Obispo tailandés: para remediar la violencia contra la mujer, dar mayor valor a la lucha por los derechos y la libertad

de Weena Kowitwanij

En ocasión de la Jornada internacional dedicada a ellas, Mons. Philip Banchong Chaiyara recuerda hasta qué punto las mujeres siguen siendo víctimas de un “doble estándar”. En los últimos años, se ha registrado un aumento en los casos de violencia, tanto en la familia como a nivel social; encierro, golpes y violaciones son los abusos más difundidos. Se invita a las mujeres a valorar mucho más “sus capacidades”.

Bangkok (AsiaNews) – En el mundo de hoy en general, y en la sociedad tailandesa en particular, “las mujeres siguen siendo víctimas de un doble estándar” en el trato, y esto ocurre tanto en la familia como en el ámbito del trabajo, y “siempre deben afrontar el problema de la violencia directa o indirecta”, Es lo que afirma Mons. Philip Banchong Chaiyara, presidente de la Comisión para el Desarrollo social de la Conferencia episcopal de Tailandia, en un mensaje difundido en los últimos días, coincidiendo con el Día de la Mujer, que se celebra mañana en todo el mundo. En el documento, que fue enviado a AsiaNews, el prelado recuerda que el universo rosa siempre ha sido objeto de opresiones, violaciones y maltratos tanto en el trabajo como entre los cuatro muros del ambiente doméstico. Y relanza la batalla por una paridad de derechos y libertades individuales.

La Jornada Internacional de la mujer reemprende, cada año, la lucha por la igualdad entre hombre y mujer, la dignidad femenina, la lucha contra los abusos y las disparidades que permanecen en muchas sociedades del mundo, incluyendo la tailandesa. En el país asiático también sigue dándose un “doble” estándar en el trato, así como episodios de violencia, tanto “directa como indirecta”.

De las últimas investigaciones surge que los episodios de violencia contra las mujeres (y las niñas) en Tailandia sigue aumentando año a año. Una investigación que fue difundida en los últimos días por el diario online Bangkok Business – correspondiente a datos del 2015-, muestra que el año pasado se verificaron 30.000 casos (denunciados) de violencia contra las mujeres, lo cual representa un aumento frente a los 27.000 del año 2014. Con respecto al 2015, hubo 12.000 casos de abuso contra mujeres y otros 19.000 contra menores; entre estos últimos, el 90% corresponde a jovencísimas de 10 a 15 años de edad.

Los casos más extendidos son los de la violencia física perpetrada mediante reclusión, reducción a la esclavitud y golpes; le siguen los casos de violaciones o estupros, violencia o maltrato de índole sexual.

No obstante las luchas y batallas, la sociedad tailandesa, aún hoy –como en muchas partes del mundo- sigue estando basada en un modelo predominantemente masculino, en el cual las mujeres son oprimidas y sufren hechos de violencia en diversas formas. Es por eso que asume un valor aún mayor el llamamiento del Papa (en ocasión de la Jornada mundial por la paz) y su intervenciones contra la violencia y los abusos, incluyendo los que son cometidos en perjuicio del universo rosa.

En la encíclica Laudato sì, Francisco recuerda a “la Madre Tierra, que es nuestra hermana” y condena la violencia que los hombre le infligen. Retomando las palabras de San Francisco de Asís, el pontífice afirma que “nuestra hermana mayor está llorando a causa de los daños que le hemos causado” y, por eso, invita a prestar una mayor atención a los temas ambientales.

Y así como la tierra, la mujer también ha de ser salvaguardada y protegida. Relanzando la fiesta por el día de la mujer y el Jubileo de la Misericordia, Mons. Philip Banchong Chaiyara invita a tratar a hermanos y hermanas “con gentileza y sentido del perdón”. El prelado recuerda el valor de la dignidad de la mujer y el amor por la tierra y sus criaturas. “Puedan todas las mujeres –concluye- estar orgullosas de su dignidad y desarrollar sus tareas lo mejor posible, valorizando al máximo sus capacidades. Y que la Virgen María cuide y proteja a todas las mujeres”.

Actualmente, en Tailandia, la mayoría de los ciudadanos, cerca del 95%, profesa el budismo, el 3% es de fe musulmana, y el 0,5% es de fe cristiana (protestantes y católicos se distribuyen en iguales porcentajes), junto a otros grupos y credo menores.