Occidente, preocupado por las tácticas agresivas de Xi Jinping
Los proyectos del “sueño chino” ven a China como única superpotencia para el año 2040. Pero el exhibicionismo de Beijing en relación a los progresos obtenidos en el ámbito tecnológico, económico y militar está asustando a las democracias del mundo. Los EEUU y Europa responden a esta situación con el bloqueo de microchips y con la inhabilitación de compañías chinas, en nombre de la seguridad. Para algunos expertos en la materia, es necesario volver a un “bajo perfil”, tal como fuera aconsejado por Deng Xiaoping. Por gentileza de la Jamestown Foundation, traducción del inglés de AsiaNews.
Hong Kong (AsiaNews) - En los últimos días, hemos asistido a un explosivo sinfín de visiones relativamente moderadas por parte de los formadores de opinión en China. La semana pasada, el jefe de redacción del Global Times, Hu Xijin, escribió en su blog de Weibo que “sin lugar a dudas, en el pasado reciente, nuestro país ha adoptado cierta retórica altisonante”. “Esto ha fomentado cierta preocupación de los EEUU y de Occidente en torno al crecimiento de China”, dijo el jefe de voceros del Partido Comunista Chino (PCC), harto conocido por su mirada de halcón. “Resulta esencial hacer algunos ajustes”. “El público entenderá que ciertos compromisos [con Occidente] son necesarios”, agregó (Weibo.com, 20 de abril). Más o menos en simultáneo, el Departamento de Propaganda del PCC ordenó que se suspendiera la puesta en el aire de un documental muy taquillero, Amazing China (lihaile, wo de guo). La obra glorifica los deslumbrantes avances de China en campos como la ciencia, la tecnología y el ámbito militar (Radio France Internationale, 20 de abril; Liberty Times [Taipéi], 20 de abril). El aparente vuelco moderado de Beijing también podría ser el factor que explicaría la decisión del Ejército Popular de Liberación (PLA) de acortar en un día el ejercicio naval a gran escala, a desarrollarse en la isla de Hainan, programado inmediatamente a continuación de la Conferencia Internacional de Boao (Global Times, 13 de abril; Tiexue.net [Beijing], 13 de abril). El ejercicio fue lanzado por el Secretario General del PCC y Presidente de la Comisión Militar Central, Xi Jinping, quien aprovechó la ocasión para organizar la mayor revisión de tropas navales efectuada por un líder de primer nivel en la historia reciente.
Estos hechos inauditos han reflejado una preocupación que los académicos liberales albergan desde hace mucho tiempo, y es que China, en su ansia por cumplir el “Sueño chino” de convertirse en una superpotencia para el año 2049 o incluso antes, podría llegar a sufrir lo que el experto en América Shi Yinhong, de la Universidad de Renmin, ha caracterizado como un “sobregiro estratégico” (China Brief, 11 de mayo, 2017). Destacando las agendas ultra-ambiciosas de China en los campos económico, diplomático y militar, Shi ha resaltado que la plana de dirigentes del PCC debe “evitar un expansionismo excesivo”, lo cual acarrearía un “sobregiro estratégico” (Phoenix TV, 4 de octubre, 2016; LianheZaobao [Singapur], 21 de septiembre, 2016). En la misma línea, Liu Feng, un académico del área de Relaciones Internacionales de la Universidad de Nankai, introdujo el término “aventurismo estratégico” para describir la maniobra emprendida por Beijing a nivel global. “Un país que está en pleno crecimiento debe estar prevenido y evitar el problema del ‘aventurismo estratégico’, término con el cual definimos un despliegue excesivamente acelerado y agitado en diferentes áreas , lo cual constituye un desafío para el país que debe ejercer el control” (Theoretical Research [Beijing], 16 junio 2017).
Las primeras dudas surgieron de personas como el Prof. Shi, ante cuestionamientos sobre las estrategias de China en relación a los EEUU –y el expansionismo global del país en general-, y luego se vieron reforzadas cuando el presidente Donald Trump dio el anuncio de que al gigante chino de la informática ZTE se le prohibiría, durante 7 años, la adquisición de componentes de fabricación estadounidense, como los chips de computadora y sistemas de software. Más que a otra faceta más de la disputa en torno al comercio que vienen entablando los dos países, Trump parece estar apuntando a todo el sector de la tecnología de punta china, que está por demás comprometido con el tan alardeado objetivo “Made in China 2025” (BBC China, 24 de abril; Radio French International Chinese Service, 19 de abril).
Este ambicioso plan contempla que de aquí a siete años, la tecnología china habrá de superar a la de países avanzados como Alemania, Japón y los EEUU, en áreas como Tecnologías para la Comunicación y la Información (ICT), inteligencia artificial (AI), robótica, macro datos (Big Data) y la ingeniería en ADN. El bombardeo de innovaciones tecnológicas resulta ser un factor clave en el proceso de reestructuración y modernización de la economía china –y la administración de Trump está resuelta a contrarrestar esto a través de varias series de golpes incisivos contra los gigantes de la tecnología chinos. Un día después del anuncio referido a ZTE, la Comisión Federal de Comunicaciones prohibió el uso de fondos federales para gastos en productos de la República Popular de China, como Huawei y ZTE, por considerarlos un “riesgo para la seguridad nacional de los EEUU”. La semana pasada, el influyente senador americano Marco Rubio acusó a las empresas de tecnología chinas de “piratear tecnología de los EEUU… para prepararse para ‘las batallas cibernéticas del futuro”. Adicionalmente, algunos gigantes del rubro ICT y del e-commerce como es el caso de Alibaba, han sido excluidas de cualquier posibilidad de adquirir compañías de tecnología americanas (Washington Examiner, 13 de abril; Bloomberg, 17 de abril, LianheZaobao [Singapur], 8 de febrero).
La Unión Europea parece estar plegándose a los EEUU en lo respecta a poner freno al “Made in China 2025” y a otros esfuerzos tendientes a apoderarse de la tecnología de Occidente. Un día después del anuncio de Trump referido a ZTE, el Centro Nacional de Seguridad Cibernética de Gran Bretaña emitió un aviso de advertencia dirigido a las firmas de telecomunicaciones recomendándoles no tratar con ZTE, mencionando los “riesgos potenciales” que esto conllevaría para la seguridad nacional (The Guardian, 17 de abril). En los últimos dos años, los gobiernos de Francia y Alemania han estado ejerciendo presiones en la sede de gobierno de la Unión Europea para que se contemplase algún tipo de legislación a fin de impedir que los colosos de la República Popular de China adquiriesen compañías de tecnología en todo el continente europeo. París y Berlín también establecieron medidas para restringir las posibilidades de que compañías de la República Popular de China comprasen firmas de tecnología en Francia y en Alemania (Apple Daily [Hong Kong], 23 de abril DeutcheWelle, 5 de febrero; South China Morning Post, 23 de julio, 2017). Australia y la India se incluyen entre los demás países que están decididos a frustrar el salto adelante que el presidente Xi pretende dar en el campo de la tecnología.
La desequilibrada dependencia de la importación de componentes esenciales, característica del sector tecnológico chino, es un rasgo que ha sido resaltado en un informe oficial titulado “Análisis del Estado actual de la Industria china de Circuitos Integrados en 2017”. De acuerdo con el documento, cerca del 100 por ciento de las necesidades de microchips en la industria de las computadoras y del sector de sistemas electrónicos en general (通用电子系统) deben ser cubiertas con importaciones de productos de Intel, Qualcomm y de otras compañías norteamericanas (China Industries News, 10 de agosto, 2017). Las estimaciones correspondientes al valor anual de las importaciones de microchips rondan entre 200 y 220 millardos de dólares (Sohu.com, 3 de diciembre 2017; CCTV Finance, 4 de septiembre de 2017). Hace dos años, el presidente Xi, quien dirige la Comisión Central de Asuntos del Ciberespacio, admitió que “independientemente del tamaño y de la valuación de mercado que pueda tener una empresa de Internet, el hecho de que rija una grave dependencia de los países extranjeros en [la provisión de componentes esenciales] equivaldrá a construirse una casa sobre cimientos ajenos” (Xinhua, 19 de april).
Tras el bombazo de ZTE, varios colosos de la tecnología china, incluido Alibaba, incrementaron sus inversiones en la fabricación interna de chips –prometiendo que acortarían el tiempo requerido para lograr una plena auto-suficiencia-. Sin embargo, es bien sabido que no hay una solución rápida cuando se trata de encontrar alternativas a la importación de componentes de alta tecnología de fabricación estadounidense, y no nos referimos sólo a los chips, sino también a módems, sistemas operativos de software e instrumentos ópticos. Las autoridades chinas levantaron un frente audaz. La semana pasada, la vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores, Hua Chunying, criticó al gobierno de los EEUU, acusándolo de ir “a contracorriente” de la globalización. “Si las políticas de los EEUU se basan en todo tipo de absurdos, entonces es extremadamente irresponsable y extremadamente peligroso”, dijo ella. Al referirse al incidente de ZTE, Hua amenazó afirmando que la parte china estaba bien preparada como para “blandir la espada” (Voice of America, 17 abril; Sohu.com, 17 abril).
Pero otros comentaristas chinos -e incluso, algunos del ámbito oficial- manifestaron una actitud diferente al tratar la cuestión de la amenaza de los EEUU. Un documento normativo publicado por la Oficina de Investigación que se ocupa de la Supervisión de los activos del Estado y de la Comisión de Administración (SASAC) responsabilizó de la crisis con ZTE al gigante de la high-tech con casa central en Shenzhen. En éste se lee que muchas empresas “han pagado un precio considerable por la estrechez de miras y el manejo deshonesto de ZTE”. “La posición diplomática de China y su imagen como Estado han quedado inevitablemente afectadas a raíz de esto”, son las palabras expresadas en el documento (Ming Pao [Hong Kong], 23 de abril; Thestandnews.com [Hong Kong], 23 de abril).
Igualmente significativo es el hecho de que el analista político veterano Deng Yuwen haya señalado, luego del shock por el caso ZTE, que la administración del PCC había cometido dos errores: “malinterpretar” las intenciones americanas, además de un “expansionismo excesivo” en el área de proyección del poder global. Deng resaltó que Beijing había fracasado al percibir un cambio profundo en la política de Washington en relación a China: el hecho es que Trump y sus asesores ahora perciben a China como la mayor amenaza al poder de los EEUU. “[Beijing] ha puesto en acto una mentalidad ‘de confrontación’ consistente en usar tácticas duras para enfrentarse a tácticas duras”, escribió. Y las agresivas jugadas geopolíticas que lleva adelante China, que incluyen la formación de una cuasi-alianza con Rusia para enfrentar a los EEUU, puede haber “exacerbado la imagen negativa que los americanos tienen de China” (BBC Chinese Service, 23 de abril).
Dejando a un lado la retórica, la verdadera medida para saber si la dirigencia del PCC está o no afinando su comercio pugilista y su posición en la política exterior – y si los gobiernos occidentales y las multinacionales habrán de aplacarse- dependerá de hasta qué punto Beijing podrá cumplir con los objetivos que Xi ha establecido de manera abierta en la Conferencia Internacional de Boao celebrada a principios de este mes. En su discurso de apertura, el líder supremo trazó cuatro objetivos principales: “ampliar considerablemente el acceso a los mercados”; “crear un entorno de inversiones más atractivo”; “reforzar la protección de los derechos de propiedad intelectual” y expandir las importaciones (China Daily, 10 de abril; Hong Kong Economic Times, 10 de abril). Al mismo tiempo, Xi anuncio que la isla de Hainan, que fue convertida en provincia hace 30 años, pasará a ser un puerto de libre comercio experimental, y por lo tanto, la zona de libre comercio (ZLC) más vasta del país .
Luego del discurso, algunos ministros clave, como Yi Gang, el nuevo Director del Banco Popular de China (PBOC) ahondaron en detalle los compromisos a los que se había referido Xi. Formado en los EEUU, Yi resaltó que al remover las restricciones a la propiedad extranjera en el caso de los bancos, se abrirían mucho más las puertas a los servicios financieros multinacionales. Las mismas disposiciones fueron anunciadas para el caso de las compañías multinacionales.
Sin embargo, sigue habiendo límites obvios para la política de puertas abiertas que promueve el equipo de Xi. Tomemos, por ejemplo, la designación de Hainan como “la mayor zona de libre comercio de China”. El gobierno chino se comprometió a fomentar el número de ZLC en 2013 hasta llegar a establecer más de dos docenas de FTZ en ciudades y provincias de todo el territorio del país. Sin embargo, las corporaciones multinacionales no se tragaron el proyecto de las ZLC, dado que otras promesas anteriores –entre ellas, la cancelación del control de capitales- aún no se concretaban. En el último año, los líderes de la región que se han embarcado en las ZLC han demostrado que están más interesados en hacer su carrera a la fama con el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda [Belt and Road Initiative] (Silkroad.news.com, 3 de abril; South China Morning Post, 30 de diciembre, 2016). En lo que respecta a la apertura del sector financiero, estaríamos ante un caso de “demasiado poco y demasiado tarde”. En China, las barreras levantadas contra el mercado han hecho que la participación de mercado de los bancos extranjeros esté por debajo del dos por ciento, y esto, habiendo pasado ya 17 años desde el ingreso de China a la Organización Mundial de Comercio (WTO). Por ende, sería prácticamente imposible para las instituciones financieras multinacionales hacer mella en un escenario casi completamente dominado por los cuatro bancos comerciales más importantes de China, que ahora se posicionan entre las diez instituciones financieras más importantes del mundo en cuanto a activos se refiere(South China Morning Post, 11 de abril; K.sina.com.cn, 22 de abril).
Según el politólogo Wu Qiang, los puntos de vista poco ortodoxos, como los expresados en el documento de la SASAC, reflejan el auge de un nuevo pensamiento que no se ciñe al comercio o a las relaciones entre China y los EEUU, sino a las relaciones de China con el orden global liderado por los EEUU. “Un cierto número de tecnócratas y profesionales están insatisfechos por el hecho de que la política externa y económica de China haya sido tomada de rehén por preocupaciones de corte ideológico, como el nacionalismo”, dijo Wu, ex conferencista en la Universidad de Tsinghua. Y agregó que el reciente choque con los EEUU ha reforzado la visión de que China debiera trabajar ateniéndose a las normas globales, y no eludiéndolas o desafiándolas (Cable News Hong Kong, 23 de abril). Queda por verse si el presidente Xi, que ha enfatizado que habrá de “blandir la espada” con un amplio alcance en cuestiones económicas y geopolíticas, estará dispuesto a, cuando menos, moderar la política global de Beijing en lo que respecta a alcanzar el estatus de superpotencia para el 2040.
01/09/2021 15:28