29/12/2015, 00.00
JAPON
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Navidad, día laborable pero lleno de alegría para los católicos en Hiroshima

El Padre Arnaldo Negri es misionero del PIME en Mihara, en la diócesis de Hiroshima. Su pastoral comprende a sudamericanos y filipinos: “Aquí el nacimiento de Jesús no es una fiesta nacional y algunos de mis parroquianos deben recorrer casi 30 kilómetros para venir a misa. He aquí por qué una pequeña comunidad es un gran resultado”.

Mihara (AsiaNews) – El día de Navidad “es una jornada laborable para Japón, que, en cambio, festeja el cumpleaños del emperador el día 23 de diciembre. Por ende, a veces las cifras son pequeñas. Pero a veces, una pequeña comunidad es un gran resultado, en un país muy complicado, y lleno de alegría”. Quien lo dice a AsiaNews es el Padre Arnaldo Negri, misionero del Pontificio Instituto de las Misiones Extranjeras (PIME), quien vive en Japón desde 1992.

La repetición anual de la celebración de navidad, subraya el Padre Negri, “nos recuerda que Dios se hizo hombre para estar cerca de cada uno de nosotros, y que la gracia de haber tenido este encuentro es también una responsabilidad hacia las personas que, de diferentes maneras, desean la salvación”. En su caso, esta responsabilidad recae en Mihara: una ciudad a aproximadamente 70 kilómetros al este de Hiroshima. La parroquia abarca una extensión territorial muy vasta, y comprende ciudades y localidades situadas sobre la costa, tanto en el continente como en las islas.  El Padre Negro busca la manera de llegar a todos: en un año ha recorrido un promedio de casi 100 kilómetros diarios.

En su misión, el cuidado pastoral está dirigido de manera particular a los extranjeros: “La presencia que prevalece es la de sudamericanos, peruanos y brasileños, que tiene al menos uno de sus abuelos que son japoneses. De otro modo, dadas las leyes que rigen a nivel nacional, no podrían tener la residencia permanente. Y luego, hay diversas señoras filipinas casadas con japoneses, algunas de ellas llevan ya de 20 a 25 años de matrimonio, y otras, que recién acaban de casarse”.

El 24 de diciembre pasado, sigue contando, “celebré la misa en japonés a las 19, y en ella participaron varios japoneses y algún que otro extranjero. Sobre todo, estuvieron las señoras filipinas y una o dos familias peruanas y brasileñas. A las 21, en español. Luego de la misa hicimos una pequeña fiesta con pan dulce, que a los peruanos gusta con chocolate. Consideremos que algunos fieles, para venir, deben recorrer grandes distancias en automóvil, que a veces llegan a ser de hasta 30 kilómetros. Una comunidad pequeña, pero unida”.

Al día siguiente, “las escuelas tienen feriado, mientras que los padres trabajan: en la misa matutina participó la clase más numerosa de niños del asilo. Este año fui a una isla y reuní a tres niños católicos con sus padres, más de una treintena de niños de la parroquia. Hicimos un pequeño bingo y una pequeña fiesta después de la misa, hasta las 13, y luego los acompañamos hasta su casa”.

Los primeros misioneros del PIME llegaron a Japón en 1950, luego de ser expulsados de China, que se había vuelto maoísta. Luego de casi dos años, a estos primeros misioneros se les unieron jóvenes sacerdotes provenientes de Italia: al comienzo, les fueron confiadas las zonas de Saga y de Yamanashi. Con el paso del tiempo, a éstas se sumaron también otras zonas: actualmente, en el país viven 17 misioneros del PIME.

Antes de ser nombrado párroco, sigue relatando el Padre Negri, “aquí había una parroquia que era llevada adelante por un sacerdote japonés. En las celebraciones participaban algunas señoras filipinas, pero no así los sudamericanos, que tenían problemas con el idioma. Luego de llegar un italiano, que comprende y aprende tanto el español como el portugués con mayor facilidad, se desarrollaron estas nuevas relaciones”.

Los fieles del misionero “saben que estamos en el Jubileo de la Misericordia, y luego de cada misa, rezamos con la oración escrita por el Papa para el Año Santo. Pero en la práctica, no es que cambian mucho: las obras de misericordia son las bases del cristianismo, son aquello en lo cual los sacerdotes insistimos más.  Por eso, para nosotros y para los católicos es normal insistir en estos términos. En lo que hace a las peregrinaciones, ciertamente iremos a la catedral de Hiroshima, donde está la Puerta Santa. Y pensamos también hacer una visita al santuario mariano que s encuentra en la diócesis, uno de los últimos lugares de martirio de los primeros cristianos japoneses”.

 

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