Pagodas e inscripciones partidistas: la "sinicización" de la mezquita de Najiaying
Las autoridades han completado la transformación de uno de los lugares simbólicos del Islam chino. Los minaretes han sido derribados, mientras que una frase a la entrada llama a la obediencia y la gratitud a Beijing. Un cambio que también afecta a otras mezquitas de la zona, donde vive una importante comunidad musulmana Hui. En cuanto a las iglesias, está prohibida la entrada a los niños.
Beijing (AsiaNews) - "Obedece al partido. Sé agradecido al partido. Seguir al partido". El proceso de "sinicización" de las religiones impuesto por el presidente Xi Jinping no perdona al islam, como se desprende en estos días de lo sucedido en la mezquita de Najiaying, en Yunnan, escenario el año pasado de enfrentamientos entre fieles y policía. De hecho, las autoridades han demolido parte de la estructura, borrando los característicos minaretes, para darle una forma más "acorde" con la ideología del Partido Comunista. Y acompañándola de una inscripción en el exterior, compartida en las redes sociales y la web, que "reescribe" los dictados de la fe musulmana. Un vecino de la zona llamado Ma, entrevistado por Radio Free Asia (Rfa), informa de la reapertura del edificio tras meses de obras que distorsionaron su imagen: "Ha sido renovado", dice, "y la cúpula se ha transformado en un edificio de estilo chino tras su demolición".
Un cambio radical que no sólo afecta al lugar de culto de Najiaying, sino que ha implicado a todas las mezquitas de la zona, donde existe una importante comunidad musulmana Hui víctima de profundas convulsiones destinadas a cambiar su identidad. Y a transformar la "sumisión" a Alá y al profeta Mahoma que expresa la palabra islam, en obediencia ciega a los dictados de Beijing y de su líder Xi Jinping. Las destrucciones, parte de la política de "sinicización", alcanzaron su punto álgido en 2017, convirtiéndose en una represión abierta y nacional que afectó a las actividades y lugares de culto cristianos, budistas, musulmanes y tibetanos.
La mezquita de Najiaying data del siglo XIII y era un lugar de culto musulmán inspirado en un templo de estilo chino. El edificio actual es el resultado de una renovación en 2004, con la construcción de una cúpula de estilo árabe y cuatro torres, capaz de albergar hasta 3.000 personas para la oración. Hoy, la mezquita es un importante lugar de culto para la comunidad musulmana local, no sólo para los fieles sino para las propias autoridades, que querían restaurarla a su antiguo estilo chino como parte de un proyecto más amplio de "sinicización" de los lugares de culto y las religiones. Una política que desencadenó la revuelta de los fieles de la zona que, el pasado mes de mayo y en varias ocasiones, protagonizaron durísimos enfrentamientos con la policía, pero que no sirvió para proteger la antigua estructura.
"Cerca del 90% de las mezquitas de la zona", concluye Ma (que no quiso dar su apellido por miedo a ser identificado), "ya han sido cambiadas" en nombre de la política impuesta por el partido.
Según Ma Ju, erudito musulmán de origen chino que vive en Estados Unidos y tiene lazos bien establecidos con la comunidad islámica de Nagu, la intromisión de las autoridades en los asuntos religiosos de Najiaying no se ha limitado a la estructura externa de la mezquita. También se han producido presiones e imposiciones por parte de las autoridades dirigidas a introducir cambios organizativos y de gestión en el lugar de culto. "Las autoridades también han aprovechado el proceso de reconstrucción para reorganizar el comité de gestión de la mezquita, elegido democráticamente", acusa Ma Ju. "Ahora no hay elecciones democráticas, sino nombramientos realizados directamente por la oficina gubernamental de Asuntos Religiosos y el Departamento de Trabajo del Frente Unido", que, bajo la dirección del partido, se encarga de "corregir" el rumbo de las organizaciones y grupos externos para que sigan la línea oficial. "Varias escuelas relacionadas con la mezquita", concluye el erudito islámico, "han sido prohibidas y no se permite la entrada a los niños [como ocurrió en otras zonas con las iglesias cristianas]". Se hace eco de él el comentarista de actualidad Guo Min, según el cual los carteles recuerdan a los musulmanes que en China el Partido Comunista es el "poder supremo". "El Partido Comunista", advierte el experto, "exige ahora a todos los creyentes que amen a su país y a su religión y afirma que el patriotismo forma parte del Islam".
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