Navidad en Belén: 'No concesiones, sino derechos, para una paz verdadera'
Misa de medianoche presidida por el Patriarca Latino de Jerusalén Mons. Pierbattista Pizzaballa en el lugar donde nació Jesús. Un nuevo llamado para que se permitan "formas seguras de reanudar las peregrinaciones a pesar de la pandemia". Homenaje a la "resiliencia" de la comunidad cristiana de Gaza: "De ellos aprendí que incluso en las situaciones más difíciles, se puede dar cabida al amor, la solidaridad y la alegría".
Belén (AsiaNews) - "Lo que hace falta no son concesiones sino derechos, y terminar con años de ocupación y violencia construyendo relaciones nuevas". Desde Belén precisamente en la noche de Navidad, cuando el mundo entero mira hacia el lugar donde nació Jesús, el Patriarca Latino de Jerusalén Mons. Pierbattista Pizzaballa volvió a dar voz al grito de dolor de una Palestina sin paz. Lo hizo en la homilía de la misa de medianoche que se celebró como todos los años en la iglesia de Santa Catalina, antes de bajar a la cripta de la basílica de la Natividad, donde una estrella en el suelo señala el lugar del nacimiento de Jesús. Y señaló un camino para estas "nuevas relaciones", comenzando por la "resiliencia" de aquellos que, incluso ante "un futuro de paz que parece no llegar nunca", dan cabida al amor y la solidaridad "sin cultivar sentimientos de odio y de rencor".
Esta Navidad en Tierra Santa es todavía una Navidad sin los peregrinos de todo el mundo, debido al cierre de las fronteras que se volvió a imponer a principios de diciembre debido a la variante Omicron. El ambiente es más alegre que el año pasado, cuando Belén estuvo totalmente cerrada por el confinamiento, y esta vez a la misa de medianoche pudo concurrir la comunidad cristiana local e incluso un grupo de cristianos que vinieron de Gaza, gracias a que las autoridades israelíes redujeron las trabas. "Un pequeño pero importante signo positivo por el que estoy muy agradecido”, señaló el patriarca. Pero la falta de peregrinos sigue siendo una herida profunda. “Oremos por ellos - comenta Mons. Pizzaballa - y al mismo tiempo pidamos sus oraciones, para que todo esto termine pronto. También rezamos para que vuelva la alegría a las numerosas familias de Belén que obtienen su sustento gracias a las peregrinaciones y que, debido a esta pandemia, llevan más de dos años sin trabajar y viven en una situación cada vez más difícil. Esperamos que con la acción conjunta de la política, la Iglesia y los operadores turísticos locales e internacionales, se puedan encontrar formas seguras para reanudar esta actividad a pesar de la pandemia. Es realmente necesario”.
Pero el corazón de esta noche en Belén es el mensaje del nacimiento de Jesús. Y eso fue lo que invitó a mirar el Patriarca Latino de Jerusalén. “Para vivir la Navidad es necesario escuchar la voz de Dios. Pero hay que reconocer la voz correcta - observó - porque en el Evangelio hay muchas voces que hablan de Jesús, pero no todas conducen a Él". En el fondo, es una fotografía de muchas situaciones de hoy. “En este tiempo de emergencia sanitaria y de una prolongada emergencia política - observó Mons. Pizzaballa - en las familias se escuchan muchas voces diferentes: algunas socavan la confianza, quitan la esperanza, extinguen el amor; otras son más alentadores, con capacidad de visión y de futuro. ¿Qué testimonios escuchamos hoy? En definitiva, en este último año en el que hemos vivido viejas y nuevas crisis, ¿qué voz hemos seguido?”.
Desde el Belén donde los ángeles hicieron su anuncio a los pastores, habló de la "Babilonia de anuncios, declaraciones y profecías modernas que llegan a través de múltiples medios". “Tenemos que buscar y volver a encontrar la voz que nos lleva a Jesús y a la salvación, que abre los corazones a la esperanza. Necesitamos testigos en los que podamos confiar para que nos ayuden a encontrar de nuevo el camino que lleva a Belén, para que nos ayuden a abrirnos al futuro con confianza. Testigos que sepan ver y mostrarnos el bien que crece y no solo el mal y el dolor que también están presentes, pero no pueden ser nuestro único criterio para evaluar la situación actual”. Esta es, entonces, la pregunta clave de esta Navidad 2021: “¿En qué testigos - se preguntó el prelado - hemos puesto nuestra confianza? Porque, al fin y al cabo, eso es lo que necesitamos: reconstruir la confianza entre nosotros, la confianza en el futuro, el nuestro y el de nuestros hijos, confianza en la posibilidad de un cambio para mejor, tanto en la vida civil como en la Iglesia”.
Es una cuestión que se aplica en primer lugar a la Iglesia. Por eso desde Belén, en la noche de Navidad, Mons. Pizzaballa repasó las voces que se escucharon este año en los países que abarca el Patriarcado Latino de Jerusalén. Comenzó con la voz del Papa Francisco que acaba de resonar en Chipre, un país que también está dividido por muros, marcado por luchas de poder y enormes intereses por las fuentes de energía, tierra de llegada para miles de prófugos que encuentran refugio en la isla pero sin perspectivas de futuro. "El Papa - explicó el patriarca - nos recordó el significado de la paciencia, que no significa quedarse sin hacer nada, sino estar disponibles a la acción impredecible del Espíritu Santo, utilizando nuestro tiempo para mejorar la escucha y acogiendo a los que son diferentes a nosotros". Después habló sobre Jordania, que este año celebra el centenario de la fundación del Reino Hachemita: "un Estado que, a pesar de todas las dificultades, sigue enseñando a los países del primer mundo lo que es la solidaridad y la hospitalidad y no teme comprometerse en el diálogo religioso y político".
Para Israel, fue el año de voces cada vez más preocupantes que predican la división dentro de la sociedad y que se elevaron sobre todo durante la última guerra de Gaza, en el mes de mayo. “Me refiero - explicó Mons. Pizzaballa - a la crisis de confianza entre árabes y judíos, ambos ciudadanos, ambos habitantes de las mismas ciudades. Esto nos recuerda que la convivencia no se soporta, se promueve”. Y en este sentido, agregó, la Iglesia tiene una tarea específica: “En el país no faltan las voces de personas, movimientos y asociaciones comprometidas en la promoción de la convivencia, el respeto y la aceptación mutuos. La Navidad también consiste en reconocer y valorar a los que saben ver al otro como un regalo de Dios”.
Pero sobre todo desde Palestina "siempre a la espera de un futuro de paz que parece no llegar nunca", llega a la Iglesia de Tierra Santa una voz que ya se escucha más bien como un "grito ensordecedor" de dolor. “Un pueblo - describe Mons. Pizzaballa - que necesita hacer experiencia de justicia, que quiere conocer la libertad, que está cansado de esperar que se le permita vivir libremente y con dignidad en su propia tierra y en su propia casa, que no quiere vivir solo de permisos, permisos que en este momento necesita para entrar, salir, trabajar o cualquier otra cosa, que necesita para vivir. No necesita concesiones sino derechos, y que terminen años de ocupación y de violencia, con todas sus dramáticas consecuencias en la vida de cada persona y de la comunidad en general, construyendo relaciones nuevas donde no reine la desconfianza sino la confianza mutua".
Pero incluso dentro de este grito de dolor hay voces que siembran esperanza. El patriarca contó que precisamente aquí aprendió "en qué consiste concretamente la palabra" resiliencia". Visitando nuestra comunidad de Gaza, hace pocos días - explicó - aprendí que aún en las situaciones más difíciles, verdaderamente problemáticas, se puede dar cabida al amor, la solidaridad y la alegría. He conocido a personas que saben ser activas y constructivas y que, aunque son conscientes de las enormes dificultades en las que viven, no dejan de creer que se puede hacer algo bello por uno mismo y por los demás, sin cultivar sentimientos de odio y de rencor”. Estas personas, comentó, son las que construyen "el Reino de Dios entre nosotros, viviendo todos los días, y no solo hoy, el verdadero espíritu de la Navidad".
Y eso es precisamente lo que anuncia la noche de Belén: "Es cierto - señaló el patriarca - que el mal no deja de hacer estragos en la vida de los más débiles e indefensos, pero el camino de la paz está marcado, y sigue siendo nuestro camino. En ese Niño está el Amor que entra en el mundo, que permanece en cada momento de la historia, que es una aventura sin fin y que realmente puede cambiarlo todo”. Y es un anuncio que siempre espera una respuesta personal. “Incluso hoy, Dios no solo obra directamente en el mundo, sino que también lo hace a través de nuestra participación. En efecto, somos testigos de que, cuando Jesús es el centro de nuestra vida, la tierra recibe la paz”. En Belén, como en todos los rincones del mundo.
23/12/2015
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