P. Romanelli: 'La tregua es un paso muy esperado, pero el camino hacia la paz es largo'
Párroco de la iglesia de la Sagrada Familia en la Franja: "Damos gracias a Dios y seguimos rezando para que se respeten los compromisos. Estamos esperando conocer los detalles sobre el regreso a Gaza City de cientos de miles de personas que se encuentran en el sur y la posibilidad de sacar a los heridos que necesitan atención especial". Los obispos católicos de Tierra Santa a los referentes políticos y a la comunidad internacional: "Que ahora se adopte un enfoque político claro y justo para una paz duradera".
Milán (AsiaNews) – En Gaza, la noticia que se esperaba con impaciencia fue recibida rezando por la paz. Tal como se ha hecho cada noche durante estos interminables 15 meses de muerte y destrucción. En la parroquia latina de la Sagrada Familia, la pequeña comunidad católica de la Franja, la noticia del alto el fuego también ha traido cierto alivio. “La gente está festejando porque, como ha dicho muchas veces el Papa Francisco, la guerra es una derrota para todos”, comentó el párroco, el padre Gabriel Romanelli, en un vídeo en español que publicó en su perfil de Facebook ayer por la noche. “La tregua - explica allí - es una buena noticia, aunque su implementación será muy complicada. El mecanismo es largo y complejo, algunos detalles todavía no se han dado a conocer. Pero se sabe que liberarán a los rehenes israelíes que llevan casi un año y medio sufriendo, privados de su libertad. Y, por otro lado, a los prisioneros palestinos que están en manos del Estado de Israel, pero de los cuales todavía no se ha dado a conocer la lista”.
Además de la retirada de los militares y el permiso para el ingreso de ayuda humanitaria, hay otros dos aspectos a los que se presta especial atención en la parroquia de la Sagrada Familia, que se encuentra en Gaza City, en el devastado norte de la Franja de Gaza. "Se habla del regreso de la gente aquí al norte de Gaza, pero hasta ahora hay pocos detalles sobre este tema - explica el padre Romanelli en el vídeo -. Del millón cien mil habitantes que vivían en esta zona antes de la guerra, hemos quedado 400 mil. Así que hay cientos de miles de personas en el sur que viven en tiendas de campaña, en caravanas o en contenedores, y que están esperando para regresar. Y luego está la cuestión del enorme número de heridos que necesitan atención médica urgente, sobre todo en el extranjero, "porque aquí la mayor parte del sistema de salud ha quedado destruido por los bombardeos". Hay más de diez mil personas heridas o gravemente enfermas que esperan permisos para salir de la Franja de Gaza para recibir tratamiento. Muchas están muy graves".
“El alto el fuego no soluciona el conflicto, pero es un paso absolutamente necesario”, nos decía hace algunos días el sacerdote argentino de la congregación del Verbo Encarnado, que el 7 de octubre de 2023 se encontraba fuera de la Franjas y recién logró regresar a Gaza en mayo. Aquí trabaja junto con otro sacerdote de su congregación, el P. Yusuf Asad, egipcio, las religiosas de su misma congregación y algunas Misioneras de la Caridad, las hermanas de la Madre Teresa. “Será un largo camino - añadió hoy - pero damos gracias a Dios por esta tregua. Y rezamos para que se respeten los compromisos y éste sea el principio del fin de esta guerra, que traiga verdaderamente paz entre Palestina e Israel. Una paz basada en la justicia y la reconciliación."
“En estos meses la comunidad cristiana ha sufrido lo mismo que han sufrido todos los demás: nuestros vecinos musulmanes, los civiles, las familias del barrio”, sigue diciendo el misionero, que ha hecho todo lo posible para responder a las necesidades primarias de los cristianos, en su mayoría ortodoxos griegos, que se han refugiado en la parroquia, y de la población musulmana de los alrededores. “Actualmente somos cerca de quinientos en el recinto de la Sagrada Familia. Hemos tenido que transformar las aulas del colegio en habitaciones para las familias, pero de todos modos tratamos de continuar con la instrucción de los niños y jóvenes para que no pierdan el año escolar”. Para ellos también se organizan algunas actividades educativas y recreativas, - sobre todo a cargo de las religiosas -, una especie de oratorio, para crear un mínimo sentido de normalidad en un contexto donde ya nada es normal.
“Tengo miedo de los bombardeos y sueño con volver a nuestra casa, pero la destruyeron - escribió hace unas semanas Natalie, de 9 años -. Me siento muy triste y asustada porque todos los día escuchamos y vemos bombas y destrucción. Odio la guerra y sueño con volver a sentirme segura. Lloro cada vez que salgo de la iglesia porque tengo miedo. Mis padres me dicen constantemente que Jesús nos protege, pero tengo miedo y lloro porque no quiero perder a nadie de mi familia”. “Cuando nos asediaban - escribe otro niño refugiado en la parroquia, Amir, de 11 años - temí que en cualquier momento pudiera morir. Pienso en los fabricantes de armas. ¿Por qué hacen esto? Están matando a personas inocentes. Pedimos a Jesús que termine la guerra. Pedimos a todos los cristianos que recen por nosotros”.
Al futuro de estos niños y a la necesidad de comenzar verdaderamente una nueva página para los pueblos de esta tierra, se orienta también la declaración que difundieron esta mañana los obispos católicos de Tierra Santa sobre el alto el fuego. “Somos conscientes – dicen – de que el fin de la guerra no significa el fin del conflicto. Una paz auténtica y duradera sólo se puede lograr mediante una solución justa que afronte las causas profundas de este prolongado conflicto. Oramos para que este alto el fuego traiga serenidad y alivio a todos. Que este momento de calma permita a todos encontrar consuelo, reconstruir la propia vida y mirar al futuro con esperanza”.
Los obispos afirman que esperan “con impaciencia” el regreso de los peregrinos a la Tierra Santa, “pensada para ser un lugar de oración y de paz”, e invitan a seguir mirando al futuro “con esperanza inquebrantable”. “Que este alto el fuego inspire nuevos esfuerzos de diálogo, la comprensión recíproca y una paz duradera para todos - dicen -. Al comenzar el Año Jubilar dedicado a la esperanza que no defrauda, leemos en este acontecimiento un signo que nos recuerda la fidelidad de Dios".
Por último, los obispos piden a los dirigentes políticos y a la comunidad internacional que “adopten un enfoque político claro y justo para la posguerra”. Un futuro construido sobre la base de la dignidad, la seguridad y la libertad para todos los pueblos es un requisito previo para una paz verdadera y duradera. “Exhortamos a todas las partes a implementar las medidas inmediatas ya acordadas y a negociar de buena fe las fases futuras del acuerdo”.
03/02/2024 15:47
20/05/2024 13:43