Otra mujer se prende fuego para salvar su casa

de Vladimir Rozanskij

La demolición y confiscación de viviendas, un problema que se agrava en el país, donde muchísimas personas atraviesan una precaria situación habitacional. Una cuestión que ya ha provocado numerosas manifestaciones de protesta, que han incluido incendios y personas que se prenden fuego.

Moscú (AsiaNews) - Una mujer de la ciudad de Karsho, en Uzbekistán, Mukaddas Mustafaeva (en la foto), se roció con combustible y se prendió fuego, exponiendo su vida frente al edificio de la Oficina del Fiscal regional, luego de que ésta decidiera demoler su casa, haciendo oídos sordos a sus protestas. Quien dio la noticia fue la radio local Ozodlik, que informó que el padre de Mukaddas, Olima Mustafaev, logró salvar a su hija de las llamas, sufriendo quemaduras de gravedad como consecuencia.

El 19 de febrero, el día anterior al acto desesperado de la mujer, el padre la había acompañado a la Fiscalía, para entregar el enésimo reclamo contra la orden de demolición, pero los guardias ni siquiera la dejaron ingresar al edificio, alegando que “no había nadie en la oficina del fiscal”. Hacía un año que Mukaddas se oponía a la destrucción de su casa, y las autoridades locales habían decidido obtener una orden de desalojo dictada por la magistratura. La vivienda fue construida el año pasado gracias a un préstamo ofrecido por la hermana mayor de Mukaddas. Con cerca de mil quinientos dólares (15 millones de soms, la moneda local), la mujer levantó su casa en un terreno abandonado, contiguo al de la hermana, pero propiedad de otra persona, que se presentó ante un juez para reclamar su propiedad.

El dueño del terreno, cuyo nombre no figuraba en los documentos y a quien nadie conocía, apareció de la nada pocos meses después de construida la casa. En ese terreno la hermana de Mukaddas conservaba algunos animales, y ella misma vivía en un barrio de chabolas cerca de la estación de autobús, junto a su esposo inválido y su hijo. Ahora, Mukaddas espera su segundo hijo, y ha tratado de demostrar que el terreno de su casa en realidad es propiedad del dominio estatal.

La demolición y confiscación de viviendas constituye un problema muy serio en el país, donde muchas personas viven en condiciones habitacionales precarias, lo cual ya culminado en numerosas manifestaciones de protesta que han incluido incendios y personas que se prenden fuego, como el caso de Mukaddas. El 14 de febrero pasado, un grupo de habitantes de la provincia de Surkhandarinsk descargaron su furia con palas y azadas, arremetiendo contra los funcionarios que se habían presentado en el lugar con una orden de demolición de algunas viviendas. En Saryasijsk, una localidad perteneciente a la misma provincia, una mujer ingresó al edificio de la comuna llevando un hacha y una foto del presidente Shavkat Mirziyoyev, amenazando a cualquiera que intentase destruir su casa.

El 21 de enero, en Samarcanda, una madre soltera que había sido desalojada de su casa, trató de prender fuego a los inspectores de la Oficina de Recaudación de Impuestos. Ese mismo día, en la provincia de Andizhansk, una hombre de unos treinta años se roció con combustible y se prendió fuego frente a los inspectores de la misma Oficina local, que querían desalojarlo con toda la familia. El hombre murió pocos días después, en el hospital.

Muchos otros episodios similares se han constatado en el último año; en una reunión de gobierno, el presidente Mirziyoyev manifestó su preocupación por el aumento en el número de suicidios en Uzbekistán, ligado a motivos económicos y en la mayoría de los casos, vinculado a problemas de vivienda. A mediados de febrero, él firmó un decreto para desarrollar un servicio de asistencia sanitaria y psicológica para la población, e incluso instituyó el cargo de Psiquiatra Nacional y "Suicidólogo" Nacional.