No todos los musulmanes de Rusia condenan al Estado islámico
Moscú (AsiaNews) - La reacción de la comunidad musulmana de Rusia por lo que ocurrió antes en el Sinaí, con la catástrofe del A321, y luego en Francia el 13 de noviembre, no es una condena "tan unánime como nos quieren hacer creer la propaganda oficial y los líderes políticos y musulmanes espirituales leales al poder". Lo escribe uno de los máximos líderes de Rusia sobre el Islam, el erudito Aleksei Malashenko en su último análisis publicado en el sitio web del Centro Carnegie de Moscú. El académico señala que no existen estudios sobre cómo los musulmanes en Rusia evaluan los trágicos acontecimientos", por lo que no es fácil dar un juicio exacto sobre el tema". "La umma de Rusia - escribe Malashenko - tiene 16,5 millones de musulmanes, que son ciudadanos rusos, además de cerca de 4 millones de inmigrantes procedentes de Asia Central y Azerbaiyán, con el que se llega a unos 20 millones de personas". El número es significativo y el experto señala que en ella los fieles se refieren de manera diferente al Estado islámico, las acciones de Rusia en Siria y los recientes ataques terroristas.
Como las autoridades rusas, el clero y los líderes políticos que representan a los musulmanes - uno de ellos el checheno Ramzan Kadyrov - dan una interpretación común del radicalismo islámico como algo provocado por el Oeste, con el objetivo de desestabilizar la región y para eliminar la presencia y 'influencia rusa. El experto recordó que el presidente de la Asociación de las comunidades musulmanas, Muhammad Saliakhetdinov dijo que los ataques en París invitaban a "buscar a los instigadores no entre los musulmanes", porque "el Isis es controlado desde el exterior". Una posición similar fue expresada por Kadyrov, convencido de que el Estado islámico fue creado por las agencias de inteligencia occidentales. Según él, el acto de la masacre de París está dirigido a "incitar el sentimiento anti-musulmán". El vice presidente del consejo de los muftíes di Rusia, Rushan Abbiasov ha asegurado que Isis no tiene nada que ver con el Islam.
Según Malashenko, estas declaraciones tienen la intención de "de-islamizar" el fenómeno del Estado islámico, y más en general el fenómeno del radicalismo religioso, presentándola como una herramienta utilizada por los anti-islámicos para desacreditar el Islam. El terrorismo se convierte - dice el estudio de Carnegie – en una "enfermedad, incluso si queremos en un tumor maligno, que se puede quitar sólo con la ayuda de una fuerza de intervención y cirugía". El investigador, sin embargo, advierte en contra de esta actitud de que "ignora deliberadamente el hecho de que el Islam tiene una tendencia político-religiosa común propagada en todo el mundo musulmán, que se basa en la idea de construir un Estado y una sociedad en las tradiciones islámicas". Esta idea, Malashenko señaló, es compartida por un gran número de musulmanes; Isis es solamente "una manifestación, la más radical de esta tendencia".
Extremistas islamistas (que en Rusia son a menudo llamados salafistas o wahabíes) están activos en Rusia, incluso fuera de la ciudad fronteriza del norte del Cáucaso. "Están en Siberia y el Lejano Oriente de Rusia", advierte Malashenko, según el cual "están tratando de establecer un control sobre las mezquitas, en los que más de dos tercios de los imanes tienen 70 años de edad y no son capaces de motivar suficientemente la sus rebaños". Su lugar es socavado por jóvenes y ambiciosos imam, dice el experto, muchos de ellos graduados en el extranjero, principalmente en los países árabes, y que tienen posiciones radicales. "En Rusia operan miles de círculos salafistas, se trasladaron aquí desde Asia Central del partido Hizb ut-Tahrir", subraya el investigador, mientras tanto continúa el reclutamiento de jóvenes, entre ellos muchas mujeres, en las filas del Estado islámico. Según diversas estimaciones, en el Isis pelean entre los 2 y 7 mil rusos musulmanes y el número de quienes simpatizan con el Califato podría estar alrededor de medio millón, supone Malashenko. Incluso entre los "potenciales militantes Isis", la mayoría están en contra de la utilización de métodos terroristas; lo que atrae es "la idea de crear un Estado islámico basado en la justicia social, la igualdad, una especie de "democracia islámica", que es particularmente interesante en el contexto de la crisis económica que vive Rusia y la corrupción y la creciente desigualdad".
La guerra contra Isis, así como las operaciones militares rusas en Siria, son percibidos por muchos musulmanes como una guerra contra el Islam y para los cuales el enemigo debe ser castigado. Así que el ataque contra el Airbus o la masacre de París, como lo fue lo del 11 de septiembre no generan energía para la solidaridad de la comunidad musulmana con los países afectados, vistos como adversarios de los que se deben vengar.
El mero hecho de pensar ISIS como algo "externo" no ayuda a Rusia, donde - como en Francia - uno de los canales más activos para el reclutamiento de milicianos es la inmigración. "En Rusia, después de los atentados en París, la comunidad inmigrante es probable que se ponga bajo control especial sobre la base del principio ya adoptada en los Estados Unidos de la "tolerancia cero", tras lo cual la menor violación de la ley de inmigración puede conducir a la "expulsión inmediata del país".
Los musulmanes en Rusia parecen vivir así entre el miedo, el sentimiento anti-occidental (que ahora también incluye a Rusia) y la necesidad de ser leales a las autoridades. Es de estos días la noticia de una estilista rusa musulmana Abusha Zuhra, que presentó un modelo del hijab (velo) impresas con la cara de Vladimir Putin. "Así no quedamos mal y con sospecha en la calle y podemos expresar nuestro amor por Rusia y nuestro presidente", explicó.
17/12/2016 13:14