17/02/2022, 10.29
RUSIA
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Navalny, el 'prisionero especial'

de Vladimir Rozanskij

Nuevo proceso judicial contra el principal opositor de Putin. El tribunal se reúne en el centro de detención donde el bloguero se encuentra detenido, pero excluye a su abogado de las audiencias. El régimen quiere mantener el caso lejos de los reflectores mientras persiste la crisis con Ucrania y Occidente: otra señal de que el régimen de Putin está en "estadio terminal".

Moscú (AsiaNews) –  El principal opositor de Putin, Aleksei Navalny, languidece desde hace un año en la colonia penal Nº 2 de Pokrov, en la provincia de Vladimir, a poco más de 100 kilómetros de la capital. Fue condenado a dos años de prisión (y luego a un tercero) por el llamado "caso Yves Rocher", en el que se lo acusa de apropiación de fondos de manera ilegal. Ahora, Navalny está siendo nuevamente procesado por cargos de fraude y ofensa a la corte en juicios anteriores.

La novedad es que el tribunal moscovita de Lefortovo, que lleva adelante los procesos contra el bloguero opositor a Putin, decidió trasladarse directamente al centro penitenciario de Vladimir. Ni siquiera consideró recurrir a la tecnología para celebrar la audiencia a distancia, por temor a posibles manifestaciones de partidarios ante sus puertas. La decisión es casi inédita en Rusia, y muestra una inesperada debilidad por parte de quienes deberían velar por el orden, cuando las manifestaciones públicas prácticamente han desaparecido en Rusia debido a la constante represión. Hasta otro opositor histórico de Putin, Mijaíl Jodorkovski, había sido llevado a los tribunales, aún luego de ser encarcelado en uno de los peores campos de detención siberianos.

El tribunal denegó la solicitud del abogado de Navalny, Vladimir Voronin, quien había pedido participar en la audiencia. Sin embargo, en el último momento dejó entrar a su esposa Julia, que pudo volver a abrazar a Aleksei después de mucho tiempo, ya que las visitas a los campos de detención son bastante problemáticas. El propio Navalny intervino para decir que "ya estamos llegando al nivel del sistema judicial de Bielorrusia... Ni siquiera en la Unión Soviética se llevaban a cabo juicios a domicilio. Desde que volví de Alemania, me procesaron siempre fuera de la sede judicial, no entiendo por qué continúan viniendo y siempre están cerca de mí'.

Navalny concluyó diciendo: "quiero un juicio abierto, al que la gente pueda asistir y que también pueda ser transmitido por streaming; quiero ser un 'zek' [preso] normal, y ser juzgado según los procedimientos normales".

La nueva acusación de fraude contra el fundador del Fondo de Lucha contra la  Corrupción (FBK) se presentó el año pasado. Según la versión de los investigadores, Navalny se apropió indebidamente de dos millones y medio de rublos (algo más de 30.000 euros) depositados en el FBK y arriesga 15 años de prisión. Las actas muestran que las sumas malversadas debían utilizarse para los fines del fondo en cuestión. Las "víctimas del fraude" -que la investigación nombra- son cuatro personajes bastante dudosos:  la prensa se refiere a ellos como "el fontanero millonario, el falso jubilado y los rehenes del tribunal", que habrían realizado donaciones de buena fe.

El proceso in situ, “fuera de la sede judicial” tiene por objetivo principal evitar el interés de los periodistas, que podrían convertirlo en un acontecimiento político nacional. No se trata solo de la ubicación, sino también del período: la intención es que el caso se desvanezca en plena crisis de política exterior con Ucrania y todo Occidente. En declaraciones a The Insider, un colaborador de Navalny, Ivan Ždanov, señaló que "incluso en 1937 los juicios contaban con la presencia de un público sumiso, que aplaudía al fiscal general Vyšinsky. Pero al menos se simulaba un juicio público, mientras que aquí parece una reunión secreta de gente asustada".

La comparación con Bielorrusia no es casual: el opositor número uno de Lukashenko, Sergei Tikhanovskij, fue juzgado directamente en la cárcel.  Fue precisamente esta circunstancia la que impulsó a su esposa Svetlana a saltar a la escena política para enfrentarse  contra el presidente-dictador de Minsk. Así comenzó el proceso de protesta popular contra el "batka" (padrino) bielorruso. El juicio contra Navalny a puerta cerrada, mientras el país se enfrenta a la amenaza de una guerra, es otra señal del "estado terminal" del régimen de Putin, que está jugando sus últimas cartas.

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