P. Lembo: el covid ha trastornado a Japón

de Alessandra De Poli

Concentrado en la preparación de las Olimpíadas, el gobierno japonés comprendió demasiado tarde la gravedad de la situación. La pandemia ha exacerbado los problemas existentes y ha provocado otros nuevos. Pero el padre Andrea Lembo cree que los japoneses también han comprendido que "el hombre solo muere, mientras la solidaridad hace vivir".

Tokio (AsiaNews) - En muchos países, la pandemia de covid-19 ha llevado al extremo tensiones que ya existían o ha catalizado procesos que ya estaban en marcha. En Japón, donde se estaban preparando los Juegos Olímpicos, el coronavirus ha trastornado todos los planes.

"El gobierno japonés comprendió demasiado tarde la gravedad de la situación; hasta último momento esperaba que los Juegos pudieran desarrollarse en una situación de normalidad", explicó a AsiaNews el padre Andrea Lembo, misionero italiano del PIME que vive en Tokio. Cuando faltaban menos de 10 días para el comienzo de las competiciones deportivas, la prefectura de Tokio volvió al estado de emergencia. Los Juegos Olímpicos se celebrarán a puerta cerrada y se puede palpar la decepción y la preocupación de los ciudadanos. Cuando lleguen las delegaciones internacionales, la ciudad quedará sellada. “Ha salido a relucir la típica rigidez japonesa, que antes no se veía. Pero ya es tarde”, observa el padre Lembo.

Por no hablar de los daños económicos y de imagen: “En el último año - explica el misionero - las empresas del sector turístico debieron hacer un gran esfuerzo. Pero en Tokio también se llevó a cabo una transformación arquitectónica. La intención era expresar lo mejor de la cultura japonesa y para mostrarla a los turistas y al mundo entero”. Los Juegos Olímpicos debían ser una oportunidad para mostrar los logros de Japón desde 1964, la última vez que el país fue sede de los Juegos. La pandemia ha convertido los preparativos en una pesadilla. Después se sumaron otros problemas.

Por ejemplo, ahora hay miles de trabajadores del sudeste asiático, sobre todo vietnamitas y filipinos, desempleados y varados en territorio japonés: "El gobierno había introducido un nuevo tipo de contrato para la mano de obra extranjera, pero en realidad era una estratagema para reforzar los fondos de pensión, dado el envejecimiento de la población”, cuenta el padre Lembo. “Estos trabajadores - añade - hacen aportes, pero nunca tendrán derecho a una pensión, porque para eso deben trabajar por lo menos 10 años en Japón y su visa tiene una duración máxima de tres años. Después que fueron contratados, la situación económica se derrumbó y ahora miles de ellos quedaron atrapados aquí. Es un gran problema social”.

El coronavirus ha exacerbado problemas que ya se conocían en el archipiélago japonés. La soledad y el aislamiento de la población han aumentado: "Las relaciones humanas se han vuelto aún más complicadas; hay muchísimos hikikomori y la tasa de suicidios también ha crecido”, explica el sacerdote.

También es cierto que de esta experiencia han surgido diversas iniciativas de solidaridad, por parte de la Iglesia católica y otros movimientos religiosos. "Es como si los japoneses hubieran comprendido que un hombre aislado muere, mientras que la solidaridad hace vivir", prosigue el misionero. “En mi parroquia se ha organizado la distribución de alimentos para familias muy necesitadas. Con la administración local inauguramos un comedor para niños dos veces al mes e inmediatamente se convirtió en un despliegue de solidaridad”.

Hace dos años el P. Lembo creó un fondo especial para estas iniciativas, que se ha mantenido gracias a la colaboración de la gente: "Nos dan tanto que también podemos ayudar a otras asociaciones".