de Ucrania, el Papa invitó a convertirse en "testigos incansables de reconciliación". No olvidar a los refugiados, los enfermos y los últimos del mundo. Exhortación a los jóvenes a entregar su vida al amor y a salvaguardar "sus raíces, abuelos y ancianos". La visita a la gruta de San Pablo y el encuentro con los migrantes.

 

La Valeta (AsiaNews) - Frente a los conflictos, las guerras que devastan la tierra - sobre todo la de Ucrania, a las puertas de Europa, a la que calificó como "sacrilega" - es fundamental convertirse en "testigos incansables de la reconciliación" porque "para Dios nadie es irrecuperable". Así lo afirmó hoy el Papa Francisco en la misa del quinto domingo de Cuaresma, que celebró en la explanada de los Graneros de Floriana, el mayor recinto al aire libre de Malta, durante su viaje apostólico de dos días. a la isla. Comentando el pasaje del Evangelio dedicado a la mujer adúltera, el pontífice exhortó a ir en busca de los pecadores para llevarlos de vuelta al corazón de Dios, porque así lo enseña Jesús con su ejemplo. Un amor incondicional, que une la miseria (de la mujer) con la misericordia (de Dios), recordándonos que todos necesitamos ser sanados de las heridas interiores y mirar a los demás con la mirada de Cristo.

Es el tercer pontífice que visita la isla después de san Juan Pablo II (en 1990 y 2001) y Benedicto XVI en 2010. Para Francisco, será un domingo tras las huellas de san Pablo, la segunda jornada de un viaje corto pero intenso de dos días, con la mirada puesta en los migrantes, los enfermos, los drogadictos, las víctimas de la guerra, los más pequeños del mundo que sufren las "anacrónicas pretensiones" de algunos "poderosos" tristemente "encerrados", como dijo ayer a su llegada.

El Papa celebró la misa en presencia de unos 20 mil fieles y representantes de las Iglesias cristianas y otras confesiones religiosas. Llegó a la explanada a bordo del papamóvil y saludó a la multitud presente, así como a las autoridades políticas y de la Iglesia local encabezadas por el arzobispo de Malta monseñor Charles Jude Scicluna. En el breve mensaje que dirigió al Papa, el prelado recordó la "rara humanidad" con la que los malteses acogieron a san Pablo y a las 275 personas que naufragaron con él. La visita, añadió, es una oportunidad para despertar "en nuestros corazones esa llama de la caridad y esa 'rara humanidad' que son fruto del Espíritu del Señor".

En su homilía el Papa elogió "al santo pueblo de Dios, que aquí en Malta es numeroso y vivaz", que vive una "fe concreta". En los acusadores de la adúltera, ve "la imagen de los que se jactan de ser justos, observantes de la ley de Dios, personas buenas y honestas". No reconocen a Jesús y lo ven "como un enemigo al que hay que quitar del medio", penetrados por el "gusano de la hipocresía" y "la mala costumbre de señalar con el dedo". En realidad, "el que cree que defiende la fe señalando con el dedo a los demás -dijo- podrá tener una visión religiosa, pero no abrazan el espíritu del Evangelio, porque se olvida de la misericordia, que es el corazón de Dios".

El episodio de la adúltera y sus acusadores pone en evidencia "a los que convierten la fe en un elemento de fachada, donde lo que se resalta es la solemnidad exterior pero falta la pobreza interior, que es el tesoro más valioso del hombre". Sin embargo, cuando “abrimos nuestro corazón a la verdad, ésta puede obrar maravillas en nosotros” porque Dios “siempre deja abierta una posibilidad y sabe encontrar caminos de liberación y salvación en cada oportunidad […] La vida de esa mujer cambió gracias al perdón. No hay pecado o fracaso que presentándolo a Él no pueda convertirse en ocasión para iniciar una vida nueva, diferente, en el signo de la misericordia. Este es el Señor Jesús. Solo lo conocen verdaderamente quienes han experimentado su perdón".

El pontífice se dirigió luego a los jóvenes en el Ángelus, recordándoles la belleza de Jesús e invitándolos "a entregar la vida al amor que nos hace libres" sin olvidar "las raíces" que son "los abuelos, los ancianos" con los que tenemos que hablar para mantener viva la memoria. Como conclusión de la oración mariana, el Papa Francisco renovó la invitación a rezar por la paz y "por la tragedia humanitaria" que se vive en Ucrania, víctima de la ofensiva lanzada por Rusia, una tierra "martirizada" en la que se libra una guerra que él sigue calificando como "sacrílega".

Esta mañana temprano, después de un breve encuentro privado con los miembros de la Compañía de Jesús, el Papa visitó en Rabat, a las afueras de las murallas de Medina, la Gruta de san Pablo, donde el apóstol se alojó después del naufragio. En un ambiente festivo, fue recibido en la cueva donde, según la tradición, vivió el apóstol de los gentiles durante los tres meses que pasó en la isla cuando naufragó el barco que lo llevaba a Roma, evento que recuerda la reproducción de un barco sobre el que arde una vela. En la basílica paulina, el pontífice rezó y encendió una lámpara votiva y después firmó el Libro de Honor y saludó a los 14 líderes religiosos presentes. Recordando la historia de san Pablo en la isla y el espíritu de sus habitantes, “gente pagana de buen corazón”, el pontífice señaló que “no había tiempo para discusiones, juicios, análisis y cálculos; era el momento de ayudar; dejaron sus ocupaciones y así lo hicieron”. A continuación tuvo lugar un encuentro dentro de la basílica con los enfermos y necesitados que atiende la Caritas local (que coordina las actividades de 26 organizaciones de ayuda), algunos de las cuales se encuentran alojados en la "Casa del Papa Francisco" de Santa Venera.

El último evento del viaje del Papa a Malta tendrá lugar esta tarde y también está relacionado con el tema de la hospitalidad. Se encontrará con doscientos migrantes en el pequeño teatro del Peace Lab dedicado a San Juan XXIII, en Hal Far. Fundada en 1971 por el sacerdote franciscano Dionysus Mintoff, la casa hoy aloja a 55 de los inmigrantes más indefensos, rechazados e indocumentados, sobre todo procedentes de países africanos como Malí, Eritrea, Etiopía, Guinea y Senegal.

 

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