Netanyahu gana las elecciones; boom del sionismo religioso de Itamar Ben Gvir
"Bibi" se prepara para volver al poder tras un impasse de un año. En sus primeras palabras se dirige a todos los israelíes, pero tendrá que lidiar con las reivindicaciones y exigencias de la ultraderecha, la verdadera revelación de la votación. Con el 86% de los votos escrutados, el partido mayoritario puede contar con al menos 65 escaños. Los primeros descontentos proceden de Abu Dabi, que podría reconsiderar los "Acuerdos de Abraham".
Jerusalén (AsiaNews) - Triunfo personal y partidario para Benjamín Netanyahu, el ex primer ministro que vuelve al poder tras un paréntesis de casi un año; gran afirmación para la extrema derecha y los ultraortodoxos; clara derrota para la izquierda, que corre el riesgo de no alcanzar el umbral de votos necesarios para entrar en el Parlamento; paso en falso para el primer ministro saliente, Yair Lapid, cuyo partido, sin embargo, logró resistir el choque, obteniendo una buena cantidad de apoyos. Estas son las claves que surgieron tras las elecciones generales del primero de noviembre en Israel, la quinta votación en poco más de tres años, marcada por una gran afluencia de votantes y una participación del 71,3%, la más alta registrada desde 2015.
Al frente de un gobierno por casi cinco lustros de su carrera política, Netanyahu reconquista el liderazgo del país tras un año de oposición contundente y juegos de poder entre bastidores, y un juicio por corrupción que todavía continúa. Supo aprovechar el consenso de gran parte del electorado y las tensiones internas de la anterior mayoría. Pero también se benefició de un gobierno que estuvo siempre en la cuerda floja, en cuyo seno se congregaban partidos árabes, la derecha nacionalista y el resto de la izquierda israelí.
Una vez concluido el escrutinio (por el momento, el conteo llega al 86%), la coalición liderada por el rey Bibi espera obtener 65 escaños de los 120 de la Knesset, el Parlamento israelí, muy por encima de los 61 necesarios para ser mayoría. Tal como anticiparon los pronósticos, el Likud es el partido más votado por el electorado. En segundo lugar está el movimiento centrista del primer ministro saliente, Yair Lapid, y en tercer lugar -con una afirmación que parece aún más significativa que el regreso de Netanyahu- el Frente de Poder Judío, de extrema derecha, y el Partido Sionista religioso de Itamar Ben Gvir.
Esto lleva a pensar que Ben Gvir podría labrarse un rol destacado en el nuevo ejecutivo: el abogado y activista de extrema derecha se ha vuelto famoso en el último tiempo por sus posiciones radicales, violentas y racistas. En el pasado, exigió en numerosas oportunidades la anexión de toda Cisjordania sin otorgar ninguna concesión a los palestinos. También pidió un mayor margen de maniobra para el ejército en los Territorios y restricciones a la Corte Suprema, hasta ahora uno de los pocos poderes independientes del ejecutivo y baluarte de la Constitución. Desde sus primeras palabras, relanzó la política nacionalista: dijo que era "hora de volver a ser dueños del país", subrayando la necesidad de "garantizar la seguridad" de los ciudadanos.
Más moderadas fueron las primeras palabras del líder in pectore del próximo gobierno, que anoche, desde el cuartel electoral prometió "cuidar de todos", porque Israel "respeta a todos sus ciudadanos" sin distinción. De momento, parece que pasa por alto las posiciones más radicales y extremistas de sus aliados. Pero no pasará mucho tiempo antes de que la extrema derecha y los ultraortodoxos tengan un papel destacado en el futuro ejecutivo.
Algunos analistas, como el columnista político Lahav Harkov, del Jerusalem Post, creen que Netanyahu podría buscar el apoyo del centrista Benny Gantz, ministro de Defensa saliente y antiguo aliado del Gobierno, antes de lanzarse a los brazos de la ultraderecha. Por otra parte, aunque Gantz ha negado reiteradamente nuevas alianzas o apoyos externos a Netanyahu (y viceversa), hay que subrayar que las posiciones entre ambos líderes -o sus respectivos partidos- no son tan disímiles. Incluso a nivel internacional, el relanzamiento de los "Acuerdos de Abraham" y las alianzas regionales con los países del Golfo pueden resultar más fáciles con un aliado centrista y moderado. A diferencia de las relaciones con el frente de Ben Gvir, que presentan más de una incógnita, sin mencionar el descontento que provocan, y que ya se filtra desde Abu Dabi.
El partido de Lapid, Yesh Atid, está en segundo lugar y debería obtener el mejor resultado de su historia con 24 escaños, pero la coalición del frente anti-Likud está muy por debajo del umbral necesario para formar una mayoría en la Knesset. El Partido Laborista ganó 4 escaños, la izquierda radical de Meretz podría no entrar en el Parlamento: quedan varias decenas de miles de votos por contar y por ahora se sitúa por debajo del umbral del 3,25%.
Es casi seguro que quede fuera Balad, un partido de izquierdas que representa a los árabes-israelíes. La comunidad árabe estuvo dividida en estas elecciones y, a juzgar por los primeros resultados, parecería que esto impactó negativamente en la participación en las circunscripciones habitadas principalmente por árabes-israelíes.