P. Gilyana: mi vocación, en la huella de los mártires de la Iglesia iraquí (III)
El rector del seminario caldeo recuerda su ordenación, profundamente unida al p. Ragheed y a Mons. Rahho. A los 15 estudiantes les repite la frase del Papa Wojtyla: “¡No tengan miedo!”. La inestabilidad y la inseguridad empujan a huir. Los padres temen que su hijo sea asesinado si se hace sacerdote. La invitación a los jóvenes: "Escuchen la llamada de Cristo". Tercera y última parte del informe sobre las vocaciones en Irak.
Erbil (AsiaNews) - “Fui ordenado un mes después del martirio del p. Ragheed [Ganni], por el entonces arzobispo de Mosul, Mons. Rahho”, quien murió asesinado al año siguiente por sus secuestradores. Por eso “a mis (futuros) sacerdotes les repito la frase de san Juan Pablo II: ¡No tengan miedo!”, porque por medio de las vocaciones se puede garantizar “el futuro de la Iglesia”. El p. Ephrem Gilyana, rector del Seminario patriarcal caldeo de San Pedro, vive su fe como una entrega completa de sí mismo, hasta el sacrificio extremo, como lo hizo Cristo. “Durante la misa de ordenación -recuerda- el obispo dijo: ‘acabamos de perder un sacerdote, hoy encontramos otro’... Yo tomé estas palabras como ejemplo, para tratar de ser siempre optimista”.
El P. Ephrem nació el 3 de enero de 1976 en Mosul, en el norte de Irak, que durante mucho tiempo fue un bastión del Estado Islámico (IS, anteriormente Isis). Recibió la ordenación sacerdotal en 2007 y en 2015 lo nombraron director del único seminario que hay actualmente en Irak. Desde 2007 el seminario tiene su sede en Ankawa, un barrio cristiano de Erbil, en el Kurdistán iraquí, donde fue trasladado desde Bagdad por razones de seguridad. Con él abordamos el tema de las vocaciones en el país y el llamamiento que hizo hace pocos días el patriarca caldeo, Card Louis Raphael Sako, y conversamos también con uno de los 15 jóvenes que se preparan para ser sacerdotes.
“El llamado que hizo el patriarca Sako a las vocaciones es muy importante - subraya - porque resuena en los oídos de los jóvenes, los alienta a comprometerse con el servicio sacerdotal y la vida consagrada. El llamado, como recuerda el pasaje de Isaías, es el punto de partida, porque una Iglesia sin vocaciones es muy triste”. Por supuesto, agrega, “la falta de seguridad y la inestabilidad política, el extremismo y la violencia que han crecido mucho más después de 2014, no ayudan. La falta de vocaciones se ha agravado "con el avance de Daesh (acrónimo árabe de Isis) y la conquista de los pueblos de la llanura de Nínive ".
El extremismo no es lo único que explica la disminución de las vocaciones, porque “también han influido algunos fenómenos preocupantes que se registraron en el ámbito eclesial”. A ello se suma la catequesis, sofocada por los mensajes más 'persuasivos' que difunden los medios de comunicación, y un pluralismo teológico, cultural y pastoral mal entendido. Todos estos elementos han contribuido”. Por eso el primado quiso dirigirse a los jóvenes al comenzar el año escolar, exhortándolos a "ser generosos y tener valor para seguir a Jesús en el sacerdocio, entregando su vida al prójimo".
El problema de muchos jóvenes, continúa el p. Ephrem, "es la falta de estabilidad política, la falta de seguridad, que no les permite pensar en su futuro y el de sus familias". Y precisamente al núcleo familiar se dirigió el cardenal Sako en su llamamiento, porque "es allí donde nace la vocación, y los padres deben ser generosos en la entrega de sus hijos al Señor". Pero si no hay tranquilidad y seguridad "crece la confusión, el deseo de huir a otro lugar para construir el futuro".
A la Iglesia iraquí suelen llamarla Iglesia de mártires, como enseñan el P. Ragheed y Mons. Rahho, y “la influencia positiva que ellos tienen en la vida de nuestros jóvenes. Hoy la situación sigue siendo difícil; hay miedo, no en los jóvenes, sino en sus familias, porque temen que sus hijos sean asesinados si se hacen sacerdotes”, explica el rector del seminario. “En Occidente - añade - la crisis vocacional tiene sus raíces en el secularismo, mientras que en Irak domina el miedo de perder a los hijos. Para que haya nuevas vocaciones hace falta sobre todo garantizar la estabilidad y la seguridad”.
En su compromiso cotidiano, el sacerdote dice que siente “la necesidad de un equipo más completo de formadores en el seminario. Yo soy el único residente - explica - y los seminaristas deberían contar por lo menos con otros dos sacerdotes. Falta un director espiritual y eso plantea serias dificultades". Sin embargo, hay elementos que permiten ser razonablemente optimistas: “desde 2014 hasta hoy la Iglesia ha realizado un enorme trabajo de reconstrucción. Pequeñas cosas que dan esperanza en un contexto difícil desde hace mucho tiempo: la guerra con Irán, después la del Golfo, la caída de Saddam Hussein, la violencia, los yihadistas y ahora el coronavirus, que para muchos es peor que ISIS”. Por último dirige un pensamiento a los obispos "que son los principales responsables de la vocación" y hace un llamamiento a los jóvenes, para que sean dóciles a la voz de Dios: “Abran su espíritu a Cristo y escuchen su voz, y piensen en el futuro de la Iglesia en su patria”.
17/12/2016 13:14