Papa desde Gemelli: 'Cuidar a los enfermos: el milagro de la ternura'
Francisco presenta una “leve mejoría”. En el texto del Ángelus habló de la Cuaresma como un “camino penitencial” e invocó la paz para Ucrania, Palestina, Israel y Siria, víctima de nuevas violencias. Hoy se celebró el Jubileo del mundo del voluntariado y estuvieron presentes cerca de 30.000 personas. En la homilía que leyó el Card. Czerny, a los voluntarios les dijo: "Sirvan al prójimo sin servirse del prójimo".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – “La noche ha sido tranquila, el Papa está descansando”, dice la última actualización, que se dio a conocer esta mañana, sobre la salud del Papa Francisco, hospitalizado desde el 14 de febrero en el Policlínico Gemelli de Roma. Ayer por la tarde la comunicación diaria de la Oficina de Prensa informaba una “ligera mejoría” y que las condiciones clínicas “se han mantenido estables en los últimos días”, con “una buena respuesta al tratamiento”. A pesar de la hospitalización, este domingo también se publicó el texto del Ángelus, donde el pontífice abordó diversos temas como la Cuaresma, el “don de la paz”, la enfermedad y el voluntariado.
“Un camino penitencial de cuarenta días que nos llama a la conversión del corazón y nos conduce a la alegría de la Pascua”, dijo el Papa Francisco con respecto a la Cuaresma que comenzó el miércoles pasado con el rito de la ceniza. “Comprometámonos para que este sea un tiempo de purificación y renovación espiritual, un camino de crecimiento en la fe, la esperanza y la caridad”, continúa en el texto del Ángelus que se difundió este domingo.
El Papa pidió también por la paz, "especialmente en la atormentada Ucrania, en Palestina, en Israel, en el Líbano y en Myanmar, en Sudán y en la República Democrática del Congo", y nombró con preocupación a Siria, donde la violencia ha estallado nuevamente en los últimos días en las aldeas alauitas, en la costa y en las orillas del Orontes, el río más grande del país. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, ya hay al menos 745 víctimas, entre ellas mujeres y niños. “Espero que [la violencia] termine definitivamente, con pleno respeto a todos los componentes étnicos y religiosos de la sociedad, sobre todo a los civiles”.
En relación con su hospitalización en Roma, Bergoglio agradeció especialmente a quienes lo cuidan en estos días. “Experimento la delicadeza del servicio y la ternura de los cuidados, sobre todo por parte de los médicos y de los profesionales de la salud, a quienes agradezco de corazón”. El tiempo transcurrido entre las paredes del Policlínico es también una ocasión para pensar en "tantas personas que de diferentes maneras están cerca de los enfermos y son para ellos un signo de la presencia del Señor". Una luz de esperanza en la oscuridad y la agonía de la enfermedad y la soledad. “Necesitamos esto, necesitamos el ‘milagro de la ternura’ que acompaña a los que están en la prueba, llevando un poco de luz en la noche del dolor”.
“Quisiera agradecer a todos aquellos que me están manifestando su cercanía en la oración: ¡gracias de corazón a todos!”, añadió el Papa Francisco. Desde hace más de veinte días, en efecto, muchos fieles se reúnen fuera del hospital romano para rezar por la salud del pontífice, así como todas las tardes en la Plaza de San Pedro para rezar el Santo Rosario. “Los acompaño desde aquí”, había dicho Bergoglio hace tres días en un audio grabado. “Yo también rezo por ustedes. Y me uno espiritualmente a todos aquellos que en los próximos días participarán en los Ejercicios Espirituales de la Curia Romana”, añadió hoy, recordando el encuentro que concluirá el viernes 14 de marzo.
“El voluntariado es profecía y signo de esperanza, porque da testimonio del primado de la gratuidad, de la solidaridad y del servicio a los más necesitados”. Con estas palabras Bergoglio recordó también el Jubileo del mundo del voluntariado, que se celebra este domingo en el Vaticano. Cerca de 30.000 voluntarios estuvieron presentes en la Plaza de San Pedro en la Santa Misa de las 10.30. El Papa Francisco confió sus palabras de la homilía a la voz del Card. Michael Czerny. Con respecto al pasaje evangélico (Lc 4,1-13) que acompaña el inicio de la Cuaresma, donde se narran las tentaciones de Jesús en el desierto durante cuarenta días, señaló: «Reflexionemos en el hecho de que nosotros también somos tentados, pero no estamos solos: Jesús está con nosotros».
Luego habló de tres aspectos de la tentación de Jesús: el inicio, el modo y el desenlace. Refiriéndose al primero, afirmó: "La tentación de Jesús es deseada; el Señor va al desierto no por arrogancia, para demostrar lo fuerte que es, sino por su filial disponibilidad al Espíritu del Padre, a cuya guía se confía con prontitud. Nuestra tentación, en cambio, nos es impuesta; el mal precede nuestra libertad, la corrompe íntimamente como una sombra interior y una insidia constante”. En segundo lugar, señaló que en el pasaje podemos percibir "el modo singular con el que Cristo es tentado", es decir "concretamente, en la relación con Dios, su Padre". “El diablo es el que separa, el que divide, mientras Jesús es el mediador que une a Dios y al hombre. En su perversión, el demonio quiere destruir este vínculo”, explicó.
Con respecto al tercer aspecto, el desenlace de las tentaciones, afirmó que “Jesús, el Cristo de Dios, vence al mal. Él rechaza al diablo, que sin embargo volverá a tentarlo 'en el momento oportuno' (v. 13). Así dice el Evangelio, y lo recordaremos cuando escuchemos una vez más que, en el Gólgota, le dicen a Jesús: 'Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz' (Mt 27,40; cf. Lc 23,35). En el desierto el tentador es derrotado, pero la victoria de Cristo todavía no es definitiva; lo será en su Pascua de muerte y resurrección". Por último, dirigiéndose a los presentes que acuden a Roma por el Jubileo, afirmó: "Y ya que, a lo largo del recorrido, necesitamos esa buena voluntad, que el Espíritu Santo siempre sostiene, me alegro de saludar a todos los voluntarios que hoy están presentes […]. Les agradezco mucho, queridos voluntarios, porque siguiendo el ejemplo de Jesús, ustedes sirven al prójimo sin servirse del prójimo. […] En los desiertos de la pobreza y de la soledad, tantos pequeños gestos de servicio gratuito hacen germinar brotes de una nueva humanidad”.