16/05/2023, 15.56
INDIA
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Obispo de Imphal: 'Solidaridad con los desplazados por la paz en Manipur'

de Nirmala Carvalho

La arquidiócesis creó un fondo de ayuda para las víctimas de los enfrentamientos étnicos entre los meitei y los kiku. Hay más de 45.000 refugiados en campamentos improvisados. Después de los 60 muertos de los últimos días, en los 16 distritos reina una tensa calma impuesta por el ejército. Fueron atacadas 40 iglesias, entre ellas ocho construcciones católicas en distintos lugares. Se sospecha que la ofensiva contra los lugares de culto estaba planeada. La Iglesia en primera línea por la reconciliación.  

Imphal (AsiaNews) - "Hay miedo, incertidumbre y una sensación general de desesperación". Así describe el arzobispo de Imphal, mons. Dominic Lumon, la situación en el estado oriental de Manipur, asolado desde el 3 de mayo por graves violencias étnicas que se han cobrado al menos 60 víctimas. Lo hizo en un llamado a la solidaridad que dirigió a la arquidiócesis ante la necesidad de tomar medidas para asistir a los miles de desplazados, producto de la devastación que afectó a hogares e iglesias en los enfrentamientos entre el grupo mayoritario Metei (de mayoría hindú) y el grupo Kiku (casi todos cristianos) en este pequeño estado fronterizo con Myanmar habitado por 3,4 millones de personas.

En la ciudad de Imphal y en los 16 distritos donde se impuso el toque de queda tras los enfrentamientos de los últimos días reina una tensa calma impuesta por el ejército, pero las heridas son profundas. "Dos comunidades están en guerra", escribió monseñor Lumon, "pero la guerra ha afectado a todos los habitantes de Manipur, independientemente de la comunidad a la que pertenezcan. Se perdieron muchas vidas, las aldeas de las colinas fueron destrozadas, saqueadas e incendiadas. Miles de personas huyeron de sus hogares y llegaron a algunos campos de refugiados. Unas 45.000 personas se encuentran en campos de auxilio en el valle y en las colinas. Unas 13.800 en Imphal oeste, unas 11.800 en Imphal este, unas 4.500 en Bishnupur, 5.500 en Churachandpur, unas 7.000 personas en el distrito de Kangpokpi. Esta información se basa en la prensa diaria y en nuestros propios informes, pero la cifra podría ser mayor. No es posible comprobarlo sobre el terreno porque la situación es tensa. También se perfila un bloqueo económico". Por ello, la arquidiócesis hizo un llamado a los fieles para que contribuyan enviando dinero a un fondo o artículos de primera necesidad para la asistencia.

"La situación es inestable. Hay una desconfianza tácita entre todas las comunidades del estado", escribió el vicario general de la diócesis de Imphal, el padre Vargehse Velikakam, en un detallado informe que envió hace unos días a todos los obispos de la India. El texto -acompañado de fotografías de la devastación- reconstruye la violencia y sus causas. "La destrucción ha afectado a viviendas y propiedades privadas de ambas partes. Muchas iglesias fueron blanco de ataques en diversas partes del valle. Cifras no confirmadas hablan de más de 40 iglesias destruidas: la Iglesia católica y sus instituciones sufrieron la furia de la turba en al menos ocho lugares diferentes".  

"Los periódicos informan de los casos confirmados", escribió el p. Velikakam, "pero las vidas perdidas son muchas más. Miles de personas huyeron de sus hogares y llegaron a los campamentos. Muchas personas, especialmente de la comunidad estudiantil, se vieron obligadas a abandonar Imphal, la capital del estado. Las fuerzas armadas centrales están ayudando al gobierno local a mantener la ley y el orden. Es difícil decir si las fuerzas estatales fueron menos o se vieron superadas en número o si fueron cómplices. La ausencia de personal de seguridad en los lugares donde más se lo necesitaba plantea preguntas inquietantes. ¿Por qué se dejaron desatendidos lugares vulnerables, incluso después de los primeros intentos de ataque?".

El vicario general de la diócesis de Imphal afirmó que incluso "iglesias que no tenían ninguna relación con el conflicto en curso se convirtieron en víctimas de los disturbios actuales. No se puede excluir que algunos sectores de la población hayan atacado con un motivo deliberado. Muchas iglesias de los cristianos meitei también fueron incendiadas en diversos lugares. El número de ataques indica la fuerte y activa implicación de algunos grupos fanáticos con el pretexto de preservar las costumbres, culturas, tradiciones y religión indígenas de los meitei". Esto sugiere una acción "premeditada y planificada".

"El proceso de sanación llevará tiempo", señala el p. Velikakam, preguntándose quién podrá iniciarlo, dada la evidente responsabilidad del gobierno local. "La Iglesia", concluyó, "debe evaluar con calma la situación y abstenerse de tomar decisiones demasiado precipitadas que puedan considerarse tendenciosas. Debe mantener la neutralidad y promover la paz y la unidad".

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