Papa a los misioneros: sólo el Evangelio mantiene viva la esperanza del mundo

La audiencia al Capítulo de los Oblatos de María Inmaculada que están presentes en 70 países del mundo. “Es un drama cuando los ministros de la Iglesia abandonan a los pobres. Déjense evangelizar por el encuentro con ellos”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - “Déjense evangelizar por los pobres que evangelizan”, dijo esta mañana el Papa Francisco en el Vaticano a los misioneros Oblatos de María Inmaculada. La congregación se ha reunido en estos días para su Capítulo, durante el cual ha elegido como nuevo superior general al sacerdote español Luis Ignacio Rois.

“Como discípulos de Jesús y seguidores de su fundador san Eugenio de Mazenod -les dijo el Papa Francisco- han sido llamados a llevar el Evangelio de la esperanza, de la alegría y la paz” a un mundo que, “si por un lado parece haber alcanzado metas que parecían inalcanzables, por el otro sigue siendo esclavo del egoísmo y lleno de contradicciones y divisiones. El grito de la tierra y el de los pobres, las guerras y conflictos que derraman sangre en la historia humana, la angustiosa situación de millones de migrantes y refugiados, una economía que hace cada más ricos a los ricos y cada vez más pobres a los pobres, son algunos aspectos de un escenario donde sólo el Evangelio puede mantener encendida la luz de la esperanza”.

Francisco recordó que en los orígenes de esta congregación religiosa su fundador, de Mazenod, se convirtió él mismo en caminante, "caminando con sus primeros compañeros por los pueblos de su Provenza natal, predicando las misiones populares y reconduciendo a la fe a los pobres que se habían alejado y que hasta los ministros de la Iglesia habían abandonado. Es una drama -subrayó- cuando los ministros de la Iglesia abandonan a los pobres”. Hoy los Oblatos de María Inmaculada están presentes en 70 países del mundo, incluyendo muchos de Asia. “A esta Iglesia, a la que el Fundador les ha enseñado a amar como a una madre -dijo el Papa-, ofrézcanle su impulso misionero y su misma vida, participando en su éxodo hacia las periferias del mundo amado por Dios y viviendo un carisma que los lleva a los que están más lejos, a los más pobres, a los que nadie llega”.

En este camino, el pontífice señaló la importancia de dos dimensiones: la esperanza y la comunión. “Ser misioneros de la esperanza - explicó - significa saber leer los signos de su presencia oculta en la vida cotidiana de las personas. Aprender a reconocer la esperanza entre los pobres a los que ustedes han sido enviados, que muchas veces son capaces de encontrarla en medio de las situaciones más difíciles. Déjense evangelizar por los pobres que evangelizan: ellos les enseñan el camino de la esperanza, para la Iglesia y para el mundo”. En cuanto a la comunión "hoy -observó Francisco- es un desafío del que puede depender el futuro del mundo, de la Iglesia y de la vida consagrada. Para ser misioneros de la comunión debemos vivirla ante todo entre nosotros, en nuestras comunidades y en las relaciones recíprocas, y después cultivarla con todos sin excepción.Que el Buen Samaritano del Evangelio sea un ejemplo y un estímulo para hacerlos cercanos a cada persona, con el amor y la ternura que lo llevaron a cuidar al hombre que habían asaltado y herido".

Por último, haciendo referencia a la atención que se ha dedicado en el capítulo al tema del compromiso en favor del cuidado de la creación como casa común, el pontífice animó a los Oblatos de María Inmaculada a seguir trabajando en esa dirección. “Nuestra madre tierra nos alimenta sin pedir nada a cambio; depende de nosotros entender que no puede seguir haciéndolo si nosotros no la cuidamos también. Todos son aspectos de esa conversión a la que el Señor nos llama continuamente. Volver al Padre común - concluyó el Papa Francisco -, volver a las fuentes, volver al primer amor que los impulsó a dejarlo todo para seguir a Jesús: ésa es el alma de la consagración y de la misión”.