Papa en Colombia: sólo Jesús puede dispersar las “densas tinieblas que amenazan la vida”
Un millón de personas en la primera misa celebrada por Francisco en su viaje a Colombia. Las tinieblas de la injusticia social, de los intereses de quien explota para sí lo que está destinado a todos, del irrespeto por la vida, de la sed de venganza, de la insensibilidad frente al dolor de tantas víctimas.
Bogotá (AsiaNews) – En Colombia, como en otros lugares, “hay densas tinieblas que amenazan y destruyen la vida”. La primera misa de su viaje a Colombia, celebrada ayer por el Papa, estuvo dedicada a la paz y a la vida. Son las tinieblas “de la injusticia social”, las “corruptoras de los intereses personales o grupales, que consumen de manera egoísta y desaforada lo que está destinado para el bienestar de todos”, las del “irrespeto por la vida humana” que “siegan a diario la existencia de tantos inocentes, cuya sangre clama al cielo”; las de la sed de venganza y de odio “que manchan con sangre humana las manos de quienes se toman la justicia por su cuenta” las de aquellos que permanecen “insensibles” frente al dolor de tantas víctimas.
A pesar de la lluvia que caía de a ratos, un millón de personas (en la foto) se congregaron en el gran parque capitalino de Simón Bolívar para escuchar al Papa. En medio de ellas incluso había víctimas de la guerra civil y grupos de venezolanos, con la banderas y la imagen de su patrona, la Virgen de Coromoto. Francisco incluso tuvo un breve encuentro con algunos obispos del país vecino. Entre la multitud había un grupo de discapacitados, ante los cuales Francisco se detuvo y que lo acompañaron por un breve tramo hasta los pies del escenario.
En la homilía, al comentar el pasaje del Evangelio de Lucas, en el cual Jesús predica junto al Mar de Galilea, entendido éste como “la inmensidad donde conviven todos los pueblos”, Francisco dijo que Colombia, tierra de “inimaginable fecundidad” podría “dar frutos para todos”, pero “existen densas tinieblas que amenazan y destruyen la vida”. Y sólo Jesús es capaz de dispersarlas.
Como sucedió en Colombia, también la Iglesia local “sabe de trabajos pastorales vanos e infructuosos”, pero ha confiado en Cristo “cuya palabra suscita fecundidad incluso allí donde la inhospitalidad de las tinieblas humanas hace infructuosos tantos esfuerzos y fatigas”. Porque la invitación evangélica de “echar las redes” no está dirigida solamente a Simón Pedro; a él, explica, le ha tocado navegar mar adentro, como a aquellos que en Colombia “han visto primero lo que más urge, aquellos que han tomado iniciativas de paz, de vida”. Echar las redes entraña “responsabilidad”. “En Bogotá y en Colombia peregrina una inmensa comunidad, que está llamada a convertirse en una red vigorosa que congregue a todos en la unidad, trabajando en la defensa y en el cuidado de la vida humana, particularmente cuando es más frágil y vulnerable”. Y dichas comunidades “pueden llegar a ser verdaderas comunidades vivas, justas y fraternas si escuchan y acogen la Palabra de Dios”. Así serán evangelizadas y podrán seguir a Jesús, amando “la vida en todas sus etapas”, respetándola y promoviéndola.
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