Papa a los jóvenes: miren a los pueblos que necesitan a Jesús, como Francisco Javier
En la audiencia general el pontífice habló sobre “la inquietud de ir siempre más allá” que marcó la vida del jesuita patrono de las misiones y gran apóstol de Asia. “Hoy también hay muchos misioneros valientes; pienso, por ejemplo, en los de Papua Nueva Guinea”. La mirada de Francesco Javier sobre China y su muerte en la isla de Sancian, a las puertas de este gran país, “un símbolo para el tiempo de hoy”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - “Ustedes jóvenes, que se sienten inquietos pero no saben qué hacer: miren a san Francisco Javier, miren el horizonte del mundo, miren a los pueblos y a tanta gente que sufre y que tiene necesidad de conocer a Jesús. Miren y vayan ustedes también, tengan coraje”, dijo hoy el Papa Francisco a los jóvenes varones y mujeres de todo el mundo al terminar la audiencia general del miércoles en la Plaza de San Pedro.
En su ciclo de catequesis dedicado al celo apostólico, el Papa se centró en la figura del jesuita español, el gran evangelizador de Asia. “Algunos dicen que es el mayor misionero de los tiempos modernos -comentó Francisco-, pero no se puede decir quién es el mayor y quién es más pequeño. Incluso hoy en día hay muchos misioneros ocultos que hacen mucho más que san Francisco Javier. Es el patrono de las misiones católicas, como santa Teresa del Niño Jesús, pero un misionero es grande cuando va. Y hay muchos, muchos sacerdotes, religiosas, laicos que van a las misiones, también desde Italia. Cuando me presentan algún sacerdote como candidato a obispo, muchas veces veo que lleva 10 años de misión en ese lugar. Esto es grande, ha dejado su tierra para predicar el Evangelio. Esto es celo apostólico. Y eso hay que cultivarlo mucho; mirando a estos hombres y mujeres nosotros aprendemos”.
Francisco repasó luego las etapas de la vida de Francisco Javier, que era "un joven de mundo" que "dejó toda su vida mundana para hacerse misionero". Llegó hasta Goa, en la India, que en ese momento era la capital del Oriente portugués y allí puso su base. “pero no se quedó allí. Fue a evangelizar a los pobres pescadores de la costa meridional de la India, enseñando catecismo y oraciones a los niños, bautizando y cuidando a los enfermos. Después, durante una oración nocturna ante la tumba del apóstol san Bartolomé, sintió que debía ir más allá de la India y zarpó valientemente hacia las Molucas, las islas más lejanas del archipiélago de Indonesia”.
“Entonces un día, en la India – recordó el Papa – se encontró con un japonés, que le habló de su lejano país, donde todavía no había llegado ningún misionero europeo. Y Francisco Javier tenía la inquietud del apóstol, la de ir siempre más allá, y decide partir lo antes posible, y llega allí después de un viaje lleno de aventuras en el junco de un chino. Los tres años en Japón son durísimos, por el clima, la oposición y el desconocimiento de la lengua, pero aquí también las semillas plantadas darán grandes frutos".
Hasta el último sueño que no pudo realizar, el de China: “él comprendió que China, con su cultura, su historia, su grandeza, ejercía de hecho el predominio en toda esa parte del mundo. Y hoy China sigue siendo un polo cultural con una gran historia”. Francisco Javier murió el 3 de diciembre de 1552 en la pequeña isla de Sancian, frente a las costas de China, esperando en vano poder desembarcar en tierra firme cerca de Cantón". A los 46 años, envejecido por una vida dedicada a proclamar el Evangelio, murió en total abandono, acompañado solo por un chino que lo cuidaba. “Esto es todo un símbolo”, comentó el Papa.
La intensa actividad de Francisco Javier “estuvo siempre unida a la oración -añadió- a la unión mística y contemplativa con Dios. Dondequiera que estaba, cuidaba mucho de los enfermos, los pobres y los niños. No era un misionero "aristocrático", iba siempre con los más necesitados y allí creció en grandeza. El amor de Cristo fue la fuerza que lo llevó hasta los confines más lejanos, en medio de continuas penalidades y peligros, superando fracasos, decepciones y desánimos, y más aún, este le daba consuelo y alegría para seguirlo y servirlo hasta el final".
“Que el Señor nos dé un poco de este celo – concluyó el Papa – de vivir y anunciar el Evangelio. Incluso hoy en día hay jóvenes valientes. Pienso, por ejemplo, en tantos misioneros de Papua Nueva Guinea, en jóvenes amigos míos que están en la diócesis de Vanimo, en todos los que han ido a evangelizar. Que el Señor nos dé a todos la alegría de evangelizar, la alegría de llevar adelante este mensaje tan hermoso que nos hace felices a nosotros y a todos”.
Por último, cuando saludó a los grupos presentes, Francisco recordó como siempre al pueblo ucraniano. “Hay mucho sufrimiento – recordó – oremos por los niños, por los heridos, por los que han muerto. Para que vuelva la paz".
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