Obor, el mega proyecto de Xi Jinping es opacado por la corrupción y los abusos a los derechos humanos
La corrupción no es sólo el resultado de un intercambio de dinero. Ella surge también de una falta de transparencia en el mecanismo de actuación de los acuerdos. De un gobierno que promueve represión y abusos no es lícito esperarse un nuevo Evangelio. El análisis de un estudioso chino en el exilio. Por gentil concesión China Change.
Beijing (AsiaNews)- Detrás del mega proyecto “One Belt, One Road” deseado fuertemente por Beijing está el peligro de una corrupción rampante y de abusos en materia de derechos humanos. Es cuanto subraya en un análisis publicado en China Change un experto chino, hoy exilado en Alemania. Amén de la poca trasparencia en los lineamientos generales y la falta de aquella en el uso de los fondos, esta iniciativa plantea dudas no sólo en materia de relaciones internacionales sino también en cuanto a las repercusiones que habrá de tener sobre el capital humano. Y la reciente cumbre en Beijing, vista con sospecha por no pocos líderes internacionales, da fe de las dudas y las difidencias que lo acompañan. Con un gobierno y una dirigencia que promueven la represión del disenso interno y violan las libertades democráticas, se pregunta el estudioso si es realmente lícito esperarse el anuncio de la “Buena Noticia” en tema de economía y futuro desarrollo.
A continuación, el análisis del experto chino. Traducción a cargo de AsiaNews.
Dios dijo: “Hágase la luz. Y la luz se hizo”. Xi Jinping dijo. “Debemos realizar el ‘proyecto del siglo’. Y así, tomó forma el plan “One Belt, One Road” (OBOR). En el marco del encuentro que acaba de concluirse en Beijing, Xi Jinping anunció la realización de puentes, autopistas, puertos y proyectos en el sector energético. Esta empresa fue rebautizada “One Belt, One Road” e involucra a más del 60% de la población mundial. Ésta mira a transformar el orden político y económico global y puede ser definida como el más importante proyecto de inversiones de ultramar emprendido por un solo país en la historia de la humanidad.
¿De dónde viene este plan espectacular, magnífico y sin precedentes históricos? ¿Cuántos chinos lo conocían antes de que se volviese de dominio público? ¿Fueron evaluados todos los elementos de criticidad? ¿Y cuál fue la respuesta a estos factores? Además del mismo Xi Jinping, con toda probabilidad no hay otras personas en el mundo que podrían responder a esta pregunta. Y ninguno sabe a ciencia cierta si él mismo ha evaluado con atención todos los puntos al respecto. Las personas pueden al menos conocer las intenciones de Dios a través de la lectura de la Biblia. Pero el plan “One Belt, One Road”, que implica una renovación mundial, éstá compuesto por tan sólo algunas páginas de discursos vacíos y algunos documentos fruto de conferencias. Según la descripción dada por los medios chinos, el mundo entero está asistiendo al nacimiento de un nuevo salvador.
“One Belt, One Road”: No me pregunten de dónde provengo
Transcurrieron más de 500 años desde la reforma protestante de Martín Lutero, pero en China una “iglesia” corrupta continúa monopolizando todo. Los europeos racionales miran con un ojo de sospecha. La canciller alemana, Angela Merkel no participó del Fórum y “no se sumó a los festejos”, y la ministro alemán de Economía y Energía Brigitte Zypries, presente en su lugar, no se ahorró críticas por la poca claridad en lo que concierne a los capitales que llevarán a la adquisición de compañías alemanas por parte de los chinos. La ministro Zypries también debiera observar que la falta de claridad no se limita sólo al origen de parte del capital, sino que se extiende a todo el proyecto en su totalidad.
Joerg Wuttke, presidente de la Cámara de Comercio de la UE en China, afirmó recientemente en una entrevista. “Espero que China esté realmente dispuesta a abrazar al mundo y a abrirse al comercio exterior, en lugar de acapararlo”. Andrew Gilholm, analista y experto en inversiones a riesgo: “No creo que muchos estén dispuestos a tragarse la historia según la cual todo esto es realizado en nombre del libre comercio y de la prosperidad global”.
Siegfried O. Wolf, director del Fórum democrático de investigación sobre Asia del Sur en Bruselas, es aún más sincero: “Por el momento falta una plataforma concreta en apoyo del proyecto de colaboración “One Belt, One Road” entre Europa y China” Si China se demuestra reticente a construir este puente, y no quiere moverse hacia un mecanismo multilateral dejando a un lado los valores de la Unión europea en temas de “buen gobierno”, estado de derecho, derechos humanos y democracia, entonces el escepticismo europeo sobre el proyecto “One Belt, One Road” está destinado a proseguir”.
Y ni siquiera los países que están fuera de la EU carecen de reflexiones al respecto. El presidente estadounidense Donald Trump, hombre de negocios, adoptó una actitud “expectante” en relación al proyecto chino, y al encuentro envió como propio representante sólo a Mattew Pottinger, director de la sección asiática de Departamento de Seguridad nacional. Australia declinó la invitación de China. India boicoteó el encuentro, diciendo que el proyecto “One Belt, One road” ignora “elementos clave referidos a la soberanía y la integridad territorial”. Muchos de los líderes que han participado en el encuentro son autócratas a los cuales no les interesan los dudosos orígenes de los fondos chinos y saben bien que al gobierno chino no le interesa cómo será realmente utilizado el dinero, una vez que éste haya sido destinado.
Compra uno, toma dos. Corrupción y deterioro de los derechos humanos
Muchos chinos consideran que Xi Jinping esté conduciendo una lucha contra la corrupción. Pero, ¿cuál corrupción? La corrupción no es sólo el resultado de una abuso del dinero, sino también la falta de un mecanismo justo y transparente. En este sentido, la falta de una supervisión democrática del proyecto “One Belt, One Road” es en sí misma un mecanismo a favor de la corrupción. Con todos los mega proyectos en curso en China y no habiendo límitaciones al poder, esto inevitablemente conduce a actividades criminales de corrupción, búsqueda de protecciones, a un dar y recibir coimas y al reciclaje del dinero sucio.
Mientras los medios chinos alaban, obedientes, el proyecto “One Belt, One Road” y elogian los beneficios que éste tendrá para la humanidad entera, un internauta chino publicó este comentario: “Algunas personas se lamentan del hecho de que con la oscuridad de la noche volvimos a la Dinastía Song (en chino mandarín significa “dar via”). Otros preguntan: ¿La Song Dinasty del sur o la Song Dinasty del norte? La respuesta: No. No se trata de Dinastía Song del norte o del sur, de la “Dinastía Song oriental” y de la Dinastía Song occidental”. Sin una eficaz vigilancia pública, un líder no elegido puede acaparar centenares de millardos de dólares del dinero de los contribuyentes y regalarlos a Estados autoritarios. La única cosa que los contribuyentes pueden hacer es bromear y reírse de ellos. ¿Acaso una persona que goce de buena salud mental puede pensar que esto sea algo bueno?
En el proceso de realización del “One Belt, One Road”, la situación en tema de derechos humanos en China está deteriorada significativamente y esto conlleva una amenaza para el mundo entero. Todas estas cosas - el secuestro de los editores en Hong Kong, las confesiones forzadas de periodistas, trabajadores de Ong, disidentes y activistas en la televisión de Estado (CCTV), la desaparición de activistas pro derechos humanos de Taiwán y las crueles torturas sufridas por los abogados pro derechos humanos chinos- pueden hacernos ver que un gobierno de este tipo, que está tratando de ampliar la propia esfera de influencia económica y política a través del proyecto “One Belt, One Road”, ¿será capaz de anunciar un “Nuevo Evangelio” a la humanidad?
*Chang Ping es un analista chino experto en cuestiones políticas y de actualidad, que vive exiliado en Alemania
17/05/2017 14:28
31/01/2020 12:35
12/05/2017 11:22
01/07/2017 14:55