P. Romanelli, bajo las bombas y cerca de los enfermos de Gaza
Enfermo de cáncer, el sacerdote argentino de la congregación del Verbo Encarnado ha decidido quedarse en la Franja para apoyar a los pocos cristianos que quedan. Habla de las dificultades para obtener tratamiento médico, las injusticias que deben sufrir los habitantes de Gaza y las actividades de su parroquia.
Buenos Aires (AsiaNews).- Todavía no se había repuesto de la última aplicación de quimioterapia cuando, dos días antes de la tregua acordada entre Israel y Hamas, supo que bombardearían un edificio a cuarenta metros de su iglesia, la única parroquia católica de Franja de Gaza. Con una fuerza que atribuye sólo a la gracia de Dios, el padre Gabriel Romanelli reunió a los niños que mantenían refugiados allí y les propuso ponerse a dibujar. Así, acompañando a los más pequeños, transitó el bombardeo más cercano que le haya tocado vivir en los veinticinco años que lleva en Medio Oriente.
Misionero del Instituto del Verbo Encarnado, congregación nacida como él en Argentina, Romanelli es el único argentino de la Franja. Desde su adolescencia en Buenos Aires supo que quería consagrar su vida a Dios y anunciar la Buena Nueva en lugares donde "había gente que sufría por la fe". Y así lo viene haciendo desde 1995, primero en Egipto, luego en Jordania, Israel, Palestina y, desde hace dos años, en la Franja de Gaza.
En setiembre pasado le detectaron un tumor maligno en el colon, se lo extirparon y le prescribieron seis meses de quimioterapia. “El sistema de salud en la Franja de Gaza es muy deficiente y limitado. Durante guerra contaron, gracias a Dios, con la ayuda de Egipto para los heridos más graves, pero para los tratamientos de cáncer hay cosas que se pueden hacer y otras que no”, explicó el padre Romanelli a Asia News. Afortunadamente la medicación que él necesitaba estaba disponible y pudo recibir las aplicaciones sin interrumpir su actividad en la parroquia.
Sin embargo, según denuncian varias organizaciones de derechos humanos, hay muchos pacientes de cáncer en Gaza que no pueden recibir tratamiento médico y deben ir a Israel u otras localidades de Palestina. El problema es que no siempre pueden hacerlo porque no los autorizan a cruzar fronteras. “Ahora parece que han aligerado algunas restricciones, pero sigue habiendo personas que necesitan tratamiento. De hecho, una señora de nuestra parroquia tiene cáncer y desde hace mucho tiempo no le dan permiso para ir a otros lugares de Palestina, a Jordania o a Jerusalén, donde tienen mejores medios”, siguió diciendo el sacerdote. “El sistema de salud [en Gaza] es muy limitado y ha empeorado aún más por la pandemia y el reciente conflicto. Aunque ahora hay indicios de que está mejorando, la situación sigue siendo crítica”, añadió.
Los problemas de Gaza, sobre la que pesa desde hace doce años un embargo económico israelí, también se reflejan en la disminución del número de cristianos. Según los datos proporcionados por el padre Romanelli, hay 133 católicos, 13 de los cuales son religiosos, y junto con los greco-ortodoxos, con los que trabajan mancomunadamente, suman un total de 1077 cristianos en medio de dos millones de habitantes. Hace quince años en la Franja vivían 3.500 cristianos y 206 católicos. “Muchos se han ido. Por eso nos empeñamos en trabajar y pedimos a Dios que no se pierda la fe”, comentó el padre Gabriel.
Los cristianos de Gaza, dijo, “son descendientes de los primeros discípulos de Cristo. Navidad para ellos significa Belén, donde tienen parientes y Pascua significa Jerusalén. Podrían visitar esos lugares santos al menos una o dos veces año, pero los que tienen entre 16 y 35 años de edad no pueden hacerlo porque no los dejan salir, a los jóvenes se les priva de ese derecho”.
Del carisma de su congregación, el Verbo encarnado, el padre Romanelli valora el hecho de presentarse como católicos “sin dobleces ni ambages, con caridad, prudencia y paciencia, pero sin esconder la identidad católica. En Palestina no hay persecución, pero al ser una minoría es difícil dar testimonio de Cristo”. No obstante, en tiempos de paz su parroquia está siempre llena de gente. Tienen dos escuelas cuyos alumnos son en su mayoría musulmanes, y muchas actividades de formación doctrinal y oración para adultos y jóvenes, un oratorio para niños y numerosas obras de caridad. A través de estas últimas, dijo el sacerdote, “manifestamos a quien amamos y en quien creemos: Jesucristo”.
13/06/2017 13:00
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